El temido fantasma de la homosexualidad

Si te ha pasado alguna vez no te preocupes. No hace falta que entierres ese recuerdo bajo toneladas de olvido ni que bajes los ojos cuando te mires al espejo. En primer lugar, ser homosexual no debería ser ninguna deshonra, y, en segundo, que hayas tenido alguna vez una fantasía sexual en la que te lo haces con otra persona de tu mismo sexo no te convierte de manera inexorable en homosexual.

Seguramente el tener ese tipo de fantasías eróticas es más normal de lo que puedes pensar. Que no se hable de ello no quiere decir que no existan casos así. Nuestra cultura ha impuesto e impone sus propias coacciones y las que se centran en lo sexual no han sido ni son, ni de largo, las más débiles de entre todas ellas. Nuestra cultura, pese a todos los avances y los cambios de mentalidad experimentados durante las últimas décadas, es fruto de una visión androcéntrica y patriarcal de la sociedad. Dentro de esa visión, todo lo que tenga que ver con la homo o con la bisexualidad está absolutamente condenado al ostracismo y al silencio. De hecho, en muchos países la homosexualidad está todavía considerada como un delito. Por eso se oculta como algo vergonzante que una persona heterosexual pueda tener fantasías eróticas homosexuales.

La demostración de que este tipo de fantasías en las que una persona heterosexual tiene fantasías homosexuales es más habitual de lo que, en un principio, podría pensarse, es que incluso ha sido materia de estudio universitario. Fue en la Universidad de Portsmouth (Inglaterra) donde se realizó este estudio y donde se ha intentado dar explicación a esta fantasía erótica.

De la progesterona y otras causas

La explicación dada por los autores de este estudio se resume en una palabra: progesterona. Esta hormona, presente tanto en hombres como en mujeres, es, al parecer, la responsable de que hombres heterosexuales puedan, en un momento determinado, desarrollar fantasías eróticas de carácter homosexual. La necesidad de crear alianzas con personas del mismo sexo sería, en el fondo, la responsable última de la aparición de fantasías homosexuales en un hombre heterosexual.

La doctora Diana Fleischman, directora del grupo de trabajo y autora del informe, señaló en el mismo cómo, instalados en una perspectiva evolutiva, tendemos a considerar el comportamiento sexual como un medio para reproducirnos. Si abandonamos un poco dicha perspectiva comprobaremos cómo, habitualmente, la práctica sexual es algo que está más allá de la simple obediencia de la especia a lo que, religiosamente, podría resumirse como el “creced y multiplicaos”. La práctica sexual es algo placentero, íntimo y agradable, un medio para formar y mantener vínculos personales y sociales. La fantasía erótica homosexual del heterosexual sería, pues, una manera de plasmar de manera inconsciente esa necesidad de crear alianzas con personas del mismo sexo, algo que se viene repitiendo, generación tras generación, desde la mismísima Prehistoria. Al fin y al cabo, cazadores y recolectores necesitaban formar equipos de trabajo para sobrevivir. Las fantasías homosexuales entre heterosexuales serían, en cierto modo, herencia directa de esa necesidad y una de las maneras que tiene el inconsciente de plasmarla.

Según apuntan algunas estadísticas, la fantasía homosexual en personas heterosexuales parece darse más en mujeres que en hombres. Si decimos “parece” es porque no se puede estar absolutamente seguros de hasta qué punto los hombres mienten o no cuando se les pregunta sobre este extremo. El peso de la cultura es demasiado fuerte y prácticamente ningún hombre heterosexual acepta o desea que se ponga en duda dicha heterosexualidad. Por eso se callan esas fantasías como se rechazan las por otro lado placenteras prácticas de la estimulación anal. Para un hombre heterosexual prototípico es tan difícil reconocer que tiene fantasías eróticas de carácter homosexual como que disfruta y goza como sujeto pasivo con aquellas prácticas eróticas que incluyen algún tipo de estimulación anal.

Motivos de las fantasías homosexuales

Muchos psicólogos y terapeutas señalan que no puede atribuirse una única motivación general al hecho de que existan hombres heterosexuales que poseen fantasías eróticas de carácter homosexual. Como acostumbramos a decir, cada persona es un mundo y los elementos individuales de cada cual no pueden tomarse como referencia a la hora de dar una explicación general a un determinado fenómeno. Las vivencias de cada cual, así como la cultura y la educación recibidas, determinarán, en gran medida, las motivaciones que pueden provocar que una persona heterosexual tenga una fantasía erótica homosexual.

En algunos casos la motivación es la necesidad de crear un vínculo no sexual con personas del mismo sexo. En otros, la gran admiración sentida hacia alguien del mismo sexo. El sueño homosexual, en este caso, no sería sino la traducción simbólica de dicha admiración. En otros casos, sin embargo, la fantasía homosexual en la persona heterosexual sí podría ser la señal de que esa persona tiene una cierta inclinación natural hacia la bisexualidad. Las censuras morales, las religiosas, el miedo o, sencillamente, la falta de oportunidades, impediría que dicha bisexualidad se hiciera patente.

Algunos autores han profundizado un poco más en las tesis psicoanalíticas y han hablado de que las fantasías homosexuales en personas heterosexuales (es decir: el tener fantasías con alguien parecido a uno mismo) es una forma simbólica de dirigir las fuerzas creativas hacia el propio yo.

Sea como sea, lo que hay que tener siempre presente es que el ser humano, cada ser humano, es un mundo complejo en el que, de manera personal e intransferible, se mezclan creencias, ideas, sentimientos, sensaciones, valores, etc. Esto hace que cada persona viva su sexualidad de una manera única y particular. Por eso una persona heterosexual puede tener fantasías homosexuales.

¿Eres tú una de esas personas? Si tu respuesta es afirmativa, no te flageles por ello. Analiza tus sentimientos y pregúntate hasta qué punto quieres convertir dichas fantasías en realidad. Quizás lo que estás buscando es disfrutar de un intercambio de roles tradicionales con tu pareja heterosexual. Quizás lo que te está pidiendo el cuerpo es, en el fondo, experimentar por vez primera las sensaciones derivadas de una sesión de pegging, ya sabes, esa práctica sexual consistente en que la mujer, equipada con un arnés y un dildo o un pene realístico adaptado a él, penetra al hombre analmente. ¿Te suena el pegging a práctica homosexual? Si es así, hazte un favor a ti mismo, olvídate de etiquetas y céntrate en la satisfacción de unos deseos que, quizás, laten con más fuerza en ti de lo que supones. Satisfacerlos te hará, siempre, una persona más feliz. Y renunciar a la felicidad es el mayor pecado que un ser humano puede cometer.