Mitos asociados a las fantasías eróticas
El peso que sobre la sexualidad siempre ha ejercido la educación comúnmente contaminada de prejuicios religiosos y moralistas ha hecho que el ser humano y, en especial, la mujer (por haber sido el género más reprimido y sojuzgado socialmente), haya tenido una visión negativa y avergonzada de las fantasías eróticas. Así, el imaginar escenas, imágenes o situaciones potencialmente eróticas que provoquen en nosotros un cierto grado de excitación sexual ha sido considerado históricamente y por muchas personas como algo sucio y pecaminoso. En algunos casos, incluso, hay quien ha emplazado las fantasías sexuales en el estante de las infidelidades. Sin duda, poco favor se ha hecho con ello a la felicidad sexual de las personas y, en buena medida, a su estabilidad mental.
El efecto nocivo de la falta de una correcta educación sexual y el peso excesivo que sobre nuestra cultura ha tenido una concepción religiosa que ha tendido a considerar lo que es natural como pecaminoso han hecho que alrededor de la existencia absolutamente natural las fantasías eróticas o fantasías sexuales crezcan una serie de mitos que son muy difíciles de desarraigar de nuestras mentes. Del mito de considerar la fantasía sexual como una especie de infidelidad (si se mantiene, claro, una relación sentimental estable con una persona que no es la protagonista de esa fantasía) ya hemos hablado. Pero hay más. Por ejemplo: que se considere la fantasía sexual como el resultado o el reflejo de una carencia erótica. Según ese modo de pensar, tenemos fantasías eróticas porque no tenemos una vida sexual completamente satisfactoria. O, dicho de un modo más llano: porque nuestra pareja no nos da lo que necesitamos.
Una y otra cosa es falsa. Como lo es el concebir la fantasía erótica como algo pecaminoso. Imaginar escenas, situaciones e imágenes potencialmente eróticas es normal. Completamente normal. Es más: es beneficioso. De hecho, en algunas terapias destinadas a combatir el bajo deseo sexual se trabajan y fomentan las fantasías sexuales. Después de todo, no hay que olvidar nunca de que nuestro más potente órgano sexual es el cerebro y es en él donde se producen la mayor parte de los mecanismos que rigen nuestra vida sexual. Y uno de esos mecanismos, uno de esos procesos, es precisamente el de la fantasía sexual. Negar nuestras fantasías sexuales y enterrarlas bajo capas y capas de silencio y vergüenza implica enterrar una parte muy importante y enriquecedora de nuestra sexualidad.
Los beneficios de las fantasías sexuales
Entre los beneficios más destacados de las fantasías sexuales podemos destacar los siguientes:
- Mejoran la autoestima. En el mundo de la fantasía sexual todo es perfecto. En ese universo no tenemos inseguridades y siempre estamos, por decirlo de algún modo, a la altura de las circunstancias. Viéndonos así lo que estamos haciendo es, de un modo indirecto, reforzar esa autoestima tan necesaria para disfrutar de la vida sexual sin miedos ni traumas. Y éste, sin duda, es uno de los grandes beneficios de tener fantasías sexuales.
- Incrementan el deseo sexual.
- Aumentan la excitación sexual y facilitan llegar al orgasmo.
- Potencian las sensaciones.
- Potencian ensayar nuevas opciones sexuales e impulsan nuestra imaginación. Y eso, no lo olvidemos, es siempre positivo. Por un lado, ese fantasear eróticamente nos hace más creativos, y eso nos ayuda a ser innovadores en la cama. Podemos inventar juegos de rol. Podemos inventar acciones. Podemos, en definitiva, entregarnos a lo lúdico. Volver a ser niños y disfrutar como lo hacen los niños pero, en este caso, “haciendo cosas de mayores”. Uno de los grandes beneficios de tener fantasías sexuales es que, gracias a ellas, nuestra concepción de lo que es una relación sexual va un poco más allá de la simple penetración. La penetración nos sumerge en el magma de lo animal; la fantasía sexual, nos individualiza como seres humanos.
- Nos ayudan a conocernos mejor. Éste, no cabe duda, es otro de los grandes beneficios de las fantasías sexuales. Conocerse bien es capital para ser mejor amante y para, al mismo tiempo, disfrutar más y mejor del sexo. Conociéndonos sabemos lo que podemos dar y lo que debemos pedir para sentirnos realizados y satisfechos sexualmente. Y las fantasías eróticas pueden ayudarnos a conseguirlo.
- Alivian el estrés y la ansiedad. Vivimos en sociedad y seguimos un estilo de vida que se caracterizan por generar ansiedad. Grandes dosis de ansiedad. Por eso es importante encontrar métodos, caminos, planteamientos vitales y técnicas que nos ayuden a reducir ese estrés. Las fantasías sexuales pueden ayudarnos a ello. No importa que la fantasía no conduzca a un acto directamente sexual como podrían ser el mantener una relación sexual con una persona o el masturbarse. Solo con fantasear ya conseguimos alejar nuestra cabeza de nuestras preocupaciones y nuestras angustias y, con ello, ya nos beneficiamos uno de los grandes beneficios de las fantasías eróticas.
- Nos ayudan a afrontar situaciones negativas y a manejar los pensamientos negativos. El hecho de que las fantasías eróticas manipulen la realidad no debe concebirse como algo negativo. Al contrario. Ésa, de hecho, es una de las grandes ayudas que nos prestan las fantasías eróticas. Al manipular la realidad, liman en ella las aristas que pueden asustarnos y, así, nos ayuda a enfrentarnos a ella.
En definitiva, podemos decir que uno de los grandes beneficios de las fantasías sexuales es que nos ayudan a mejorar nuestras relaciones sexuales. Y es que no hay nada mejor que luchar contra los complejos, los prejuicios y los tabúes heredados. Y las fantasías eróticas, sin duda, son un buen arma para hacerlo.