Cada época de la vida de las personas plantea sus propios retos. Esta afirmación, que sirve para cualquier faceta de la vida, sirve también, sin duda, para la faceta sexual. Sin duda, el hombre no experimenta el sexo ni tiene la misma respuesta física a los veinte años que a los sesenta y setenta. Y tampoco la mujer lo hace. De hecho, en la vida de la mujer se produce un fenómeno perfectamente natural y que acostumbra a marcar un antes y un después en la vida sexual de la misma. Ese fenómeno o proceso es el de la menopausia, algo que, comúnmente, experimentan las mujeres en una edad que oscila entre los 45 (si se produce antes se habla de menopausia precoz) y los 55 años (si se produce después de esta edad la menopausia se cataloga como una menopausia tardía).

La menopausia y sus síntomas

¿En qué consiste exactamente la menopausia? En el cese de la actividad ovárica. Los ovarios dejan de producir estrógenos, se pierde la menstruación y, por tanto, la mujer pierde la capacidad de reproducirse. Al proceso de transición paulatina que conduce desde el estado fértil de la mujer al estado no reproductor se le llama climaterio y consta de tres fases:

  • Perimenopausia. Esta etapa, previa al cese de la menstruación, se caracteriza por la aparición de diversos síntomas y de ciertas alteraciones en el ciclo menstrual.
  • Menopausia propiamente dicha. En esta fase se produce el cese definitivo de la menstruación.
  • Postmenopausia. Esta fase, inmediatamente posterior a la fase de menopausia propiamente dicha, se caracteriza, principalmente, por la aparición de unas alteraciones o sintomatologías propias del déficit hormonal propio de la menopausia.

Y es que la menopausia, después de todo, no deja de ser más que el fruto directo de una serie de cambios hormonales que producen una sintomatología muy variada y, al mismo tiempo, muy particular.

Entre los síntomas que durante la menopausia afectan en mayor o menor medida directamente al deseo sexual podemos encontrar los siguientes: sofocos, sudores, palpitaciones, vértigos, dolores de cabeza, mareos, trastornos del sueño, sequedad vaginal, alteraciones cutáneas atrofia urogenital, parestesia (esto es: una sensación de hormigueo en las extremidades), etc. A largo plazo, además, la menopausia o, mejor dicho, los cambios hormonales que se producen durante ella pueden provocar osteoporosis e, incluso, enfermedades cardiovasculares.

Más allá de esta sintomatología de carácter físico, la mujer, al llegar a la menopausia, experimenta también otros tipos de síntomas que tienen que ver con los anímico. La mujer, durante la menopausia, puede sufrir ataques de ansiedad, puede comportarse de forma susceptible e irritable, puede experimentar dificultades para concentrarse y puede, también, mostrarse habitualmente cansada o débil.

Sin duda, todos los cambios indicados anteriormente dejan su huella en la actividad sexual. Ello no quiere decir, ni mucho menos, que la mujer esté obligada ni deba renunciar a la vida sexual simplemente porque haya llegado a esta fase de su vida. Simplemente, deberá adaptarse a las nuevas exigencias del propio organismo.

Llegada la menopausia, la mujer (y, con ella, su pareja) debe tener presente que se tarda más en llegar a la fase de excitación y que la vagina tarda más en lubricar y lubrica menos, lo que puede hacer que el coito resulte doloroso o, cuanto menos, incómodo y molesto. Por otro lado, otro de los cambios que la menopausia produce en la anatomía femenina es la pérdida de tono muscular en la zona del suelo pélvico. Al perder ese tono muscular, las contracciones experimentadas durante el orgasmo son menos intensas y duraderas y, por tanto, la sensación de placer experimentado es menor.

Sin duda, todos los motivos expuestos hacen que muchas mujeres, llegada la menopausia, intenten espaciar al máximo o, directamente, renuncien a las relaciones sexuales, algo que no consideramos recomendable, pues renunciar al sexo es renunciar a uno de los grandes placeres de la vida y a uno de los pilares sobre los que se sostiene la felicidad de la persona. Abandonar el sexo por la llegada de la menopausia empuja a muchas mujeres hacia los terrenos de la depresión, la angustia o la pérdida de autoestima. Todo ello, a su vez, interfiere de manera negativa en la vida de pareja. Por eso es importante superar esta situación. Para ello, la mujer que llega a la edad de la menopausia debe saber y, sobre todo, debe interiorizar, que sexo y menopausia son términos perfectamente compatibles.

Consejos para combinar menopausia y sexo

Para hacer compatibles menopausia y sexo y que éste resulte placentero es necesario, sobre todo, cambiar el chip mental y tomar una serie de medidas. La falta de lubricación natural, por ejemplo, se puede compensar con el uso de geles lubricantes y la pérdida de tono muscular puede corregirse con la realización de los famosos ejercicios de Kegel o gimnasia pélvica. Gracias a estos ejercicios, la mujer que desee combinar sexo y menopausia podrá experimentar orgasmos más intensos, teniendo siempre presente, eso sí, que la fase de excitación tardará más en iniciarse.

Para disfrutar del sexo durante la menopausia no hay que olvidar que nuestro principal órgano sexual es el cerebro. Mantener el sexo vivo en nuestro cerebro es la mejor manera de no perder interés en practicarlo. En este sentido, engrasar las fantasías sexuales es una excelente manera de mantener vivo el interés sexual durante la menopausia.

Para mantener vivo ese interés sexual es importante también intensificar la comunicación en el seno de la pareja. En muchas ocasiones, no es sencillo para el hombre saber qué es lo que siente la mujer en ese período de su vida. Intentar comunicar las inquietudes, dudas, inseguridad, etc. es una buena manera de buscar un compañero que ayude a superar esa fase en la que parece que el sexo no tuviese cabida.

Si todo esto no bastara, la mujer que deseara hacer absoluta y perfectamente compatibles sexo y menopausia podría optar por:

  • Recurrir a la terapia psicosexual, en especial si existieran antecedentes de malas experiencias sexuales previas, temor a la intimidad, mala imagen del propio cuerpo o baja autoestima. Individual o de pareja, la terapia de carácter psicológico puede resultar muy eficiente a la hora de combinar sexo y menopausia.
  • Recurrir a tratamientos con estrógenos para, gracias a ellos, reducir la sequedad vaginal.
  • Recurrir a la aplicación de ácido hialurónico y láser para luchar contra la atrofia vulvovaginal y los síntomas que acostumbran a ir asociados a ella (como pueden ser el dolor, la irritación o la sequedad vaginal).

Más allá de todas estas soluciones, la mujer que desee combinar sexo y menopausia deberá mantener un hábito de vida saludable. Ése, en el fondo, es el mejor remedio para luchar contra todos los cambios naturales que se producen a lo largo de una vida. Estar en buena forma y alimentarse bien es el mejor remedio para que una persona dé siempre lo mejor de sí misma y disfrute de todas sus experiencias vitales.