Pocas palabras le sientan peor a la vida sexual de una persona que la palabra complejo. Son muchas, más de las que pensamos, las personas que no pueden disfrutar de su vida sexual completamente y de una manera libre y feliz a causa de padecer algún tipo de complejo sexual. El complejo sexual o, en ocasiones, el simple complejo físico, es un lastre que pesa demasiado y que se convierte tarde o temprano en una especie de tumor mental que va creciendo y creciendo mientras, de manera absolutamente insana, efectúa una tarea castradora sobre nuestra libido y sobre nuestra predisposición a disfrutar de cualquier tipo de encuentro sexual.
Los complejos sexuales, que se acostumbran a formar especialmente durante la infancia y la adolescencia y que emanan, en la mayor parte de las ocasiones, de evaluaciones que hemos tenido a lo largo de la vida, bloquean nuestra psique y hacen que, llegado el momento del encuentro sexual, estemos más pendientes de disimular dichos complejos que de entregarnos completa y despreocupadamente (como debería de ser) al disfrute de nuestro cuerpo y a la satisfacción de nuestras pulsiones eróticas.
Tener presente los complejos sexuales cuando se va a disfrutar del sexo implica proyectar las propias inseguridades. Al proyectar esas inseguridades, además, actuamos a la defensiva y no nos dejamos ir, que es, fundamentalmente, lo que nos permite convertir el sexo en algo verdaderamente gozoso. Los complejos sexuales, además, son el caldo de cultivo ideal para que acaben provocando disfunciones sexuales como pueden ser la anorgasmia o la disfunción eréctil.
El complejo sexual es algo que afecta a hombres y mujeres por igual, aunque los complejos que suelen experimentar unos y otras no siempre son coincidentes. Reconciliarse con esas partes de nuestro cuerpo o esas características de nuestro físico que nos acomplejan es una tarea fundamental para poder gozar de una vida sexual rica. Esa tarea, sin embargo, no es nada sencilla. Lo primero que hay que hacer, para poder emprenderla, es identificar cuáles son, concretamente y en cada caso en particular, nuestros complejos sexuales.
Complejos sexuales más habituales del hombre
Entre los complejos sexuales que más suelen afectar al hombre podemos destacar, por encima de todos, el que tiene que ver con el tamaño. El tamaño del pene es algo que, históricamente, ha angustiado y angustia al hombre. Ese complejo sexual, además, acostumbra a arrastrar tras de sí a otros complejos. El hombre que considera que tiene el pene pequeño tendrá miedo a mantener una relación sexual y la eludirá poniendo en marcha de ese modo un mecanismo de frustración que se irá retroalimentando y que provocará, a medio o largo plazo, una angustia que, en casos extremos, puede acabar desembocando en el padecimiento de algún tipo de trastorno psicológico.
Junto al complejo del tamaño podemos encontrar en el hombre una serie de complejos sexuales que están íntimamente relacionados con el miedo a vivir una determinada situación. Esos miedos son los siguientes:
- Miedo a sufrir lo que se conoce como gatillazo, es decir, a perder la erección justo en el momento de iniciar la relación sexual o, en ocasiones, una vez ya se ha iniciado.
- Miedo a no saber cómo comportarse o, mejor dicho, a mostrarse ante la pareja como una persona inexperta y torpe que no sabe desempeñar la responsabilidad que, culturalmente y en el seno de una sociedad marcadamente machista, se ha hecho recaer sobre los hombros del hombre en materia sexual.
- Miedo a hablar de sexo con la pareja o a poner en claro sentimientos para, de ese modo, no llevarse a engaños sobre lo que se está viviendo en ese momento o sobre lo que el acto sexual significa para cada cual.
Complejos sexuales más habituales en la mujer
En una sociedad que ha impuesto un modelo de belleza femenina muy determinado y, en muchos aspectos, muy sexualizado, son muchas las mujeres que experimentan con angustia la necesidad de sentirse deseadas y de que su cuerpo se adapte a esos estándares que el marketing, machaconamente, se encarga de publicidad. Ese modelo de belleza tan exigente y que se relaciona directamente con la imagen que proyectan las modelos profesionales hace que muchas mujeres contemplen su cuerpo como algo imperfecto y, en base a ese pensamiento, desarrollen angustiosos complejos sexuales que no hacen sino dejar testimonio de una autoestima disminuida. Esa autoestima disminuida, no hace falta recalcarlo, alimenta el miedo de estas mujeres a ser rechazadas y las aleja de la posibilidad de disfrutar de una vida sexual sana y plenamente satisfactoria.
Entre los complejos sexuales femeninos más habituales podemos destacar los siguientes:
- Tener el pecho demasiado pequeño (o, en ocasiones, grande). En este caso, también, el tamaño importa.
- Tener las nalgas demasiado pequeñas (o, en ocasiones, grandes o con una forma que no resulte atractiva).
- El olor genital. Hay mujeres que temen que sus genitales huelan mal. Este complejo sexual en concreto hace que estas mujeres renuncien por sistema a prácticas sexuales que tengan que ver directamente con el sexo oral.
- Tener estrías o el vientre abultado.
- Miedo a reclamar al hombre que se desea algo más de lo que en ese momento se está haciendo. Y es que hay mujeres que, debido a la influencia de una cultura marcadamente machista, renuncian a solicitar la realización de algún tipo de práctica sexual determinada por miedo a parecer demasiado “fáciles” o demasiado “procaces”. Al guardarse para sí esa petición, al no expresarla, las mujeres que padecen este tipo de complejo sexual se ven condenadas a no disfrutar del sexo tanto como podrían.
- Miedo a no llegar al orgasmo. Muchas mujeres que padecen este complejo sexual optan por enfrentarse a él de la manera menos correcta que existe y que es la de fingir el orgasmo para, de ese modo, intentar complacer el ego de su pareja o, en muchos casos, aliviar un trámite que les está resultando angustioso. La mujer que finge el orgasmo está renunciando a la posibilidad de alcanzar el goce sexual completo por no hacer algo que debería brillar con luz propia en cada relación y que no es otra cosa que la echar mano de la comunicación. La comunicación en el seno de la pareja permitirá a los miembros de la misma saber qué tipo de estimulación es necesaria para llevar al otro al orgasmo y, de ese modo, la mujer no tendría que fingirlo perdiendo la oportunidad de gozarlo de verdad.
Consejo para vencer los complejos sexuales
Vencer los complejos sexuales (como vencer cualquier problema que tenga que ver con una autoestima dañada o disminuida) no es sencillo en modo alguno. Fijarse como objetivo la propia autoaceptación es, en ese sentido, fundamental.
Para vencer cualquier complejo sexual debemos interiorizar que si tenemos que ser deseadas o deseados debemos serlo no por lo que se espere de nosotros sino por lo que en verdad somos. Para ello hay que realizar una habitualmente dura tarea de autopercepción que no siempre puede ponerse en práctica sin ayuda profesional. Esa ayuda debe hacernos ver que lo que verdaderamente importa es lo que sienten los cuerpos y no cómo son los cuerpos en sí. Una vez que hayamos interiorizado eso, estaremos preparados para gozar del sexo más allá de estrías y de adiposidades, de miedos y tamaños. El sexo, llegado ese momento, será una auténtica fiesta… y esa fiesta podrá vivirse, incluso, ¡con la luz encendida!