beso negro
Dos parejas muy bien avenidas (2ª Parte)
Lo primero que distinguí desde la puerta entreabierta del salón fue el culo desnudo y perfectamente reconocible de mi mujer. Lo hubiera distinguido entre un millar de culos. No en vano lo había lamido un sinfín de veces y había entrado en él otras tantas. Siempre me había gustado su acogedora estrechez, el modo de palpitar alrededor de mi polla cuando lo penetraba.