El juego de rol del ladrón y la víctima
Hay un juego de rol erótico ideal para empujar un poco más allá los límites de tu vida sexual. Ese juego de rol es el del ladrón y la víctima. Para jugarlo, hay que tener absoluta confianza con el compañero de juego. Después de todo, en este juego de rol sexual puede intervenir de manera más o menos intensa un cierto nivel de violencia. Dónde se sitúa la línea de marca los límites de dicha violencia es algo que deben pactar y que debe de quedar muy claro entre los participantes del juego. Hay quien puede aceptar (y hasta desear) una bofetada, pero esa misma bofetada puede convertirse, para otra persona, en un argumento de peso para poner fin no sólo al juego, sino también a la relación.
A la hora de organizar y planificar la escena hay que determinar, por ejemplo, si el juego debe comenzar cuando la víctima ya esté durmiendo. Esta opción abre la posibilidad de que la víctima esté en la cama, con su bonito y sexy camisón, durmiendo plácidamente. Será en ese momento de plácido sueño cuando comience la “pesadilla”. Sentir una mano que le tapa la boca, abrir los ojos y descubrir el rostro enmascarado de quien ha asaltado la intimidad de su habitación es el punto de partida de toda la fantasía.
El ladrón, en este punto, puede decir algo así como “si haces lo que te digo no te haré ningún daño”. La víctima escucha esas palabras, pero no las tiene todas consigo. En la penumbra de la habitación y por las aberturas de la máscara, alcanza a distinguir los ojos del asaltante. En ellos refulge el ascua ardiente del deseo. Ella sabe lo que puede suceder, lo que asaltante tiene en mente, e intenta que él se aplaque. “Coge lo que quieras”, le dice. “Coge lo que quieras y vete. No le voy a decir nada a nadie. No te voy a denunciar. Ni siquiera voy a llamar a la policía. Toma lo que quieras y lárgate de aquí”.
La fantasía erótica del violador
Ese “toma lo que quieras” hace que dentro de la mente del asaltante empiece a bailotear una idea. Los pasos de ese baile resuenan dentro de su cabeza. Dejándose llevar por esos pensamientos, el asaltante sujeta a la víctima por las muñecas, la inmoviliza y se pone sobre ella.
-Haz lo que te diga, pequeña perra, y no te haré daño, ¿vale?
Complementos para el juego de rol
Para dar verosimilitud a una escena de este tipo se necesitan pocas cosas. Bastan unos vaqueros negros, un jersey de cuello alto negro o una camiseta, unas botas o unas zapatillas de deporte y un pasamontañas negro que puede encontrarse en cualquier tienda de artículos deportivos deben bastar para uniformar al ladrón. Usar un panti como los ladrones de las películas más chuscas puede ser, también, una opción.
El ladrón, habitualmente, y para trabajar con mayor seguridad mientras expolia a la víctima, puede recurrir a atarla. Puede utilizar unas medias, el cinturón de un albornoz, cinta adhesiva o una vieja cuerda. También puede llevar un cuchillo o una navaja de juguete.
El roce con la víctima mientras se la inmoviliza puede incendiar el ánimo sexual del asaltante. Esto puede dar paso a una escena de violación fingida. El asaltante, al escenificar esta fantasía sexual, puede tapar la boca de la víctima con unas bragas sacadas del cajón, puede insultarla, puede sujetarla, puede arrancar su camisón y bajar sus bragas de un tirón, puede buscar la mejor manera de penetrarla, puede hacerlo de golpe, sin esperar a mayores miramientos, de un empujón brusco de riñones, hundiéndose dentro de ella. Puede, claro está, siempre que haya sido pactado en el seno de la pareja.
El pacto de la escenificación de una escena erótica de este tipo debe incluir siempre una palabra de seguridad. La palabra de seguridad o safeword debe estar ahí para echar mano de ella cuando se necesite. La fogosidad de la escena puede hacer que se provoque algún tipo de dolor sin desearlo. Cuando se utilice el safeword, la acción debe ralentizarse, perder su intensidad y, en los casos más extremos, detenerse. Después de todo, estamos hablando de una fantasía erótica en la que, como ya se dijo, interviene, de un modo u otro y en mayor o menor grado, la violencia.
Una de las formas de ejercer dicha violencia puede ser la bofetada. En el juego de rol, de hecho, la bofetada es bastante habitual. La bofetada es connatural al BDSM y el juego de rol erótico es parte principal de las prácticas BDSM. Lo mejor es realizarla ligeramente y casi debajo de la barbilla. Al menos al principio. Si la pareja se anima, ya tendrá tiempo de aumentar la intensidad de la bofetada. Hay que tener en cuenta, siempre, que un enrojecimiento en la cara al día siguiente no es lo mismo que un enrojecimiento en las nalgas. La cara será visible por los compañeros y compañeras de trabajo. Las nalgas, seguramente no. Una magulladura en la cara puede dar pie a comentarios no siempre agradables. Una magulladura en la cara puede acarrear una serie de problemas que restarían el placer de la escena vivida.