La sensualidad de la geisha
No recuerdas exactamente en qué película contemplaste aquella escena. Tal vez fue en El imperio de los sentidos. O quizás fue en Memorias de una geisha. Tampoco pones la mano en el fuego porque no fuera en cualquier film de serie B, un domingo por la tarde, visto en el salón de tu casa. El caso es que esa escena quedó dentro de ti, arraigó, y que tú vuelves a ella una y otra vez y que lo haces machaconamente, con la insistencia tenaz de las obsesiones. Algo normal. Después de todo, las fantasías eróticas incumplidas tienen un algo de obsesivo en su ADN, y esa escena vista alguna vez en alguna película de título olvidado nutre la que sin duda es tu gran fantasía erótica. Por eso sueñas con ella tan a menudo. Lo haces introduciendo en cada ocasión pequeñas variaciones, cambiando pequeños detalles, haciendo permanecer en ella, sin embargo, lo que debe permanecer sin duda inalterable para que la fantasía cumpla, dentro de tu imaginación, su excitante función.
Ese algo que permanece inalterable en toda variación de esa fantasía erótica que tanto te atrae y que os enlaza a ti y a tu pareja al eje central de la misma y a su desarrollo argumental son los roles que uno y otro deberíais mantener en caso de que desearais convertir dicha fantasía en realidad.
Si ese momento llegara, si por fin dierais el paso de convertir tu fantasía erótica en realidad, tú serías siempre e ineludiblemente el señor atendido, el centro de todos los placeres, el beneficiario personal de todas las acciones que tuvieran lugar en ella. Para que eso sucediera, tu pareja debería convertirse, en sus actos y en tu imaginación, en tu geisha particular.
Si lo hablas con tu pareja, si la convences del lugar preponderante que la fantasía erótica de la geisha ocupa en tu imaginación sexual, muy probablemente ella estará encantada de regalarte ese tiempo de placer exquisito, refinado y lleno de sensualidad que es el tiempo en el que la geisha muestra todo su arte y su valía para su señor.
Antes de que ese período se inicie, y para que ninguno de los dos os llaméis a engaño, debéis tener muy claro tanto tú como tu pareja que una geisha no es una prostituta. Ni siquiera una prostituta de lujo. Lo sensual (y no lo directamente sexual) será para la geisha la guía fundamental de todas sus acciones. Tu pareja, actuando como una geisha en la escenifición de tu fantasía erótica, te envolverá con la sensualidad de sus actos. Que esa sensualidad os conduzca, final y muy seguramente, a lo sexual no quiere decir que necesariamente tenga que ser así.
El ritual de la geisha
Tu geisha particular iniciará su ritual preparando adecuadamente el escenario. Para ello, tu geisha tendrá en cuenta que la sensualidad es algo que debe atañer a todos los sentidos. Ninguno de ellos debe quedar excluido de ese refinado proceso de seducción que tu pareja, geisha de ocasión, va a ejecutar para ti. El olfato, la vista, el tacto, el gusto y el oído deben sentirse mimados y estimulados.
Unas barras de incienso, por ejemplo, servirán para embriagar tu olfato. Escoged para ello un aroma que sea de vuestro agrado y que os resulte estimulante. Quizás sea el jengibre, o tal vez la rosa, la canela, el benjui o la mirra. El del jazmín puede ser, también, un aroma muy propicio y sensual para estimular tu olfato.
Unas flores blancas cuidadosamente colocadas alrededor del lugar en el que se escenifique tu fantasía erótica cumplirán la misma función aromatizadora del incienso y, a la vez, aportarán a tu visión unas pinceladas de belleza y elegancia. Unas velas encendidas pueden servir también para ello. Al mismo tiempo, tu vista debe sentirse estimulada por la visión sensual y excitante de tu pareja. Vestida con un simple pero elegante kimono, mostrando partes muy determinadas e insinuantes de su cuerpo, tu geisha particular debe ofrecerse a tu vista como una promesa que fuera, poco a poco, haciéndose corpórea. Casi como si fuera una nota musical que vibrara en el aire.
Escoger la música adecuada es, también, fundamental para que la escenificación de tu fantasía de la geisha se haga realidad. Una música en la que el shamisen (el tradicional instrumento con tres cuerdas japonés) sea el protagonista será, seguramente, una música que os ayudará a introduciros mucho mejor en vuestros respectivos roles.
Agua y té
Una vez ambientados, tu pareja puede enfrascarse en la sensual tarea de lavar y masajear tus pies. Servirse para ello de un agua a una temperatura agradable (ni fría ni caliente) y convenientemente aromatizada con pétalos de rosa o con algún aceite esencial puede ayudar a añadir sensualidad a un acto tan íntimo y sensual como puede ser el de lavar los pies a la pareja.
Una vez lavados tus pies, tu pareja, mientras permanecéis arrodillados el uno frente al otro, puede proceder, como una geisha exquisita y experimentada, a compartir contigo la ceremonia del té. Gestos precisos, delicados y contenidos son imprescindibles para añadir sensualidad a una acción (la de llenar las tazas de té) que, ejecutada de cualquier otro modo, puede resultar demasiado cotidiana y despejada de erotismo.
Compartido el té tu geisha puede dedicarse a estimular tus oídos susurrándote en ellas palabras que te vayan sumergiendo, poco a poco, en las turbias aguas del deseo. Palabras sugerentes. Palabras picantes. Palabras directamente sucias. La geisha debe, ante todo, provocarte. Sus insinuaciones deben llevarte poco a poco hacia el húmero territorio del deseo.
Entrarás en él definitivamente cuando tu geisha particular te enseñe su privada colección de estampas. Lo ideal sería que te mostrara shungas (ilustraciones de temática sexual tradicionales japonesas). A falta de dichas ilustraciones pueden serviros cualquier tipo de imágenes que muestren diferentes posturas eróticas.
Seguramente, y llegados a este punto, vuestro mayor deseo sea experimentar algunas de dichas acciones. Jugad a ensayar alguna de ellas. Probad con varias. Muy probablemente habrá alguna de esas posturas que, finalmente, atrape vuestra atención. Cuando ese momento llegue, el cuerpo de tu propia geisha se habrá convertido en el mejor regalo de sensualidad que ella podrá entregarte. Será entonces cuando lo evidentemente carnal y sexual ocupe el espacio que hasta ese momento habrá ocupado lo delicadamente sensual y estimulante. Tu fantasía erótica se habrá hecho en ese momento realidad, sobre todo si tu pareja, llegada a este punto, conoce alguno de los trucos que la gente de Oriente ha acostumbrado a poner en práctica llegado el tiempo del sexo.