Postura erótica “Expreso del placer”
¿Por qué limitar el espacio del goce sexual a la cama o al suelo? ¿Por qué no buscar la manera de combinar ambas? ¿Por qué no intentar que cama y suelo puedan convertirse en escenario, al mismo tiempo, de una tórrida escena sexual? Esta postura erótica que te proponemos en eroticafactory.com sirve para conseguirlo. Iniciado el acto sexual, la parte inferior del cuerpo de la mujer (de cintura para abajo), se colocará sobre la cama, y la parte superior estará inclinada hacia abajo. Los brazos servirán de soporte para esa parte de cuerpo que oscila sobre la cama.
Adoptando esta postura erótica, el culo de la mujer se situará justamente en el borde de la cama. Hacia atrás, sus piernas se extenderán, abiertas, abriendo el espacio justo para que el hombre pueda colocarse en él, deslizándose por detrás dentro de ella. Para sujetar su peso corporal, el hombre extenderá sus brazos y se agarrará al borde de la cama.
Sensaciones de la postura para la mujer
No lo negamos. Esta postura erótica exige, por parte de la mujer, un poco de fuerza en los brazos. Siempre puede dejar que se descuelgue completamente la parte superior del cuerpo, pero que la sangre baje durante demasiado tiempo a la cabeza no es, en ningún caso, ni haciendo el amor ni no haciéndolo, demasiado bueno.
Una buena, aunque casi acrobática manera, de obtener nuevos placeres de esta postura erótica, es introducir en ella la pequeña variante de cambiar la orientación del cuerpo femenino. Es decir: que la mujer, en lugar de estar recostada sobre la cama boca abajo, lo esté boca arriba. Para potenciar las posibilidades de placer de esta nueva variante nada mejor que colocar una almohada bajo la cintura. Esta almohada, colocada ahí, permitirá que se eleve la pelvis y, con ello, que una vez realizada la penetración se pueda producir una mejor estimulación del punto G, algo que, no hace falta decirlo, es muy valorado por las mujeres.
Sensaciones de la postura para el hombre
La mayor ventaja que esta postura erótica ofrece al hombre es la sensación de dominio que éste puede experimentar. Adoptando esta postura sexual, el hombre se siente dominando absolutamente el acto sexual, tomando el control del mismo y dirigiendo y decidiendo cada paso del mismo. Con la mujer prácticamente desmadejada en el filo de la cama, el hombre, desde su posición, se asoma al abismo de un delirio que tendrá tanta intensidad como él sea capaz de dar a sus movimientos. Si éstos son lo suficientemente intensos, la sensación que sentirá la pareja será la de ir subidos a un tren expreso que avance en mitad de la noche, traqueteante, en busca de un destino que no será otro que la estación término del placer más intenso que se pueda imaginar.