Vivir el sexo a tope implica experimentar. El sexo es o puede ser mucho más que ejecutar con más o menos gracia el misionero o, estirando mucho, la postura del perrito. En nuestro blog hemos recomendado muchas posturas eróticas y hemos hablado de muchas técnicas sexuales que pueden servir para hacer más variada e interesante nuestra vida sexual. Pero la experimentación tiene sus límites o, cuanto menos, sus riesgos. Hay prácticas sexuales peligrosas, maneras de follar o de disfrutar del sexo que pueden acabar muy mal. De ellas vamos a hablaros en este artículo.
Sexo arriesgado
Que cada quien es cada cual e intenta vivir su vida sexual a su manera. Así acostumbra a ser y así, de hecho, debería ser. Hay personas que se sienten plenamente satisfechas viviendo un sexo tranquilo y personas que necesitan algo más de marcha en su vida sexual. Para unas, el misionero ya es suficientemente gratificante. No necesitan ir más allá. Otras, sin embargo, necesitan experimentar sensaciones más fuertes. Los amantes del BDSM, por ejemplo, figurarían en este segundo grupo.
Son estos últimos, principalmente, los que se aventuran llevando a la práctica técnicas sexuales arriesgadas. Estas técnicas pueden, incluso, llegar a provocar la muerte de quien las lleva a la práctica. Entre ellas destacamos las siguientes:
- Asfixia erótica
- Electro-estimulación erótica
- Juegos con cera
- Trampling
- Ballbusting
Veamos en qué consisten cada una de estas técnicas sexuales y por qué pueden resultar peligrosas.
La asfixia erótica
A la asfixia erótica se la llama también asfixiofilia. Sin duda, éstas es una de las prácticas sexuales más arriesgadas. Combinar el momento del orgasmo con una leve asfixia puede resultar, dicen, muy placentero. Por eso hay personas que persiguen conseguirlo. Algunas de esas personas (entre ellas algún que otro famoso) se ha dejado la vida en el intento.
Algunos estudios apuntan que el origen de la asfixia erótica se encuentra en la Edad Media. Alguien comprobó que los ahorcados tenían una erección refleja momentos antes de morir. Los estudios anatómicos descubrieron que al ahorcar a una persona se ejerce una presión sobre el cerebelo y es precisamente esa presión la que provoca la erección del ahorcado.
Esta práctica sexual arriesgada ha sido muy practicada entre indígenas del ártico y también por algunas comunidades del Asia sudoriental. Se dice que se puso de moda en Europa tras la guerra de Indochina, pues los soldados franceses, que la habían aprendido por allí, la trajeron a nuestro continente.
Esta práctica sexual peligrosa se practica sobre todo en solitario y para dar una intensidad mayor a la masturbación. Entre parejas es menos común, aunque hay imágenes altamente eróticas e impactantes de cómo se lleva a la práctica esta técnica en pareja en uno de los grandes clásicos del cine erótico, El imperio de los sentidos, del cineasta japonés Akira Kurosawa.
Según apuntan muchas estadísticas, son muchos los hombres que, en todo el mundo (y en algunos países en particular), fallecen cada año intentando llevar a la práctica esta arriesgada técnica erótica.
Electro-estimulación erótica
Como hemos dicho al principio de nuestro artículo, cada persona vive el sexo a su manera. Para algunas personas, disfrutar del sexo implica combinarlo con la electricidad. Sentir cómo ciertas descargas eléctricas caen sobre los genitales durante la práctica sexual puede resultar muy placentero para esas personas. Y muy peligroso.
La industria del juguete erótico ha lanzado al mercado utensilios especialmente diseñados para realizar este tipo de juegos eróticos. En los sexshops se pueden encontrar anillos para el pene y consoladores que proporcionan pequeñas descargas eléctricas. Estas pequeñas descargas eléctricas provocan en quienes las reciben sensaciones similares a un leve incremento de calor o a la sensación que produce una leve picadura.
Pese a la seguridad con la que están diseñados estos gadgets para disfrutar del sexo eléctrico, no hay que olvidar que cualquier descarga eléctrica (incluso la más baja) tiene la capacidad de alterar el ritmo cardíaco y, en algunos casos, de quemar la piel. Por eso queremos aprovechar esta ocasión para recomendar siempre la compra de productos de primeras y contrastadas marcas de juguetes eróticos para la práctica del BDSM y para recordar que, en determinadas prácticas eróticas, hay que extremar al máximo las precauciones.
Juegos con cera
De la misma manera que hay personas a las que les gusta experimentar con la electricidad cuando practican sexo, también las hay a las que les gusta jugar con el calor. Entre ellas, son muchas las que escogen la cera derretida para sus juegos eróticos. Para muchos amantes del BDSM, puede resultar muy sensual el atar a su pareja a la cama, tapar sus ojos y hacer que una vela gotee cera caliente sobre su cuerpo.
Teniendo en cuenta que la temperatura de fusión de una vela oscila entre los 50 y los 90 grados, no estamos hablando de una broma cuando hablamos de los juegos con cera en el ámbito sexual. Para practicar este arriesgado juego erótico hay que conocer el material que se usa. Y es que no vale cualquier tipo de cera para jugar a estos juegos. Hay cera que quema más y cera que quema menos.
Informarse bien y saber escoger es fundamental para minimizar los riesgos cuando se practican los juegos eróticos con cera. También es fundamental conocer la técnica. No es lo mismo dejar caer una gota de cera derretida desde 20 cm de altura que desde 5. Tampoco se enfrían de la misma manera las gotas de mayor diámetro que aquéllas que tienen un diámetro más reducido. Si quieres jugar a este peligroso juego sexual, infórmate bien sobre cómo hacerlo y toma todas las medidas necesarias para reducir el peligro al mínimo.
El trampling
El trampling es una práctica sexual propia del universo BDSM. En ella, uno de los miembros de la pareja (la mujer principalmente) ejerce el rol de Dominante y, el otro, de sumiso. Este juego puede provocar un respetable dolor en la parte sumisa. Dependiendo de su capacidad para resistir ese dolor, el trampling puede practicarse de dos maneras diferentes.
El primer modo de practicar el trampling es caminando descalzo sobre el cuerpo de la pareja. El segundo, en pisar sus genitales. O sea: que una mujer, preferiblemente con sus zapatos puestos, pisa los testículos y el pene de su pareja. ¿Doloroso? Sin duda. ¿Peligroso? También. Y es que, más allá del tamaño de los genitales, hay que entender a éstos como “material sensible”. Es decir: que pueden sufrir daño muy fácilmente. Por eso es una técnica sexual que no recomendamos si no se posee la suficiente experiencia y que, aún así, debe practicarse extremando al máximo la atención. No calcular correctamente la fuerza con la que se pisa puede provocar graves lesiones en las persona que participa de forma pasiva en este juego erótico peligroso.
El ballbusting
La práctica erótica anteriormente descrita podría incluirse en un grupo más amplio de técnicas eróticas típicamente bedesemeras y que reciben el nombre del ballbusting. ¿En qué consiste el ballbusting? En torturar los genitales. En esta peligrosa práctica sexual se conjugan el masoquismo, el sadismo y la sumisión y para torturar a esos genitales todo vale, desde el empleo simple de las manos al uso más sofisticado de fustas, látigos, garrotes, etc.
Uno de los grandes riesgos del ballbusting es el de provocar la infertilidad de la persona cuyos genitales son torturados. Sin duda, poca broma. Si eres amante del ballgusting y disfrutas sintiendo cómo te fustigan o retuercen los testículos debes saber que, pese al placer que puedas sentir al experimentar las sensaciones derivadas de esa práctica, estás corriendo un grave riesgo al practicarla. Y es que, sin duda, el ballbusting es una de las prácticas sexuales más peligrosas que existen.