Sexo en la cocina
¿Hay algo más pesado que fregar los platos? Quien más quien menos ya tiene un lavavajillas para aliviar ese trámite. Quien no lo tiene, no tiene más remedio que hundir las manos en el fregadero y ponerse a lavar, plato por plato, toda la vajilla y menaje de cocina que se haya usado para cocinar y comer.
Si hoy es a tu chica a quien le toca fregar los platos, ¿por qué no le regalas un momento especial que le haga desear, también mañana, ser ella la encargada de lavar la vajilla? Quizás, siguiendo nuestras recomendaciones consigas matar, como normalmente se dice, dos pájaros de un tiro. Por un lado conseguirás pasarlo bien junto a tu pareja. Por otro, alcanzarás eso que siempre soñaste, quitarte alguna vez de encima la tarea de fregar platos.
Para llevar adelante tu “malévolo” plan sólo debe cumplirse un requisito: que tengas ganas de disfrutar de un rato de sexo fugaz y rápido. Seguro que la visión de tu pareja te hace ansiar ese momento. Mírala de espaldas, junto al fregadero. ¿No te excita la visión de su trasero? Seguro que sí. No hará falta, sin duda, que tu pareja se muestre como se mostraba Leonor Watling en una de sus películas. Allí, la buena de la Watling, vestida únicamente con un simple delantal de cocina, preparaba un plato de pasta de espaldas a la cámara (de espaldas a nosotros) mostrándonos la maravillosa visión de su culo. Estamos seguros de que si tú tuvieras dicha visión ante ti no ibas a tardar ni dos segundos en ponerte a tono y con la guardia armada para iniciar ese tiempo de sexo fugaz y apasionado con que quieres obsequiar a tu pareja.
Como buena parte de la clave del éxito de esta propuesta de polvo radica en la sorpresa no vamos a hacer que solicites a tu pareja que se vista de manera semejante a como Leonor Watling aparece en la imagen que comentamos. Deséala tal y como se encuentre vestida: con la ropa de calle, el chándal, el pijama o lo que suela llevar mientras está en casa, bien sea una sugerente pieza de lencería erótica, bien un short en el que difícilmente quepan la maravillosa redondez de sus glúteos.
Acércate a ella de manera sigilosa y, una vez tras ella, desliza tus manos por su cintura mientras besas la parte posterior de su cuerpo de manera suave y acaricias sus pechos. Seguramente notarás cómo ella agradece esas caricias y cómo, de alguna manera, se prepara para esperar más.
No dudes en dárselo. Por ejemplo, si lleva un pequeño camisón, puedes meter tu mano, por delante, bajo sus bragas. Puedes pegarte a ella para que, en sus glúteos, note la magnitud de tu erección. O puedes, definitivamente, bajarle los pantalones (si los lleva) o subir su falda. El objetivo, que debe ser cumplido cuanto antes, es bajarle las bragas. Hazlo. Y hazlo, a ser posible, mientras coges del escurridor una espátula de madera. Cuando la tengas en la mano, sírvete de ella para azotar con suavidad pero con decisión las nalgas de tu pareja.
¿Habéis experimentado alguna vez con el poder erótico de las nalgadas? Pues ahora es el momento de experimentar con los azotes. Quizás éstos sean la clave para hacer que la temperatura sexual de tu pareja suba varios grados en apenas unos segundos. Notarás que es así por su respiración. Se habrá acelerado. Se habrá vuelto entrecortada. Será, simplemente, el símbolo de un deseo que se habrá ido apoderando de ella. Que la habrá humedecido.
Si es así o no podrás comprobarlo fácilmente. Haz que ella se gire. Que deje de darte la espalda. Que esté frente a ti, cara a cara. Cuando lo haga, arrodíllate ante ella y separa sus piernas. Tu boca sólo debe tener un destino y ese destino debe ser su entrepierna. Saboréala. Recorre su vagina con tu lengua. Juguetea con su clítoris. Mastúrbala con tu boca. El cunnilingus es el premio que debes dar a tu pareja junto al fregadero. Siente cómo sus jugos te empapan la boca y cómo le escurren piernas abajo.
Fugaz y rápido, ardientemente apasionado: así es el sexo que te proponemos siempre en esta sección. Incorpora esta práctica a vuestras prácticas sexuales de pareja. Enriquecedlas con esta maravilla de sexo fugaz. Quizás tu pareja te premie intercambiando los papeles. Quizás sea ella quién, agradecida, se arrodille ante ti para premiar tu diligencia a la hora de lavar los platos con una mamada inolvidable. Felación y cunnilingus son prácticas idóneas para una apresurada sesión de sexo fugaz. Quizás, después de realizarla, estés deseando ser tú quien lava los platos.