Follar sobre la mesa de la cocina
La imagen de Jack Nicholson penetrando a Jessica Lange sobre la mesa de la cocina en El cartero siempre llama dos veces pertenece, sin duda, a la historia del cine. Permanece en nuestra memoria como uno de esos momentos eróticamente memorables de la historia del séptimo arte. Desde ese momento, seguramente, miramos las mesas de las cocinas (y las cocinas en sí) de otro modo. Y es que la cocina, ¿por qué no?, puede ser un magnífico lugar para practicar sexo o, cuanto menos, para entregarse a la dicha y al placer de unas tórridas caricias.
Qué duda cabe que el sexo en la cocina no será tan cómodo como en otros lugares de la casa. Al mobiliario de la cocina le falta la comodidad que proporcionan otros muebles del resto de la casa. La mayor parte de las cocinas están llenas de superficies frías y duras: mármol, silestone, etc. Quizás sea eso lo que invita a una sesión de sexo rápido y urgente. De sexo fugaz, intenso y apresurado.
Si atiendes a la logística imprescindible del acto sexual, es posible que compruebes cómo la cocina te ofrece posibilidades únicas en cuanto a posturas eróticas. ¿Qué cocina no tiene una mesa o una pequeña barra? Su dura superficie puede resultar una experiencia novedosa y emocionante para tu piel. Eso sí: procura que no haya objetos de vidrio cerca del espacio en que vais a desarrollar vuestra tórrida escena. El sexo en la cocina también puede acarrear ciertos riesgos. El menor de ellos es que tu espalda o la espalda de tu pareja aparezca pespunteada de miguitas de pan.
Posibilidades de la cocina como escenario sexual
Un punto a favor de la cocina como escenario sexual es el hecho de que el equipamiento propio de la misma puede resultar muy útil para el sexo en general, pero sobre todo para el sexo más atrevido y para las prácticas BDSM más sencillas. Espátulas y cucharas de madera pueden servir perfectamente como palas azotadoras. Basta abrir el cajón y echar mano de ellas o cogerlas del jarrón en el que están colocadas para gozar de la posibilidad de ejecutar unas picantes nalgadas en tu escena de sexo fugaz.
Los alimentos que encuentres en la cocina también pueden servir para practicar nuevas experiencias erótico-culinarias. ¿Qué tal puede resultar para la excitación mutua el hecho de pintar el cuerpo de tu pareja con salsa de chocolate que después tu lengua irá limpiando lenta y seductoramente? ¿Qué tal os puede sentar el juguetear con cerezas llevándolas de unos labios a otros? No hablaremos de las posibilidades que aportan pepinos y calabacines para la estimulación ni del sabor que puede tener un pene embadurnado de nata o mermelada. Seguramente después de alguna práctica de este tipo será necesaria una buena ducha, pero la ducha también puede ser una buena excusa para prolongar ese tiempo de placer que se ha iniciado con esa sesión de sexo en la cocina.
Otro aspecto a valorar positivamente al hablar del sexo en la cocina es el de poder practicar en ella un buen puñado de juegos de rol. El más típico de todos ellos podría ser el del técnico que viene a reparar el frigorífico. Que ese técnico acabe revolcándose con la dueña de la casa sobre la mesa de la cocina sólo es la consecuencia lógica de una imaginación erótica que, de tanto en tanto, recurre a las fantasías más comunes para entrar en calor y ponerse a tono.
La cocina también puede ser un lugar ideal para estimularse con vistas a un encuentro erótico posterior. Muchas parejas pasan mucho tiempo en la cocina. Aprovechar ese tiempo para estimularse a base de caricias, flirteos o conversaciones subidas de tono puede ser una buena manera de crear el ambiente necesario para que, posteriormente, la pasión estalle y se desborde en otro rincón de la casa, quizás en el sofá del salón, quién sabe si en el dormitorio.
Si la pasión se vuelve tan urgente como para impedir cualquier aplazamiento, el sexo en la cocina puede ser una buena manera de hacer que dicha pasión deje su huella en la memoria erótica de la pareja. Como siempre decimos, sexo fugaz no quiere decir sexo malo. En muchas ocasiones la fugacidad sólo es reflejo del apasionamiento desbordado. Eso mismo puede suceder con el sexo en la cocina. Eso sí: la pareja siempre debe tener presente que el hecho de que la cocina sea uno de los lugares más visibles y comunes de la casa puede hacer que el sexo en la cocina se convierta en una experiencia erótica que bordee el exhibicionismo. Es fácil ser atrapados en postura comprometida (sobre todo cuando la pasión se apodera del funcionamiento de nuestras neuronas) si otras personas viven en la casa. Esto puede añadir un plus de picante a la experiencia erótica del sexo en la cocina, qué duda cabe, pero hay que ser conscientes de que tener la certeza de que en la cocina se desarrollan actividades eróticas puede no ser del agrado del resto de las personas que habiten la vivienda. Después de todo, quizás a alguien no le guste comer sus cereales sobre la misma superficie sobre la que horas antes tenía lugar un intenso, ardiente y desbocado intercambio de flujos corporales.