Un espacio propicio para el sexo
Toda empresa que se precie hace sus encuestas de prospección de mercado y, atendiendo a los resultados de dichas encuestas, diseña sus campañas de publicidad. Da lo mismo si la empresa intenta vender un perfume, un equipamiento para la cocina, un preservativo o un plato de ducha. Grohe, una empresa alemana especializada en la elaboración de grifería para baño y cocina y de sistemas de ducha, realizó hace un tiempo una encuesta y esa encuesta dio un resultado que no podemos obviar: el 42,2% de los hombres españoles y el 26,7% de las mujeres consideran la ducha como el lugar ideal para hacer el amor.
Sin duda, la estimulación del chorrito de agua y el punto extra de higiene que puede añadir la ducha a la hora de realizar según qué prácticas eróticas (piensa por ejemplo en el beso negro o en una felación o un cunnilingus tras un día de duro trabajo), la convierten en un territorio propicio al sexo. Pero practicar sexo en la ducha exige una serie de medidas que hay que tener siempre presentes. La principal de ellas, por supuesto, es colocar una alfombrilla antideslizante o, mejor aún, calzarse unas zapatillas de caucho. No es cuestión de descalabrarse en mitad de un arrebato de pasión ni de dejarse la nuca en la grifería por intentar ejecutar a la perfección alguna postura recomendada en su mítico Kama Sutra por el gran Vatsyayana.
Sexo en la ducha no quiere decir, indefectiblemente, sexo de pie. Que en la mayor parte de los casos sea así no significa que tenga que serlo por obligación. Por eso es importante proveerse de alguna especie de banqueta que pueda mojarse y sea lo suficientemente resistente y estable como para soportar el peso de dos adultos y mantener la verticalidad mientras esos dos adultos se abandonan como niños a sus juegos más preciados. No es necesario que la banqueta esté dentro de la ducha cuando entréis en ella. Eso ti, tenerla a mano para cogerla cuando la deseéis utilizar sin tener que salir del espacio acogedor del agua templada.
Preparativos y seguridad
Antes de entrar en la ducha para mantener relaciones sexuales hay dos cosas que debéis tener hechas: el precalentamiento y la puesta del preservativo. Unas caricias en seco, fuera del agua, es la mejor manera de ir preparando los cuerpos para el festival de sexo al que están invitados. Los preliminares siempre son importantes. Llevar un buen perfume, susurrar al oído cosas sexys o, directamente, sucias; besar cara, cuello, manos, boca…; desnudarse mutuamente el uno al otro y magrear y acariciar aquellas partes más sensibles y erógenas de las mutuas anatomías son algunas de las cosas que, en seco, irán preparando los cuerpos y poniéndolos a su temperatura correcta para disfrutar de una intensa sesión de sexo en la ducha.
Puesto a tono el cuerpo masculino (esto es: luciendo ya una perfecta erección) el hombre deberá “calzarse” el preservativo. Esta acción, y siempre que se desee añadir un toque extra de erotismo, también podrá ser realizado por la mujer, bien sea con la mano, bien con la boca. Colocar con la boca un preservativo es algo muy excitante y sensual pero debe ser realizado con sumo cuidado. Es fácil dañar el condón e inutilizarlo para el cumplimiento de sus dos principales misiones: evitar el contagio de enfermedades de transmisión sexual (ETS) e impedir embarazos no deseados. Si recomendamos colocar el preservativo antes de entrar en la ducha es por motivos obvios: quizás colocarlo bajo el chorro del agua no resulte tan sencillo.
Ya preparados, hay que entrar en la ducha y colocarse bajo el chorro de agua. Utilizar el teléfono de la ducha para estimular vuestras zonas íntimas puede ser una gran idea para ir acercando vuestros cuerpos hasta el gozo final. Seguramente no hará falta recordar hasta qué punto ha sido útil un aparato tan simple como la alcachofa de ducha para la masturbación femenina. El efecto de la presión del agua al incidir sobre el clítoris ha sido loado por más de una mujer. También los hombres han alabado la dicha de masturbarse, con las manos lubricadas de jabón, en la ducha.
Y eso precisamente, la lubricación, es algo que hay que tener siempre presente cuando se practica sexo en la ducha. Como siempre que se practica sexo en el agua, hay que tener a mano un buen lubricante. El agua, por extraño que pueda parecer, reseca las mucosas. Y unas mucosas resecas juegan en contra de una penetración placentera. Para practicar sexo en la ducha, el lubricante más recomendado es el lubricante a la base de silicona. El lubricante con base de agua tiende a diluirse y los que tienen base oleosa dañan al preservativo.
Teniendo en cuenta todos estos factores (también podríais contar con una música sensual y con unas velas aromáticas que ambientaran el espacio de la ducha), ya podéis entregaros a vuestra sesión de sexo en la ducha. Os debéis asegurar, eso sí, de extremar vuestras precauciones. La ducha como espacio para tener sexo, no vamos a negarlo, presenta sus riesgos. Atornillar a la pared una barra a la que sujetarse puede ser una buena idea para evitar resbalones y accidentes que pongan punto final a un polvo de la manera menos atractiva y sensual que podéis imaginar.