El verano, tiempo de sexo

Si eres usuario de Faceboock te habrás dado cuenta: cuando llega mayo, el número de gente conocida que cumple años durante este mes se multiplica notablemente. Algunos medios de comunicación se han hecho eco de esta circunstancia y han dado la explicación. Si restamos nueve meses (el tiempo de una gestación humana) al mes de mayo nos da un resultado esclarecedor. La concepción de los nacidos en mayo se produjo en esos treinta días que van de mediados de julio a mediados de agosto. Es decir: en verano, y, por tanto, en tiempo de vacaciones. Cuando las parejas tienen más tiempo. Cuando las parejas tienen más ganas.

Decir verano es decir tiempo libre, horas que pueden dedicarse al ocio, al placer, a desconectar de todas las preocupaciones que durante el resto del año nos roban el tiempo necesario para dedicarnos a nosotros mismos y a esas pequeñas cosas que nos permiten limpiar nuestra mente de toxinas y poner a punto nuestra mente para enfrentarnos a los problemas que la vida nos pone al paso. Entre esas pequeñas (o grandes) cosas se encuentra, en lugar preferencial, el sexo.

El verano es el tiempo del sexo. Las hormonas bullen seguramente estimuladas por el calor del sol. En verano todos nos volvemos algo tropicales. Los cuerpos obtienen de repente la visibilidad que les ha sido escamoteada durante el invierno y se pasean por terrazas, plazas y paseos marítimos dejando tras de sí el rastro invisible pero inexcusable del deseo. Ropas ligeras, cutis bronceados, looks desenfadados que restan trascendencia a cualquier gesto que se haga. Todos los factores parecen aliarse para convertir el sexo en una de las mejores actividades que pueden practicarse en verano.

El verano es, pues, el paraíso del sexo fugaz. Con las hormonas en ebullición, las antenas en estado de alerta y el cuerpo exhibiéndose sin demasiados tapujos, todo parece coaligarse para que la conciencia quede arrinconada en un rincón y hombres y mujeres se entreguen sin demasiados remilgos a los placeres de la carne. Sin remilgos y sin demasiadas perspectivas de futuro, todo sea dicho. El sexo en invierno exige un piso vacío, una habitación de hotel, un refugio en el que el frío sea un señor que impide los desatinos de la razón pero que, educado, se queda lamiendo el umbral al otro lado de la puerta, más allá de los cristales. Y la elección de un piso, de una habitación, de un refugio, exige una cierta previsión, un plan, un tiempo de meditación que puede actuar como una potente dosis de bromuro sobre el deseo de la pareja.

Sexo en invierno, sexo en verano

El invierno es el tiempo del sexo lento, del placer slow, de los prolegómenos y el después, del te querré toda la vida, corazón. El invierno no rechaza el sexo fugaz, pero no hace nada por reclamar su presencia. El verano, sí. El verano invita al sexo fugaz como ninguna otra estación del año. Nadie habla de los ligues de invierno y quien más quien menos ha tenido alguna vez en su vida un ligue de verano, un amor fugaz con el que, quizás, se han aprendido a dar los primeros besos y se han realizados las primeras escaramuzas sexuales.

El verano trajo seguramente para muchos y por primera vez a la punta de sus dedos el tacto ardiente de la seda húmeda y suave de unos labios vaginales. El verano descubrió probablemente a muchas muchachas en flor cómo, lejos de ser algo repugnante, el sentir en la boca la dura presencia de un pene en erección puede llegar a ser tremendamente excitante y delicioso. El verano quizás es el tiempo de los hímenes rotos y de saber que eyacular demasiado rápido es un precio que casi todos los hombres deben pagar en sus estrenos. El verano es un vertedero de hímenes rotos, un canto al erotismo, un meublé llenos de pasillos por el que se cruzan y descruzan parejas de ocasión, hombres y mujeres que han decidido entregarse al imperio de lo leve sin atender a mayores. El verano es un ventarrón que entra en los grupos para revolverlo todo y ponerlo manga por hombro, para crear situaciones sin vuelta atrás pero que en muchas ocasiones, tal vez en la mayoría de ellas, tampoco tienen demasiado camino por delante. El verano es el tiempo del presente, el imperio del carpe díem, el reino del follemos hoy que el mañana ya vendrá. Quienes son hijos de la emigración y cada verano han vuelto al pueblo de sus padres para pasar sus vacaciones saben de lo que hablamos.

Cuidados para el sexo fugaz en verano

Un polvo en el asiento trasero del coche al volver de la disco, un revolcón a las afueras del pueblo, allá por las eras, un aquí te pillo y aquí te mato en la playa, entre dos barcas… El verano favorece todas estas situaciones y las situaciones, fieles a su cita, no cesan de repetirse. Indaga. Pregunta. Investiga. Descubrirás que, quien más quien menos, ha tenido su momento de sexo fugaz en verano. Si lo has tenido no hace falta que te expliquemos nada. Si no lo has tenido y estás abierto o abierta a la posibilidad de tenerlo próximamente, hay varias cosas que debes tener en cuenta para no sufrir algún tipo de desengaño.

Esos factores a tener en cuenta son los siguientes:

  • No te plantees el sexo fugaz en verano como puerta de entrada a algo más serio. Que de vez en cuando grandes historias de amor comiencen en verano no quiere decir que eso sea lo habitual. El amor de verano acostumbra a tener una vida tan corta como lo son las noches durante esa estación.
  • Extrema todas las medidas de prevención profiláctica si vas a tener sexo fugaz en verano con un desconocido o desconocida. Las enfermedades de transmisión sexual no son un mito, existen. Y están ahí, acechando quizás en los genitales de la mujer más atractiva o del hombre más irresistible. El preservativo debe tener su papel, pues, en todo contacto de sexo fugaz. Además, hay que evitar, por encima de todo, la posibilidad de quedarse embarazada por una placentera sesión de sexo fugaz en verano.
  • El sexo fugaz con desconocidos plantea también una inquietud. ¿Quién es ese hombre que parece tan simpático y que está con nosotros? ¿Quién es en verdad esa mujer tan deseable? La posibilidad de cruzarse con un o con una psicópata en un caso de sexo fugaz no es muy elevada pero de existir, existe. Por eso hay tomar alguna medida preventiva para evitar algún tipo de problema. Una medida muy adecuada es avisar a alguien de nuestra absoluta confianza sobre dónde estaremos.
  • Si el sexo fugaz en verano ha tenido lugar con algún miembro de tu círculo de amistades hazte a la idea de que es fácil de que nada entonces entre vosotros volverá a ser igual. Una sesión de sexo fugaz en verano puede acabar con una amistad o, cuanto menos, enturbiarla. ¿Merece la pena? La respuesta a esta pregunta será capital para que decidas tener o no con esa persona en concreto una sesión de sexo fugaz en verano.