Sabiduría Oriental

Los occidentales somos así: nos creemos el centro del Universo. Por eso obviamos con demasiada facilidad a otras culturas y, al hacerlo, perdemos la oportunidad de adquirir nuevos y ricos conocimientos. Y eso que deberíamos haber aprendido a mirar con mayor detenimiento todo lo que, por ejemplo, viene de Oriente. Cuando aquí nos vestíamos con incómodos y bastos ropajes, las culturas orientales ya habían descubierto la suavidad de la seda. Cuando aquí nos batíamos con hierros y maderas, ellos ya habían descubierto la pólvora. Cuando aquí nos limitábamos a disfrutar del sexo con poco más que el misionero y el perrito, ellos ya habían escrito el Kama Sutra.

Y es que, también en sexo, por mucho que creamos que todo lo sabemos, debemos atender también a lo que nos aportan las otras culturas. En esta ocasión, será de la cultura filipina de la que aprenderemos una técnica sexual (llámale truco si quieres) que puede servir para añadir picante e intensidad a una relación erótica. La técnica sexual de la que estamos hablando es la técnica del carrete filipino.

Se dice que las primeras mujeres que utilizaron esta técnica sexual fueron las mujeres que se prostituían en los burdeles filipinos. Gracias al carrete filipino, las prostitutas filipinas maximizaban el placer de sus clientes.

Formas de realizar el carrete filipino

¿Cómo se realiza esta técnica? Existen un par de explicaciones que intentan dar respuesta a esta pregunta. La primera de ellas es la siguiente: para maximizar el placer de sus clientes, las prostitutas filipinas ejercitaban sus músculos vaginales para, gracias a dicho ejercicio, tener un mayor control sobre ellos y servirse de ese control para, a su antojo, apretar o succionar el tronco del pene de sus amantes con el simple movimiento de dichos músculos. Para conseguir ese control, las mujeres introducían un carrete en su vagina dejando un trozo del hilo colgando. Una vez ubicado ahí el carrete, las mujeres debían contraer las paredes vaginales para, a base de contracciones y relajaciones, ir desenrollando todo el carrete hasta que todo el hilo contenido en él cayera al suelo.

En cierto modo, quienes dan a la técnica del carrete filipino la explicación anteriormente expuesta otorgan a esta técnica una función similar a la que hoy en día cumplen las bolas chinas. Gracias al uso de las bolas chinas y a los ejercicios Kegel, muchas mujeres tonifican sus músculos vaginales y, con ello, no sólo consiguen servirse de ellos para proporcionar más placer a sus parejas: también obtienen más placer para sí mismas, pues unos músculos vaginales bien tonificados son garantes de un orgasmo más intenso.

Otra explicación que ha triunfado sobre lo que es la técnica del carrete filipino es la que hace referencia al uso de un cordel e hilo para anudar la base del pene y ejercer así una determinada presión sobre él. Gracias a esa presión, se acumula más sangre en el pene, por lo que éste presenta una erección mayor. Al mismo tiempo, la presencia de más sangre en el pene implica una mayor sensibilidad del mismo, lo que implica una mayor sensación de placer durante la práctica sexual. Finalmente, el empleo de la técnica del carrete filipino sirve también para retrasar el momento de la eyaculación.

En un principio, las prostitutas filipinas que empleaban esta técnica sexual para intensificar el placer de sus clientes manipulaban la atadura del pene mientras se iba desarrollando el coito. Así, iban aumentando o disminuyendo la presión del cordel sobre la base del pene. Finalmente, y ante la llegada del instante eyaculatorio, la mujer podía incrementar dicha presión para, gracias a ella, impedir la eyaculación y prolongar la excitación y el tiempo del coito. Finalmente, la mujer que practicaba la técnica del carrete filipino, podía desatar la cinta, permitiendo así que la eyaculación se produjera y que el semen fuera expulsado con mayor fuerza y en mayores cantidades.

La técnica del carrete filipino, que acostumbraba a practicarse durante el coito, puede practicarse también durante el sexo oral o durante la masturbación. En estos casos se procedería del mismo modo: se ataría el cordel cuando tuviéramos una erección, seguiríamos estimulando el pene con el cordel o cinta anudada y la desataríamos llegado del momento de la expulsión del semen.

Si la primera explicación dada sobre la pregunta de en qué consistía la técnica del carrete filipino remitía a las actuales bolas chinas, no podemos obviar que la segunda remite de un modo muy directo a los anillos para el pene. Éstos, después de todo, cumplen las mismas tres funciones que, en principio, debía cumplir la técnica del carrete en los prostíbulos filipinos, es decir: mantener la erección, retrasar la eyaculación e intensificar el placer.

Quien desee poner en práctica la técnica del carrete filipino debe saber que, como sucede con tantas técnicas de todo tipo, será sólo la práctica quien conceda el grado de habilidad necesario para que dicha técnica resulte placentera. Para ello, es imprescindible, amén de practicar, el poseer un hilo o cordel adecuado. Hay que tener presente que siempre será mejor utilizar un material suave que parezca acariciar la piel que no uno basto y duro que resulte incómodo o molesto. También hay que tener presente que, a la hora de practicar la técnica del carrete filipino, no debemos elegir un cordel demasiado fino pues éste, al ser anudado y apretado alrededor de la base del pene, podría dañar a la piel de éste o, incluso, provocar cortaduras al mismo.
Sabiendo todo esto… ¿te animas a poner en práctica la técnica del carrete filipino?