Los músculos de la vagina

La vagina tiene su musculatura y esa musculatura tiene un papel a desempeñar durante la penetración vaginal. Si se sabe utilizar correctamente la musculatura vaginal, la mujer puede, con ella, apretar sobre el pene, aumentando así la fricción del mismo sobre las paredes vaginales. El primer efecto derivado de dicha fricción es el aumento del placer que experimenta el hombre. El segundo, la intensificación del orgasmo de la mujer.

Pero la musculatura vaginal no se fortalece por sí sola. Esta musculatura, como toda otra musculatura de cualquier lugar del cuerpo, se fortalece gracias al ejercicio. Esos ejercicios destinados a fortalecer la musculatura vaginal reciben el nombre de pompoarismo y son unos ejercicios que derivan directamente de las culturas orientales. En concreto, se cree que la mayor parte de los ejercicios propios del pompoarismo nacieron en la India para, posteriormente, ser perfeccionados en otros países orientales como pueden ser Japón o en Tailandia.

Que la mujer pueda “chupar” con la vagina y que sea capaz de absorber con ella y de cerrar y constreñir el lingam (pene) es un tema central en algunas obras orientales. El jardín perfumado (un manual al estilo del Kama Sutra pero cuyo autor era un musulmán de lo que hoy es el sur del actual Túnez) sería una de esas obras. Otra de ellas sería el Ananga Ranga, una obra escrita hacia el siglo XV o XVI por el hindú Kalyana Malla con la finalidad de mejorar las relaciones sexuales en el seno de la pareja. Kalyana Malla, de un modo muy gráfico, señala cómo el movimiento que los músculos de la vagina deben realizar cuando el pene está introducido en ella deben asemejarse a los que una mano realiza al ordeñar las ubres de una vaca.

¿Cómo ejercitar los músculos vaginales?

Unos los ejercicios más recomendados por los sexólogos para aumentar la fortaleza de los músculos vaginales son los muy nombrados ejercicios Kegel. La práctica de estos ejercicios a diarios fortalecerá los músculos de la vagina y eso servirá para que el hombre experimente mayor placer durante la realización del coito y para que la mujer pueda experimentar orgasmos y sensaciones sexuales más intensas.

Para comenzar a ejercitar los músculos de la vagina hay que localizar primeramente los músculos que hay que ejercitar. Puedes utilizar dos caminos para localizar dichos músculos. El primero de ello consiste en intentar detener tu flujo de orina cuando éste está saliendo. Esos músculos que utilizas para detener el flujo de orina son, precisamente, los músculos que debes trabajar y reforzar. El segundo camino para localizar los músculos de la vagina que te interesa ejercitar es el de intentar exprimir o atrapar los dedos de tu amante (o los tuyos propios) cuando estén introducidos dentro de ti.

Una vez has localizado los músculos correctos, intenta adoptar una posición cómoda. Puede ser sentada, acostada o de pie. Cada persona encontrará su postura ideal. Experimenta con ellas y decide cuál es la tuya. Una vez la hayas adoptado, intenta contraer esos músculos que has localizado tanto como te sea posible.

Cuenta el número de segundos que puedes mantener la contracción y repite esta contracción cinco veces más. Repite este ejercicio varias veces al día e intenta que la contracción alcance en los siguientes días los 10 segundos de duración.

Intenta alternar contracciones lentas con otras más explosivas y rápidas. Cuando hagas contracciones rápidas, tira hacia arriba de los músculos y relájalos rápidamente 10 veces. Este repertorio de contracciones alternativas puede resultar muy emocionante.

Otro ejercicio que puedes realizar para conseguir ese fortalecimiento de los músculos vaginales que te permitirá, después, apretar con la vagina, es un ejercicio de pompoarismo que puede resultarte muy placentero. Consiste en tumbarte en la cama, con las piernas separadas, y en intentar absorber con tu vagina el dedo o dedos que hayas introducido en ella. Cada absorción debería durar unos tres segundos.

También puede servirte, para ejercitar los músculos vaginales, tumbarte sobre una colchoneta, bocarriba, con los brazos laterales al cuerpo, estirados, y las piernas flexionadas. Una vez así, y con los glúteos contraídos, eleva las caderas poco a poco. El objetivo es acabar apoyándote sólo sobre tus pies y tus hombros. Repite este ejercicio en diversas ocasiones relajando los glúteos cada vez que vuelvas a apoyarlos en el suelo.

En alguna de las ocasiones en las que te encuentres apoyada sobre hombros y pies puedes tratar de contraer el ano en tres tiempos. Tres contracciones de intensidad creciente son la base de este ejercicio en el que también deberás contraer los músculos vaginales como si intentaras absorber algo con ellos.

No tengas demasiada prisa en observar mejorías claramente apreciables, pero piensa que, en pocas semanas, y sin que tus músculos vaginales hayan adquirido todavía su máxima capacidad, ya podrás apretar con la vagina en tus relaciones sexuales.

¿Cómo apretar con la vagina durante el sexo?

Una vez hayas conseguido fortalecer los músculos de tu vagina habrá llegado el momento de dominar diversas técnicas para conseguir objetivos distintos. Sorprende a tu pareja relajando completamente tu vagina y, cuando esté dentro de ti, ordénale que se esté quieto. Cuando lo haga, estimula su pene con una serie de apretones fuertes y rápidos o haciendo ondear tus músculos de una manera suave y tranquila.

Elegir una postura erótica en la que las piernas permanezcan juntas puede servir para aumentar la fricción que la vagina ejerza sobre un pene no demasiado grande o con una media erección. Los músculos vaginales pueden, en este caso, jugar un papel importante en la reactivación del miembro masculino.