Sinapsis y fantasía erótica

Hablamos de nuestras fantasías sexuales, de si nos excitamos soñando con ciertas prácticas eróticas, de si el tacto del látex nos produce una sensación especialmente placentera o de si tenemos una fijación especial sobre alguna parte física del cuerpo (el pecho, los pies, las nalgas, los labios…). Hablamos de todo ello cada vez con mayor naturalidad. Hablamos de todo eso pero no sabemos bien, bien de dónde proviene esa fantasía reiterativa, cuál es su origen.

Que nuestra sexualidad y nuestra forma de vivirla tiene mucho que ver con nuestra psique es algo que intuimos. Pero… ¿cómo se forjó el componente sexual de esa psique? Diferentes estudios han intentado dar respuestas a esa pregunta y todos ellos coinciden en que las fantasías sexuales de la persona se desarrollan durante experiencias tempranas.

Los diferentes estudios apuntan en que es en las primeras experiencias del ser humano, justo cuando se produce una mayor formación de sinapsis, donde podemos encontrar el origen de las fantasías sexuales. Cuando hablamos de sinapsis estamos hablando de un mecanismo consistente en el establecimiento de un contacto comunicativo entre dos o más neuronas. Gracias a ese contacto (que no es físico sino químico o eléctrico, dependiendo de los casos) los impulsos nerviosos originados en nuestro organismo pueden coordinar una determinada función del mismo.

Las sinapsis, como hemos visto, se producen en un mayor porcentaje en la época de nuestras primeras experiencias. Durante esa época, y generalmente influenciados por nuestros criadores, aprendemos o interiorizamos las características principales de las parejas deseables. Así, hijas adoptivas tienden a buscar parejas que se parezcan (aunque sea lejanamente) a su padre adoptivo y mujeres que en su infancia gozaron de un apoyo emocional especial por parte de su padre buscan en sus potenciales parejas una cierta conexión con esa figura que, en los primeros años de su infancia, tanto apoyo emocional le prestó. O eso, al menos, es lo que apuntan algunos estudios relacionados con el origen de las fantasías sexuales.

Otros estudios intentan dar una explicación al hecho de que determinadas personas tengan a los pies como protagonistas principales de sus fantasías sexuales. Según dichos estudios, el origen de esas fantasías sexuales podría tener una explicación neurológica. En las zonas del cerebro dedicadas a procesar funciones sensoriales, las zonas específicas de los genitales, los pies y los dedos de esos pies están físicamente juntas. Esa proximidad explicaría, según el citado estudio, el origen de esas fantasías eróticas.

Origen de los fetichismos

¿Y las fantasías en las que un determinado objeto adquiere un protagonismo especial? ¿Y las fantasías de carácter fetichista? ¿Qué origen tienen esas fantasías eróticas? ¿Por qué un determinado objeto determina la impronta sexual de una persona? Un estudio puede dar la clave y ésta tiene que ver, una vez más, con los primeros tiempos de nuestra formación como personas. El estudio del que hablamos se realizó sobre diversas parejas de ratones de laboratorio. Algunas de ellas mantuvieron sus primeras relaciones sexuales vistiendo una chaqueta. Otras, sin ellas. Tiempo después, cuando estas parejas de ratones de laboratorio alcanzaron la madurez sexual, su comportamiento fue muy distinto. Las parejas que se habían “estrenado” sin chaqueta tuvieron un comportamiento sexual normal tanto con chaqueta como sin ella. Por el contrario, las que se habían estrenado sin ellas necesitaban dicha prenda para excitarse sexualmente.

Los estudios farmacológicos han permitido buscar la manera de romper esa relación entre determinados estímulos y la respuesta sexual. De alguna manera, lo que dichas investigaciones farmacológicas han intentado es que la pareja de ratones que sólo se excitaban cuando mantenían relaciones sexuales con la chaqueta puesta puedan disfrutar con ellas (y mantenerlas) sin necesidad de tener puesta esa chaqueta. Es decir: lo que los estudios han buscado es derribar los cimientos sobre los que se iza el edificio del fetichismo. ¿Lo han conseguido? Sí. ¿Cómo? Utilizando la naoloxona. La naoloxona impide que las endorfinas, los neurotransmisores humanos del placer, se una a los receptores de opioides para, de ese modo, bloquear la recompensa sexual que la persona en cuestión atribuye a su objeto fetiche.

En definitiva y resumiendo, lo que puede deducirse de estos ejemplos es que en el origen de las fantasías sexuales existe siempre una combinación de procesos cognitivos, emocionales y físicos que conducen al nacimiento de dichas fantasías y dichos fetichismos.