Si nunca los has escuchado ha sido por pura casualidad. Si los has escuchado alguna vez, seguramente ya sabes a qué se deben. Te habrás informado al respecto. Pero si no los has escuchado nunca, debes saber que existen para que así no te lleves una sorpresa cuando los escuches por primera vez.
Estamos hablando de los pedos vaginales. Como de tantos otros aspectos de la sexualidad, de este fenómeno se habla poco. Es tabú. De alguna manera, muchos temas relacionados con la vagina son o lo han sido durante mucho tiempo. El coño, después de todo, sigue siendo un órgano desconocido por muchos hombres. Paliar el desconocimiento de su funcionamiento para enriquecer de ese modo nuestra cultura sexual es, también, uno de los objetivos de nuestra web. Un conocimiento mayor de nuestra sexualidad nos permitirá disfrutar más y mejor de la misma.
A simple golpe de oído, una ventosidad vaginal puede sonar igual que una flatulencia intestinal. Sin embargo, hay una diferencia notable entre una y otra. La que sale de la vulva es inodora. No huele a nada. La explicación a esa diferencia es sencilla: el pedo que el culo lanza al exterior es fruto de la salida de un gas que se ha producido dentro del propio organismo. El pedo chochil, por su parte, no se forma dentro del cuerpo. Es, simple y llanamente, aire que ha entrado en la vagina y que, tal y como ha entrado, tiene que salir. Aunque te parezca mentira, este tipo de ventosidad es más común de lo que parece.
Aire que entra y que debe salir
El aire que da lugar a estos sorprendentes sonidos que salen de las partes íntimas de la mujer es aire del exterior que ha entrado en la vagina, nunca aire que sale del organismo. Ese aire que ha entrado del exterior queda atrapado en algunos de los pliegues internos de la vagina.
Si queremos comprender el proceso que provoca la formación de los pedos del coño hay que visualizar el interior de la vagina. Haciéndolo, veremos que un conejo no es un tubo, sino un conjunto de músculos y pliegues que tienen la facultad de abrirse y dilatarse.
Cuando los músculos vaginales provocan el cierre de esos pliegues que se han abierto durante la estimulación sexual, el aire que ha quedado, de alguna manera, “abrazado” por esos pliegues, debe salir al exterior. Es entonces cuando, a veces, se produce ese sonido tan característico que identifica a este tipo de ventosidades.
La mujer que experimente por primera vez un pedo vaginal no debe asustarse. Tampoco debe hacerlo el hombre que lo escuche. Este fenómeno es absolutamente natural. Al fin y al cabo, el funcionamiento mecánico de la vagina es similar al de un acordeón y… ¿para qué están hechos los acordeones? Para producir música. Así, la música que interpreta este acordeón tan especial como es la vagina es ese pedo o queef. El queefing, pues, debe ser entendido como una respuesta involuntaria y natural del organismo. En caso alguno debe relacionarse con una supuesta debilidad de las paredes vaginales. Al contrario: estas ventosidades existen precisamente porque las paredes vaginales funcionan correctamente.
Un fenómeno natural
Si escuchas cómo tu coño o el coño de tu pareja expele una ventosidad no es necesario que salgas corriendo a la consulta del ginecólogo. Y si eres mujer y notas que esa ventosidad empieza a salir y sientes que aún tienes más aire en el interior, no hagas nada para impedir que ese aire salga. ¿Por qué? Porque forzar tu musculatura para impedir que se produzca el pedo conejil te provocará molestias, en especial si lo haces cuando estás siendo penetrada. No sientas vergüenza. Si retienes el aire mientras estás siendo penetrada solo conseguirás provocarte dolor.
Los pedos vaginales no deben avergonzarte ni deben ser vistos como algo anómalo. Si, en plena relación con tu pareja, ella expele una ventosidad de este tipo no pienses que es una incontinente. Lo que se ha producido es algo absolutamente natural y como tal debe ser contemplado. Después de todo, la vagina no es un ano, no tiene esfínter y, por tanto, poco puede hacer quien la tiene para impedir un fenómeno eminentemente físico.
Una excelente manera de afrontar una de estas circunstancias si se da en mitad de una relación sexual es recurrir al humor. El humor es una de las mejores herramientas de las que disponemos para derribar tabúes. Reírse del pedo de la vulva es la mejor manera de naturalizarlo.
Que este fenómeno se produzca normalmente a consecuencia de la práctica sexual no quiere decir que no se pueda
producir sin que exista estimulación sexual alguna. Aunque sean pocos, hay casos de mujeres que han expelido ventosidades chochiles después de una intensa sesión de pilates o yoga. Tal cual.
Si las ventosidades de la vagina se producen reiteradamente en estas situaciones sí que debemos prestar un poco más de atención al por qué de los mismos, ya que, en estos casos, sí pueden ser debidos a un cierto grado de hiperlaxitud vaginal o a un debilitamiento del suelo pélvico. En este caso, los ejercicios de Kegel y el uso de bolas chinas pueden servir para fortalecer el suelo pélvico y, con ello, para dificultar la formación de estos golpes sonoros de aire.
Lo más habitual, sin embargo, es que este fenómeno sea fruto de la práctica sexual. Así, cuanto más intensa sea la vida sexual de una mujer más fácil será que la vagina de esa mujer lance al exterior este tipo de pedos. En cierto modo, hasta podríamos llegar a decir que el pedo vaginal es algo así como el grito de alegría de un coño que se siente vivo.
De entre todas las posturas eróticas que se pueden elegir para disfrutar del sexo, hay algunas que favorecen más la generación de estas ventosidades que otras. La postura del perrito es, sin duda, la que más favorece la entrada de aire en la vagina y, por tanto, la que es más propensa a provocar la aparición de este tipo de ventosidades. El tipo de penetración que se realice también puede favorecer su aparición. Meter y sacar reiteradamente el pene, el dildo o el vibrador de la vagina hace que sea más probable la aparición del fenómeno del que hemos hablado en este artículo.