El sexo no es para sufrir. Tampoco para tener traumas ni complejos. El sexo está para gozar. Para disfrutar. Para pasarlo bien. El sexo debe ser una fiesta. Un juego. Debe servir para reírse. Combinar el placer sexual con la risa es una de las mejores maneras de honrar a la vida que nos ha sido dada. Eso, en el fondo, es lo que persigue el tickling, una práctica sexual a la que vamos a dedicar este artículo.
De entre las formas que una mujer tiene para llegar al orgasmo, seguramente hay muchas que nos son conocidas. La estimulación del clítoris sería, sin duda, una de ellas. La más efectiva, según muchos estudios. También podría serlo la estimulación experta del Punto G, esa zona que se halla dentro de la vagina, aproximadamente por detrás del clítoris. La combinación de ambas estimulaciones conduce a la mujer a estallidos de placer intensos e inolvidables. La mujer, en ocasiones, también alcanza el orgasmo gracias a la estimulación de los pezones. Éstos, no lo olvidemos, son algunos de los puntos más erógenos del cuerpo femenino. El tickling, por su parte, persigue el orgasmo a partir de las cosquillas. O sea: persigue combinar esa ‘petite morte’ de la que hablan los franceses con la risa. Un objetivo, sin duda, muy de alabar.
Cosquillas eróticas
¿Por qué las cosquillas pueden conducir al orgasmo? La explicación es eminentemente física y neurológica. Cuando nos hacen cosquillas, nuestro cuerpo libera endorfinas (las popularmente llamadas hormonas del placer). Al hacernos cosquillas, además, nos hacen reír y ese reír ayuda a que se activen aquellas zonas cerebrales que, funcionalmente, están relacionadas con el placer. O sea: que gracias a esas cosquillas la mujer se excita y su cuerpo se muestra más predispuesto a conseguir un orgasmo de intensidad mayor. Después de todo, no hay que olvidar que es en la piel donde reside fundamentalmente nuestro sentido del tacto, y que ella está plagada de terminaciones nerviosas.
A la hora de practicar las cosquillas eróticas debemos tener presentes que éstas no deben limitarse a una zona en concreto de la anatomía. Cualquier parte del cuerpo puede servir para ser ‘cosquilleada’. Lo más habitual, sin embargo, es aplicar las cosquillas del tickling en zonas altamente erógenas como pueden ser los dedos de los pies, las ingles, los pezones o detrás del cuello. Si llevamos nuestras cosquillas a cualquier parte del cuerpo de nuestra pareja estaremos consiguiendo algo que vital importancia en el éxito de una relación sexual: convertir todo su cuerpo, sin distinción de zonas, en una amplia zona erógena en la experimentar y jugar.
Consejos para practicar el tickling
Como hemos apuntado al inicio del artículo y hemos señalado en otros posts de nuestro blog, el sexo debe estar ligado a lo festivo, a lo lúdico. Al sexo se debe acudir como quien es convocado a un juego. Ése es el eje sobre el que gira y se articula esta práctica erótica de la que hablamos hoy.
Correrse de risa tras experimentar y jugar mucho: ése es el objetivo del tickling, una práctica que, por sus características, está muy relacionada con los juegos preliminares.
Si quieres hacer cosquillas con intención erótica a tu pareja solo debes poner en práctica lo que hemos indicado anteriormente: experimentar. Probar con diferentes zonas del cuerpo es la única manera de encontrar aquélla que, al recibir las cosquillas, haga sentir más placer.
Para que este experimentar resulte efectivo debes tener presente que debes cambiar de zona en la que hacer las cosquillas eróticas con bastante frecuencia. ¿Por qué? Porque si actúas durante mucho tiempo seguido durante una misma zona conseguirás que tu pareja se agobie.
Otro de los trucos para tickling que hay que tener presentes es el de utilizar diversos objetos para hacer las cosquillas. No es lo mismo hacer cosquillas con los dedos o las uñas que, por ejemplo, con una pluma o con otro tipo de objeto suave. También se puede hacer cosquillas con intención sexual con diferentes partes del cuerpo que no sean explícitamente los dedos. Las cosquillas hechas con la nariz o la lengua, por ejemplo, pueden resultar muy eróticas.
Si deseas añadir un punto extra de intensidad a esta práctica sexual, medita sobre la posibilidad de vendar los ojos a tu pareja o, incluso, de atarla. La restricción sensorial y la limitación motriz propia de estas acciones pueden servir para inyectar ese punto extra de excitación a este juego erótico.
Un último consejo para todas aquellas parejas que deseen practicar el tickling es que recurran a una de las últimas innovaciones del universo de los productos eróticos: los vibradores líquidos, unos geles unisex especiales que, al entrar en contacto con la piel, vibran de una forma muy peculiar intensificando, por ejemplo, los efectos de las cosquillas eróticas.