Respiración y orgasmo
La respiración, cuando se habla de sexo, resulta fundamental. Los conocedores de las prácticas tántricas saben que no se puede concebir el sexo tántrico sin que se posea un control perfecto de la respiración. Será ese control, añadido al control de la eyaculación, el que abra las puertas a la posibilidad de alcanzar un orgasmo que, más allá de incumbir a la genitalidad, inunde de placer el cuerpo entero.
Pero el papel de la respiración en las relaciones sexuales puede contemplarse desde otros puntos de vista. Por ejemplo: hay quien sostiene que se puede alcanzar el clímax sirviéndose única y exclusivamente de la inhalación. De hecho, hasta existen cursos en Estados Unidos para enseñar a los asistentes a alcanzar el orgasmo sirviéndose de los trucos de la respiración.
La clave para alcanzar ese punto en el que la respiración lleva directamente al orgasmo está, según algunos sexólogos, en vincular emociones y sentimientos. En muchas ocasiones los problemas a la hora de mantener relaciones sexuales vienen derivados de algún tipo de angustia o ansiedad. Para reducir los niveles de ansiedad, nada mejor que aprender alguna técnica de relajación en la que la respiración desempeñe un papel fundamental.
Respirar convenientemente durante las relaciones sexuales sirve, pues, para eliminar los diferentes bloqueos o situaciones de ansiedad que pudieran producirse durante las mismas.
Respiración diafragmática
¿Cómo debe respirarse para alcanzar, al final, el máximo placer? Proponer una forma concreta de respirar nos haría incurrir en el pecado de la generalización. Cada persona es un mundo y, por tanto, cada persona necesitará respirar de una manera concreta para alcanzar ese éxtasis del que estamos hablando. Lo mejor es concretar el objetivo que se desea alcanzar y, una vez fijado, acompasar la respiración a lo que sea adecuado a dicho objetivo. Una respiración lenta y profunda, por ejemplo, servirá para relajarse. Una respiración honda pero rápida y continuada permitirá aumentar las sensaciones que produzcan aquello que se esté realizando.
De entre las diferentes formas de respirar, al sexo le va bien lo que se conoce como respiración diafragmática. ¿En qué consiste dicha respiración? En distender la musculatura del vientre cuando se coja aire y en comprimirla cuando se expulse al exterior. Una respiración lenta y profunda ayudará a alargar el placer. Si queremos acelerar la llegada del orgasmo, nada mejor que acelerar el ritmo de la propia respiración.
Los maestros del Tantra también alaban y defienden las virtudes de la respiración diafragmática a la hora de mejorar las prestaciones como amante y hacen hincapié en algunos otros aspectos. El maestro Swami Shivapremananda, por ejemplo, recomienda pasar la respiración, de manera alternativa, por los orificios izquierdo y derecho de la nariz. El objetivo de respirar de esa manera es transformar e influenciar los estados mentales.
En cierto modo, el acto de respirar se puede entender como un símbolo de lo que es el sexo en sí: un acto de recepción y entrega. Inspiración y exhalación simbolizarían, respectivamente, cada una de las fases de ese acto.
La asfixia erótica
Otra de las relaciones que pueden establecerse entre sexualidad y respiración es lo que se conoce como hipoxia erótica, es decir: privar de la respiración para intensificar el momento del orgasmo. Esta práctica tiene un fundamento científico que explica el por qué sirve para intensificar las sensaciones durante el orgasmo. Durante la hipoxia erótica se elevan los niveles de CO2 en el cerebro. Esto hace que venas y arterias se dilatan y la corteza cerebral trabaja de manera más activa. Esa actividad sobre-estimulada de la corteza cerebral es la responsable de que se multipliquen las sensaciones y las percepciones.
Ningún médico recomienda esta práctica que ha dejado tras de sí algún que otro cadáver. Más allá de la trágica historia narrada por Nagisa Oshima en El imperio de los sentidos y en la que el protagonista masculino, Kichizo, es estrangulado por Matsuda, su amante, practicando la asfixia erótica, están los nombres de famosos como el actor David Carradine (sí, el Bill de Kill Bill) que, según parece, falleció masturbándose mientras practicaba la asfixia erótica. En muchos países sudamericanos se ha alertado últimamente sobre el incremento de fallecidos a causa de la práctica de la auto-asfixia erótica.
Los expertos médicos recalcan cómo el cerebro trabaja de manera diferente a la habitual cuando se mantienen relaciones sexuales. Al llegar el clímax, el patrón respiratorio se modifica. El hecho de que exista una hiperventilación permite la eliminación del CO2 y la sangre se vuelve algo más alcalina, lo que explicaría por qué en algunas ocasiones, acompañando al orgasmo, se siente algún pequeño mareo o algún hormigueo en las extremidades superiores. Interferir en este proceso mediante la práctica de la asfixia erótica puede dañar los tejidos neuronales y, en casos extremos, producir la muerte.
Indudablemente, la asfixia erótica supone un riesgo muy grande para la salud de quien la practica. Este riesgo se hace aún más alto cuando la asfixia erótica se practica durante la masturbación. Cualquier pequeño desmayo puede impedir que la persona que la haya practicado se libere de las ataduras que se lo han causado y, así, acabe asfixiándose. Lógicamente, no recomendamos en modo alguno este tipo de práctica sexual. El sexo puede disfrutarse de muchas maneras sin que por ello se ponga en riesgo la propia vida.