Problemas sexuales

Las relaciones de pareja están expuestas a muchos embates. Los conflictos a los que debe hacer frente una pareja pueden ser de muy diverso tipo. Desde la posibilidad (y más en estos tiempos de crisis) de que surjan problemas económicos que pueden poner en riesgo el modo de vida de la misma hasta la tarea de carcoma que la rutina acostumbra a realizar en la cohesión interna de la pareja, son múltiples los aspectos que pueden resquebrajar la unión de una pareja. Uno de esos aspectos, fundamental, es el deterioro de la vida íntima; es decir: el naufragio de la vida sexual.

Como hemos dicho en alguna ocasión, una vida sexual plena es fundamental para la autoestima del individuo y para su salud integral. En ocasiones, no puede desarrollarse esa vida sexual plena porque los lazos afectivos de la pareja han quedado maltrechos o rotos. En otros, las trabas a la vida sexual plena y al desarrollo de una intimidad son puestas por una serie de problemas que, afectando a la respuesta sexual, reciben el nombre de disfunciones sexuales. Buscar una manera de corregir dichas disfunciones y de ponerles fin es la mejor manera de poder disfrutar de una vida sexual plena.

Para corregir y poner fin a una disfunción sexual es fundamental identificar dicha disfunción y clasificarla.

Tipos de disfunción sexual

Entre las disfunciones sexuales más comunes figuran las siguientes:

  • La anorgasmia o incapacidad para conseguir un orgasmo.
  • La aversión sexual o rechazo a casi todo tipo de acto sexual por motivos que pueden ir desde el asco al miedo o a los ataques de pánicos, las fobias, etc.
  • La dispareunia o dolor durante o tras finalizar la relación sexual.
  • El dolor sexual no coital, es decir, el que se siente de manera recurrente en los genitales cuando existe una estimulación no coital.
  • La eyaculación precoz.
  • La eyaculación retardada.
  • La frigidez, falta de deseo sexual o deseo sexual hipoactivo.
  • La impotencia o dificultad masculina para lograr una erección suficiente que permita la penetración vaginal.
  • El vaginismo o espasmo muscular de carácter involuntario de los músculos vaginales que o bien imposibilita la penetración o bien provoca gran dolor.

Causantes de las disfunciones sexuales

Cuando se detecta una disfunción sexual es importante determinar qué causas han podido influir en su aparición. Esas causas pueden ser de dos tipos: físicas o psicológicas.

Entre las causas físicas de las disfunciones sexuales podemos encontrar la existencia de algún tipo de dependencia. El alcoholismo o la dependencia de psicofármacos son factores que, de un modo u otro, pueden influir e intervenir en el proceso funcional de la excitación y el orgasmo.

Otra de las causas físicas que pueden figurar como responsables de algún tipo de disfunción sexual pueden ser las carencias hormonales. Hay que tener en cuenta que un bajo nivel de andrógenos dificulta el mantenimiento de relaciones sexuales normales.

La mayor parte de las disfunciones sexuales, sin embargo, obedecen a motivaciones psicológicas. Los estados depresivos, el estrés, los estados de ansiedad, un historial con padecimiento de abusos sexuales, etc.

Terapias contra las disfunciones sexuales

Una vez reconocida el tipo de disfunción sexual lo más recomendable es buscar un remedio para ella. En muchas ocasiones, el remedio pasa por un proceso de terapia que, para ser verdaderamente efectiva, debe implicar a los dos miembros de la pareja. Desembarazarse de tópicos y estereotipos sociales (el tamaño del miembro o el número de encuentros sexuales serían dos de ellos) y evitar en la medida de lo posible el considerar una mala experiencia como regla general de todas las relaciones sexuales son, también, actitudes y acciones que deben ayudar a remediar una disfunción sexual.

Si hay algo que, en las relaciones eróticas, juega a favor de las disfunciones sexuales, ese algo es la ansiedad. El imponerse listones de rendimiento sexual muy alto puede originar una ansiedad que, en lugar de facilitar el mantenimiento de la relación sexual, la dificultan. Nada peor que, por ejemplo, imponerse como modelo de comportamiento sexual lo que se contempla en una película porno. Saber distinguir entre la sexualidad mostrada por el cine pornográfico y el sexo que real y comúnmente vivimos las personas es muy importante para evitar ese nivel de angustia que puede arruinarnos una relación sexual.

Una manera de evitar esa ansiedad es realizar algún tipo de ejercicio de relajación. Los masajes, el yoga, la práctica de la meditación, etc. pueden ser instrumentos que, consiguiendo la relajación de la persona ansiosa, sirvan para mejorar las prestaciones sexuales.

Para luchar contra las disfunciones sexuales es muy importante, también, tomar una serie de medidas preventivas. Una de ellas, fundamental, es la de que los dos miembros de la pareja compartan un tiempo que no tenga que ver con lo exclusivamente sexual. En ese tiempo no hay que escatimar muestras de afecto. La caricia, el mimo, el beso imprevisto o las muestras de cariño no tienen por qué ser señales de que se esté deseando, en ese instante, el mantenimiento de una relación sexual, pero pueden servir para crear el ambiente propicio para que la pareja se encuentre relajada y cómplice.

La lectura y visionado de libros y películas de contenido sexual puede servir, también, como un estimulante para muchas personas.

Algo que también tiene efectos beneficiosos en la lucha contra las disfunciones sexuales es la práctica deportiva. Los efectos beneficiosos de los ejercicios cardio-vasculares se hacen especialmente patentes en los casos de impotencia. Prácticas deportivas como el trotar o el nadar favorecen la producción de testosterona y ésta, al estar más presente en el organismo, mejora las prestaciones sexuales.