Teoría sobre las fantasías eróticas

Antoni Bolinches es uno de los grandes especialistas en sexualidad españoles. Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, así como en Psicología, Bolinches es Máster en sexualidad humana y Diplomado en Sexología clínica. Bolinches, que figura entre los introductores de la psicología humanista en España, se ha basado profesionalmente en esta disciplina para convertirse en un experto en el tratamiento de los conflictos de pareja y las disfunciones sexuales.

Conferenciante habitual y profesor invitado en múltiples universidades e instituciones académicas, Antoni Bolinches es autor de varios libros que han gozado de una gran repercusión social y de un notable éxito de vendas. Entre dichos libros encontramos obras como La felicidad personal, El arte de enamorar, Amor al segundo intento, Peter Pan puede crecer, El secreto de la autoestima o Sexo sabio.

Es en esta última obra, la más vendida de todas las obras editadas por Bolinches, y en la que reza el subtítulo Cómo mantener el interés sexual en la pareja estable, donde podemos encontrar diversas reflexiones alrededor de las fantasías sexuales y una tipología de las mismas.

Bolinches, como tantos otros sexólogos y sexólogas, señala que la existencia de las fantasías sexuales no tiene que corresponderse directamente con el deseo efectivo de hacerlas realidad. Es más: Bolinches defiende en Sexo sabio que conviene que las fantasías eróticas “estén más presentes en la imaginación que en la acción”. Así les gusta sentirlas, de hecho, a la mayoría de las personas. Un ejemplo: que una mujer fantasee con que es violada no quiere decir, ni mucho menos, que ansíe serlo. Tampoco que un hombre fantasee con contemplar como otro hombre se lo hace con su mujer (la del primero) implica necesariamente que en verdad ese hombre desee contemplar una escena así. Como apunta Bolinches, “las personas que hemos entrevistado sobre el asunto prefieren mantener sus fantasías en el ámbito de los estímulos mentales que asumir el riesgo de consumarlas”.

Y es que el estímulo mental no es dañino. No perjudica a nadie y, además, apunta Antoni Bolinches, posee una gran efectividad, sobre todo a la hora de liberar tensiones sexuales inconscientes. Si hay algo que no debemos hacer es ignorar nuestras fantasías sexuales. Es más: deberíamos analizarlas para, a partir de ese análisis, decidir cuáles de esas fantasías podrían, llegado el caso, convertirse en realidad, y cuáles de ellas están predestinadas a permanecer en el terreno de la imaginación.

Cuatro tipos de fantasías eróticas

En Sexo sabio, y tal y como hemos dicho, Antoni Bolinches realiza una tipología de las fantasías sexuales. Basándose en las funciones desempeñadas por las fantasías y de su utilidad erótica, Bolinches clasifica las fantasías eróticas en cuatro grupos: anticipatorias, exploratorias, sustitutorias y parafílicas.

Fantasías sexuales anticipatorias

Para Bolinches, éstas son las fantasías eróticas más comunes. Son, según afirma, el afrodisíaco mental por antonomasia. En la espera del acto sexual, la persona imagina cómo va a ser, y ese imaginarlo sirve de estímulo. El contenido de este tipo de fantasía erótica suele guardar una estrecha relación con los rituales eróticos habituales de la pareja y, dentro de ellos, con las prácticas menos frecuentes.

Antoni Bolinches señala en Sexo sabio cómo las nuevas tecnologías desempeñan una importante tarea a la hora de enriquecer y de dotar de intensidad a este tipo de fantasías. Los sms, los correos electrónicos, las llamadas telefónicas subidas de tono, el whatsapp… todo ello puede ayudar a enriquecer las fantasías sexuales anticipatorias. El papel afrodisíaco que, el relacionarse con lo erótico o lo sexual, pueden desempeñar estos sistemas de comunicación explican el éxito de prácticas sexuales como el sexting.

Fantasías sexuales exploratorias

Bolinches señala este tipo de fantasías sexuales como un tipo de fantasía propio de aquellas personas que ya están perdiendo aquel apasionamiento que, en tiempos pretéritos, había caracterizado la relación con su pareja. La rutina se ha instalado en la relación y los engranajes del deseo de ésta se han anquilosado. Llegada a ese punto de la relación, la persona fantasea con introducir nuevas prácticas sexuales en los rituales eróticos de la pareja.

Según Bolinches, este tipo de fantasía erótica se desarrolla en tres fases:

  1. Se imaginan los contenidos de la fantasía.
  2. Se pondera la conveniencia de comunicar a la pareja dichos contenidos y el deseo de llevarlos a la práctica.
  3. Se comunican finalmente los contenidos imaginados.

La excitación, en este tipo de fantasías, viene dada por la incertidumbre sobre la respuesta de la pareja a nuestra propuesta y la innovación que implica la introducción de nuevas prácticas sexuales en la rutina de la pareja.

Fantasías sexuales sustitutorias

Si tuviéramos que llamar de una manera popular a este tipo de fantasía sexual la llamaríamos “infidelidad mental”. Y es que, en cierto modo, lo que el cerebro de la persona realiza mientras se practica sexo junto a la pareja es una especie de infidelidad: se sustituye mentalmente a la persona por otro “objeto” sexual, es decir, por otra mujer o por otro hombre.

Bolinches distingue dos subtipos de fantasías dentro de las fantasías sexuales sustitutorias y asocia la aparición de las mismas a la aparición de algún tipo de enamoramiento alternativo fuera de la pareja. En uno de esos subtipos se incluiría la fantasía que se neutraliza así misma. Es decir: el fantasear con que se está haciendo con otra mientras se hace con la mujer es suficiente para el fantaseador. El otro subtipo está formado por aquellas fantasías sustitutorias que, en el fondo, tienen un alto componente anticipatorio. En este caso, la fantasía se convierte, en palabras de Antoni Bolinches, en “un importante estímulo mental que induce a consumar la infidelidad”.

Fantasías sexuales parafílicas

Bolinches relaciona este tipo de fantasías con un grado de evolución y transgresión de la pareja bastante elevado. De éstas, la mayoría se convierten en sustitutorias bien sea porque la persona decide que no debe llevarse a la acción o bien porque la pareja no está por la labor de hacerlo. En algunos casos, sin embargo, algunas de estas fantasías sexuales se convierten en fantasías sexuales anticipatorias y, finalmente, acaban por llevarse a la práctica. Decidir qué fantasías llevamos a la práctica y qué fantasías no es fundamental.

Finalmente, Bolinches resalta que dejar fantasías por realizar sirve para incentivar la libido. La fantasía sexual puede enriquecer la sexualidad compartida y la sexualidad que se disfruta en solitario.