La disfunción sexual femenina
El estilo de vida de nuestro tiempo juega en contra de la libido. Demasiado estrés. Demasiadas prisas. Demasiado poco tiempo para dedicarlo a nuestras necesidades más íntimas. Y eso acaba pagándose con una moneda muy cara: la de la pérdida del deseo sexual o, cuanto menos, la de su adormecimiento.
Esto afecta por igual a hombres y a mujeres. Del mismo modo que la disfunción eréctil figura como uno de los grandes fantasmas del hombre, la inapetencia sexual o la dificultad de llegar al orgasmo consta entre las grandes preocupaciones de muchas mujeres. Y estas mujeres, al igual que los hombres que padecen disfunción eréctil, acostumbran a guardar silencio respecto a esos “problemillas” que les impide disfrutar plenamente de su sexualidad y se muestran reacias a solicitar ayudas a los profesionales.
Del mismo modo que se habla de disfunción eréctil en el caso del hombre se ha hablado de disfunción sexual femenina en el caso de la mujer. En la actualidad esa expresión se ha cambiado por la de “trastorno de la excitación femenina”. Con este término se hace referencia a una serie de problemas que pueden afectar a distintas fases o momentos del proceso de la excitación, desde el instante en que el deseo empieza a despertar hasta la fase en la que se alcanza (o debería alcanzarse) el orgasmo.
Saber realizar el diagnóstico para identificar un trastorno de la excitación femenina es fundamental para saber hacerle frente. La falta de deseo es una cosa; la vulvodinia, otra. Y cada uno de estos problemas debe enfrentarse de una manera muy concreta.
Aunque los trastornos de la excitación femenina acostumbran a afectar a mujeres que se encuentran en una fase posmenopáusica de su vida, lo que se conocía hasta hace poco como disfunción sexual femenina afecta a un total de mujeres que oscila entre el 25% y el 63%.
Causas de los trastornos de la excitación femenina
Los trastornos de la excitación femenina pueden ser debidos a diversas causas:
- Nivel bajo de estrógenos.
- Vaginitis atrófica o adelgazamiento y sequedad de los tejidos de la vagina. La vaginitis atrófica suele padecerse después de la menopausia.
- Vaginitis (infección de la vagina) o cistitis (infección de la vejiga).
- Trastornos que, como el liquen escleroso, causen cambios en la piel alrededor de la vulva.
- Disminución de la testosterona a causa de la edad.
Entre las causas de los trastornos de la excitación femenina también podemos encontrar algunas enfermedades crónicas como la esclerosis múltiple o la diabetes. Estas enfermedades crónicas acaban afectando a los nervios y, resultando afectados éstos, disminuye la sensibilidad en la zona genital.
Tratamientos del trastorno de la excitación femenina
Entres las medidas generales que suelen utilizarse para hacer frente al trastorno de la excitación femenina podemos encontrar las siguientes:
- Mejora de la confianza y la intimidad en la relación de pareja.
- Acondicionamiento ambiental del lugar en el que va desarrollarse la actividad sexual.
- Mejora de las técnicas de concentración y relajación para que la mujer aprenda a concentrarse durante la actividad sexual.
- Conocer qué es lo que estimula a la mujer en particular para comunicar dicho conocimiento a la pareja.
Introducir juguetes eróticos en los preliminares eróticos y en la actividad sexual en sí puede ser una buena idea para aumentar la estimulación de la mujer y, así, conseguir que su excitación se desarrolle de una manera natural y sin que obstáculo alguno, físico o mental, evite su avance.
Cuando el trastorno de la excitación femenina es debido a un bajo nivel de estrógenos (como suele suceder, por ejemplo, tras la menopausia) se suele recomendar el uso de estrógenos. Para ser aplicados a la vagina se utilizan cremas con estrógenos, comprimidos o un anillo que es similar, por su forma y su modo de aplicación, a un diafragma anticonceptivo. Si lo que deseamos es, por el contrario, aliviar los síntomas de la menopausia (por ejemplo, los sofocos), podremos administrar los estrógenos por vía oral, en forma de gel y, en ocasiones, en forma de parche cutáneo.
El tomar estrógenos no es algo inocuo y que pueda realizarse de cualquier modo. El tomar estrógenos, de hecho, tiene un riesgo para todas las mujeres cuyo útero no ha sido extirpado: el de aumentar el riesgo de padecer un cáncer de endometrio. Para disminuir ese riesgo hay que compensar la toma de estrógenos con la de un progestágeno. El progestágeno es una forma sintética de la hormona progesterona. La función principal de esta hormona es la de preparar el útero para la recepción del huevo fecundado.
Entre los fármacos que empiezan a utilizarse para luchar contra el trastorno de la excitación femenina (está todavía en estudio) figura también la DHEA o la deshidroepiandrosterona. Ésta suele administrarse en forma de comprimido vaginal que, aplicado cada noche, tiene como objetivo aumentar la lubricación, disminuir la vaginitis atrófica, mejorar la sensibilidad genital y facilitar la llegada al orgasmo.
Terapias naturistas contra el trastorno de la excitación femenina
Más allá de aquéllos basados en el uso de productos farmacológicos para luchar contra el trastorno de la excitación femenina, existen una serie de tratamientos “naturales” que pueden ayudar a enfrentarse a dicho trastorno.
No fumar sería uno de los consejos primeros a tener en cuenta. El tabaco restringe el flujo sanguíneo en general y aquél que va destinado a los genitales en particular. Al restringirse el flujo se disminuye la sensibilidad y, con ella, la capacidad de excitarse y de alcanzar el orgasmo.
Un segundo consejo “natural” sería el de no consumir alcohol en exceso. El consumo excesivo de alcohol disminuye la capacidad de respuesta sexual.
La realización de los famosos ejercicios de Kegel para fortalecer los músculos pélvicos sería, también, uno de los consejos que deberían seguirse para luchar de una manera natural contra el trastorno de la excitación femenina.
Desde la óptica naturista, la ingesta de productos naturales que estimulen la producción de testosterona es básica para luchar contra el trastorno de la excitación femenina. Aunque tradicionalmente se haya asociado la testosterona a los mecanismos sexuales masculinos lo cierto es que la testosterona interviene también en los mecanismos sexuales de la mujer. La testosterona es fundamental, sobre todo, en los mecanismos que afectan al deseo femenino.
Asumido esto… ¿qué productos naturales servirían para estimular la producción de testosterona?
- La trigonella. Esta planta de la familia Fabaceae equilibra los niveles de azúcar en la sangre, ayuda al proceso de pensamiento y ayuda en la estimulación sexual al fomentar la concentración de testosterona libre.
- La damiana. Al poseer un efecto inhibitorio de la aromatasa, la damiana puede producir un aumento de la testosterona. Ése es el motivo por el que esta planta ha sido usada tradicionalmente como afrodisíaco.
- El tribulus. El tribulus es otra de las plantas a las que se les ha atribuido tradicionalmente cualidades afrodisíacas. Al mismo tiempo que estimula la producción de testosterona, el tribulus potencia la libido tanto en hombres como en mujeres. Por eso acostumbra a figurar en todas las recomendaciones naturistas para luchar contra el trastorno de la excitación femenina. También figura en la formulación de muchos suplementos deportivos.
- Los fitosomas del “Ginkgo biloba”. Al facilitar el flujo sanguíneo y aportar un efecto relajante al músculo liso, el extracto de las hojas de este árbol sirve de gran ayuda a la hora de estimular y facilitar la respuesta sexual en las mujeres.
Junto a estas hierbas “afrodisíacas” también podríamos encontrar la muira puama (una planta procedente del Amazonas), las hojas del árbol de la catuaba o, más cercanos a nuestra cultura, el jengibre, la almendra, el anís, los plátanos, las zanahorias, los piñones, la vainilla, el ajo, la mostaza, etc.