La relación del ser humano con el sexo ha sido siempre una relación compleja. Y lo ha sido, fundamentalmente, por motivos culturales y religiosos. En demasiadas ocasiones y durante demasiado tiempo se ha presentado al sexo como algo sucio y pecaminoso. Una educación de ese tipo, repetida machaconamente durante tanto tiempo, acaba, indefectiblemente, dejando huella y convirtiendo lo que debería ser entendido como algo natural en algo lleno de aristas. Por eso tantas angustias. Por eso tantos complejos. Por eso esa incapacidad congénita de muchas personas para disfrutar de él.
Por fortuna, la educación sexual y el avance de los tiempos ha hecho que, poco a poco, el sexo vaya siendo concebido en nuestra sociedad como algo menos turbio de lo que era concebido en tiempos no tan pretéritos. Eso no significa, sin embargo, que el sexo haya dejado de ser algo con lo que en demasiadas ocasiones tenemos esa compleja relación de la que hemos hablado anteriormente. Y es que los tabúes se van derribando, sí, y cada vez se conciben como normales prácticas sexuales que no hace mucho se consideraban aberrantes, pero aún hoy, por ejemplo, la
Conferencia Episcopal española carga duramente contra la masturbación calificándolo como “un acto intrínseca y gravemente desordenado”. Si ésa es su concepción sobre la masturbación, ciertamente es mejor no escuchar su opinión sobre prácticas como el cunnilingus, la felación o el sexo anal.
Más allá de las bromas que puedan gastarse sobre la postura retrógrada de la Iglesia Católica en general y de la española en particular, lo cierto es que intentar inculcar este tipo de pensamiento en amplias capas de la sociedad hace que muchas personas se vean abocadas a vivir la sexualidad de manera compleja y a tener que padecer, en ocasiones, lo que recibe el nombre de bloqueo sexual.
¿De qué hablamos cuando hablamos de bloqueo sexual? ¿A qué nos estamos refiriendo? A un problema fundamentalmente psicológico. A algo cuya esencia, más que física, es mental. Y es que el poseer pensamientos negativos respecto a la sexualidad impide vivirla de una manera satisfactoria y, como hemos apuntado anteriormente, natural.
Causas del bloqueo sexual
Pero sería injusto, también, cargar todas las culpas del origen del bloqueo sexual a las creencias religiosas o a la propaganda que la Iglesia o las diferentes religiones puedan verter sobre lo que debe ser concebido como bueno y lo que no. El bloqueo sexual, teniendo un origen, como hemos dicho, mental, puede ser debido, también, a alguno de los siguientes factores:
- Educación sexual recibida.
- Traumas o experiencias del pasado. Si el sexo, alguna vez en la vida, ha sido vivido como algo negativo, la persona que ha padecido dicha experiencia desarrolla, de manera inconsciente, un mecanismo de defensa. La persona que, para defenderse de la posibilidad de volver a vivir la experiencia sexual negativa que ya vivió en un momento de su vida, se pone una coraza contra el sexo, provoca, al colocarse esa coraza, la aparición del bloqueo sexual. Al hacerlo, además, esa persona entra en una dinámica de “pez que se muerde la cola” de la que es muy difícil salir.
- Miedo al desempeño sexual o a ser juzgado o rechazado.
- Posesión de una baja autoestima sexual. Los complejos, sin duda, no juegan a favor de vivir el sexo de una forma natural y desinhibida.
- Estrés y preocupaciones vitales.
- Posesión de unas altas expectativas sexuales.
Siendo, como vemos, muy variados los motivos que pueden provocar la existencia de algún tipo de bloqueo sexual, los más comunes entre todos ellos son los traumas que se hayan vivido en el pasado y, por supuesto, las creencias que se tengan sobre lo que el sexo es y lo que representa.
¿Cómo superar los bloqueos sexuales?
Para superar los bloqueos sexuales, del mismo modo que para superar cualquier tipo de problema de carácter psicológico, hay que identificar cuál es la causa de los mismos. Y es que, del mismo modo que para recetar un medicamento contra una enfermedad hay que realizar un diagnóstico correcto de la misma, para vencer un bloqueo sexual es necesario saber qué es lo que lo provoca e intentar interiorizar la idea de que el sexo es una energía vital que debe canalizarse para, así, poder disfrutar de ella.
Una vez identificado el motivo del bloqueo sexual, podremos actuar en consonancia. Las pautas generales para superar el bloqueo sexual, no obstante, son las siguientes:
- Deben curarse los traumas que se traigan heredados del pasado. Cuando hablamos de traumas sexuales no estamos hablando, obligatoriamente, de una experiencia de abuso sexual o de una violación. Se puede estar hablando de cualquier experiencia sexual negativa. Un hombre que sufra bloqueo sexual puede sufrirlo, por ejemplo, por haber vivido algunos casos recientes de eyaculación precoz. O por haber padecido algún episodio de disfunción eréctil. El recuerdo de esas experiencias negativas le llevan a vivir la nueva experiencia sexual como algo potencialmente traumático. Ante dicha perspectiva, el sexo se bloquea. Una vez más, la dinámica que se padece es la del “pez que se muerde la cola”.
- Debe examinarse el propio sistema de creencias. Una persona que desee superar un bloqueo sexual deberá hacerse preguntas como: ¿qué imagen se me ha dado del sexo?, ¿se me ha hablado de él como de algo enriquecedor o, por el contrario, me ha sido dibujado como algo negativo o pecaminoso? Al hacerse estas preguntas, la persona que desee superar un bloqueo sexual deberá también preguntarse a sí misma cómo se siente cuando practica sexo y, sobre todo, si al practicarlo tiene la percepción de que debería sentirse de otra manera. Responder sinceramente a todas estas preguntas y a las que pudieran surgir relacionadas con la forma en que se vive y se experimentan el sexo es absolutamente imprescindible para superar el bloqueo sexual. Por el contrario, intentar autoengañarse al dar respuesta a esas preguntas solo hará que la persona quede atrapada en una especie de telaraña de la que cada vez es más difícil escapar.
- Viajar hacia nuestro interior ejercitándose en algún tipo de práctica de meditación. Con demasiada frecuencia, el ritmo del día a día y el estrés que suele acompañar a nuestra vida cotidiana no nos deja escuchar nuestra propia voz, la voz que habla desde nuestro interior. Detenerse durante un tiempo y viajar hacia ese interior para, una vez en él, escuchar esa voz, es, sin duda, otro de los pasos que hay que dar para vencer el bloqueo sexual. ¿Cómo iniciar ese viaje hacia nuestro interior? Practicando yoga, por ejemplo. O practicando técnicas de meditación fundamentadas en el ejercicio de técnicas respiratorias. O ejercitándose en lo que se llama modo de vida mindfulness, es decir: en vivir prestando absoluta atención al aquí y al ahora.
La puesta en práctica de todas estas pautas de comportamiento nos ayudará a superar los bloqueos sexuales y, con ello, a disfrutar de nuestra sexualidad de una manera más natural, positiva y enriquecedora. Y eso, sin duda, nos hará personas más felices.