Gatillazo y disfunción eréctil no son lo mismo
Sabemos que tú no estás incluido entre los más de dos millones de hombres españoles que, según se recoge en el Atlas de la Disfunción Eréctil en España realizado por la Asociación Española de Andrología (ASESA), padecen disfunción eréctil, pero nunca viene más informarse sobre el asunto del “gatillazo” para saber cómo reaccionar y qué hacer si en algún momento la pistolita no funciona como tiene que funcionar y la bandera se queda a media asta. Después de todo, y caso de sucederte, el tuyo no sería un caso demasiado extraño ni fuera de lo normal. En el referido Atlas de la Disfunción Eréctil en España se recoge también una estadística que reafirma la posibilidad de que eso pueda sucederte alguna vez. Según dicha estadística, el 18,9% de los hombres de entre 25 y 70 años ha sufrido en alguna ocasión algún problema de disfunción eréctil.
Al hablar de disfunción eréctil y de gatillazo debemos evitar el incurrir en el error de considerar que ambos términos son sinónimos. El gatillazo haría referencia a una pérdida esporádica de erección y la disfunción eréctil a algo más reincidente.
Causas y excusas del gatillazo
Entre las motivaciones que pueden ocasionar una disfunción eréctil o, en su caso, un gatillazo, podemos encontrar algunas de carácter físico y otras de carácter psicológico. La baja autoestima, el estrés o la inseguridad figuran entre éstas últimas; la diabetes, la obesidad o los problemas de carácter cardiovascular, entre las segundas. Una buena manera de comprobar si la disfunción eréctil es debida a problemas psicológicos o no es probar a masturbarse. Si la erección es completa hay que pensar que la disfunción eréctil o ese gatillazo inoportuno que nos arruinó un coito es debida a problemas exclusivamente psicológicos.
Entre las motivaciones de disfunción eréctil de carácter psicológico más habituales figura la ansiedad. El hombre puede sentir miedo al rechazo, temor a no dar la talla, a volver a fallar de nuevo como ya se falló una vez…
La ansiedad y la erección son términos que se excluyen mutuamente. Un gatillazo en una relación hace que, en la siguiente relación, el miedo a volver a fallar se convierta en el motivo principal de que ese fallo vuelva a producirse. Sin duda, un círculo vicioso alimentado por la inseguridad y del que resulta muy difícil salir. Inmerso en él, cualquier pensamiento puede servir para desencadenar el proceso del desinflamiento. Y parece que, llegado el caso, todos los pensamientos tienden a apuntar al mismo fin.
En los casos de gatillazo hay algo que se repite de manera mecánica: el hecho de que el hombre que sufre gatillazo se siente obligado a disculparse de algún modo ante la mujer que le acompaña. En algunos casos es el alcohol quien debe cargar con las culpas. En otros, el condón. Alguna vez, también, los remordimientos del infiel, ese sentimiento de culpa que planea sobre una relación fuera del ámbito de la pareja estable y que puede convertir la infidelidad en un fiasco, el remedo torpe de algo que no llega a ejecutarse tal y como se había imaginado en la mentalidad del infiel.
Una excusa que los hombres suelen utilizar para justificar un gatillazo es la de recurrir al halago de la mujer. Alegar que se había soñado mucho con ese momento puede servir para justificar esa ansiedad que ha arruinado la erección.
¿Cómo reaccionar en caso de gatillazo?
Un gatillazo lo puede tener cualquiera. Lo verdaderamente importante es saber reaccionar a él. Quitarle importancia y no obsesionarse es fundamental para alejar el fantasma de la disfunción eréctil. Un pensamiento positivo es el mejor antídoto contra la ansiedad. Pensar que lo que ha pasado una vez no tiene por qué volver a pasar servirá para esquivar esa ansiedad castradora que imposibilita una erección duradera.
Algo que no debe hacerse es, una vez que se ha producido el gatillazo, empeñarse sí o sí en tener una erección en ese mismo momento. La erección no puede controlarse con la mente. O surge o no surge. Si ha fallado, el hecho de que observes atentamente la flacidez de tu pene no va a servir para que éste ice su cabeza y se ponga en posición de firmes.
Si sobreviene el gatillazo, lo mejor que puedes hacer es olvidarte de tu pene y centrarte en lo que, a partir de ese momento, debe ser tu máximo objetivo: la satisfacción del cuerpo de tu pareja. Si ésta queda satisfecha, la falta de erección quedará como una anécdota más, algo que se sabe que de vez en cuando pasa, algo con lo que reírse dentro de un tiempo, cuando las relaciones sexuales vuelvan o empiecen a desarrollarse sin problemas.
Y es que el sexo no empieza ni termina con la penetración. El sexo es mucho más que el acto mediante el cual un pene erecto entra en una vagina. Escoge otras prácticas sexuales que puedan proporcionar placer a tu pareja. Regálale un cunnilingus, por ejemplo. Sentir cómo ella disfruta de las caricias de tu lengua y cómo las goza puede actuar para ti como un tranquilizante. Al observar su placer seguramente se reducirá tu nivel de ansiedad y, reducido éste, quién sabe, quizás tu pene te sorprenda con una linda erección que te permita ejecutar un inolvidable coito.
En cualquier caso, no te obsesiones. Y si el gatillazo se repite en diversas ocasiones, piensa en que, quizás sí, padezcas de algún tipo de disfunción eréctil. Mejorar los hábitos alimentarios, beber con moderación, no fumar y practicar algún tipo de ejercicio nos permitirá mejorar nuestro estado de salud y eliminar los problemas físicos que pudieran ser responsables de esa incipiente disfunción eréctil. Si, por el contrario, los causantes de la disfunción eréctil son de carácter psicológico, lo mejor es recurrir al asesoramiento de un psicólogo. Quizás un poco de terapia vaya bien para elevar el nivel de autoestima y reducir la ansiedad.