Mi jardín secreto, de Nancy Friday

Que la nuestra ha sido durante muchos siglos una sociedad esencialmente machista es algo sabido. Negar eso es negar la evidencia. Machista ha sido la educación dada desde las escuelas y machista la educación que se ha transmitido, en el seno de las familias, de padres a hijos. Machista o, si lo deseas de una manera más suave, patriarcal. Podríamos encontrar mil ejemplos que nos sirvieran para demostrar hasta qué punto es cierta nuestra afirmación. Podríamos hablar de cómo hasta los diccionarios han estado teñidos de machismo o de cómo las leyes y los usos sociales han servido (y, en algunos casos, sirven aún) para discriminar entre hombres y mujeres.

Ateniéndonos a la temática de nuestra web, sin embargo, nos fijaremos en uno sólo: el que hace referencia a las fantasías sexuales. Durante siglos, la fantasía sexual fue territorio reservado a los hombres, un coto exclusivamente masculino. A las mujeres, que, según la visión de la época, existían poco menos que para satisfacer las necesidades del hombre y para cuidar de su descendencia, les estaba vedada la fantasía erótica. La mujer no tenía sueños eróticos. El inconsciente de la mujer carecía de vertiente erótica.

Tuvo que llegar la escritora y periodista Nancy Friday (1933) en 1973 con su obra divulgativa My secret garden (Mi jardín secreto). El subtítulo de esta obra era suficientemente claro como para que nos podamos hacer una idea del contenido de la misma. Dicho subtítulo es el siguiente: Todas las fantasías sexuales de las mujeres contadas por ellas mismas sin inhibiciones. Nancy Friday, decidida a demostrar hasta qué punto la cultura recibida durante siglos había resultado castrante para la mujer y hasta qué punto se habían echado capas y capas de cemento sobre la vida interior femenina y sobre su riqueza erótica, puso un anuncio en el que solicitaba que las mujeres le enviasen sus fantasías más secretas y excitantes.

Nancy Friday recibió todo tipo de críticas cuando su libro vio la luz. Hubo quien lo acusó de poco científico y quien, incluso, llegó a tacharlo de pura invención de la autora. Para ellos, las fantasías eróticas recogidas en My secret garden no eran fantasías eróticas femeninas reales: eran fantasías inventadas por Nancy Friday.

Liberación femenina

My secret garden fue una obra, sin duda, fruto de su tiempo. Y es que no hay que olvidar que la de los setenta fue, sin duda y junto a la de los sesenta, la “década prodigiosa” de la liberación sexual de la mujer. La de los setenta fue la década en la que se popularizó el consumo de la píldora anticonceptiva, un medicamente que había sido creado a principios de la década anterior y que iba a revolucionar la vida sexual de las mujeres. Conjurado el peligro del embarazo, la mujer iba a poder concebir el sexo como una experiencia fundamentalmente destinada a la obtención del placer.

La de los setenta fue también la década en la que la sexóloga y exmodelo Shere Hite publicó su famoso informe sobre la sexualidad femenina. Aquel libro, que se iniciaba con la siguiente frase: “A las mujeres no se las has preguntado nunca qué piensan y sienten acerca del sexo”, supuso toda una revolución. Para empezar, derribaba las ideas de Freud sobre el orgasmo femenino. El tótem del psicoanálisis había sostenido que las mujeres que sólo alcanzaban el orgasmo por la estimulación del clítoris eran mujeres inmaduras. Para Freud, el orgasmo vaginal era símbolo de madurez, lo que concedía al coito una importancia capital en las relaciones sexuales. El efecto secundario de esta afirmación era letal para la felicidad sexual de muchas mujeres. Incapaces de encontrar el orgasmo durante el coito, se sentían frustradas sexualmente. Hite vino a romper esa idea. El clítoris debía adquirir un protagonismo estelar. Convenientemente estimulado, cualquier mujer estaría capacitada para alcanzar el orgasmo.

El gran mérito de Hite fue convertir la sexualidad femenina y el placer femenino en tema de debate. Desde entonces, nada volvió a ser igual para la mujer. La mujer podía hablar de su placer. La mujer podía hablar de sus sueños más íntimos.

Las fantasías eróticas femeninas según Emily Dubberlay

Ahora, cuatro décadas después, son muchos los estudios que se han escrito sobre la sexualidad femenina y algunos los que se han dedicado a recopilar y estudiar las fantasías eróticas femeninas. Uno de esos libros es Garden of Desires (Jardín de deseos), de la británica Emily Dubberley. Con dicha obra, Emily Dubberley intentaba realizar una actualización de la obra de Nancy Friday.

En Garden of Desires, Emily Dubberley incorpora datos sobre la investigación de los orígenes de las fantasías y entrevistas con mujeres que destapan ante el lector el contenido de sus fantasías.

Basándose en dichas fantasías, Dubberley agrupa las fantasías eróticas femeninas en seis grupos. Esos grupos son los siguientes:

  1. Fantasías sumisas. Las fantasías eróticas en las que las mujeres se sienten sumisas son muy abundantes entre ellas y van desde la mujer que fantasea con ceder la iniciativa sexual a un hombre dominante hasta la que fantasea con una escena en la que resulta violada. Esto no quiere decir que la mujer desee ser violada realmente. La fantasía es fantasía y no debe entenderse como un anhelo que debe cumplirse. La fantasía es, por decirlo de algún modo, un catalizador del deseo, algo que sirve para encender la maquinaria de la excitación.
  2. Fantasías dominantes. Si en el caso anterior la mujer fantaseaba con ser dominada, en éste fantasea con la posibilidad de tener un hombre a sus pies, rendido y esclavo. Este esclavo, en las fantasías dominantes, acostumbra a desempeñar una función capital: la de proveer a la mujer de placer.
  3. Voyeurismo y exhibicionismo. Ver o ser vista mientras se mantienen relaciones eróticas. Éstas son las dos vertientes que pueden darse en este grupo de fantasías eróticas. En Garden of Desires, Dubberley señala cómo son muchas las mujeres que tienen fantasías como las de hacerlo en un lugar público o las de mirar escondidos cómo otros lo hacen.
  4. Fantasías sexuales de grupo. Este tipo de fantasías eróticas tienen, de alguna manera, relación con la anterior. El sexo en grupo implica, de alguna manera, un cierto grado de exhibicionismo y voyeurismo. El de ser estimulada en diversas zonas corporales al mismo tiempo y por distintas personas es una de las fantasías eróticas preferidas por algunas mujeres.
  5. Fantasías en pareja. Cuando habla de fantasías en pareja, Emily Dubberley habla de un tipo de fantasía erótica en la cual la mujer imagina que se lo hace con un hombre en concreto. Ese hombre puede ser la pareja, un compañero de trabajo, un famoso o un amigo.

Emily Dubberley señala en Garden of Desires que las fantasías eróticas reflejan lo que somos. Para Dubberley, lo que la fantasía erótica hace es ofrecer una manera individualizada de mejorar nuestro propio placer. La aceptación de las propias fantasías implica la propia aceptación como persona. Finalmente, Emily Dubberley señala cómo la aceptación de las fantasías eróticas de otras mujeres implica el apoyo a la individualidad única e intransferible de dichas mujeres.

Otros estudios sobre las fantasías eróticas femeninas

Como señalamos al principio del artículo la aceptación de la fantasía erótica como algo que nos sólo incumbe al hombre ha permitido que la bibliografía sobre las fantasías eróticas femeninas se haya ido enriqueciendo con el paso de los años. Nosotros, aquí, atentos a todo lo que tenga que ver con la fantasía sexual femenina, ya hemos dedicado algún que otro artículo a algunos estudios que se han realizado a las fantasías eróticas a lo largo de la historia. Entre ellos podemos destacar Pensamientos privados: explorando el poder de las fantasías sexuales de las mujeres, de Wendy Maltz, o Confesiones sin vergüenza, de Valérie Tasso.