Breve bibliografía sobre las fantasías eróticas

En este espacio reservado a las fantasías eróticas ya hemos dedicado algún que otro post a publicaciones u obras que, en un momento dado, trataban sobre las fantasías eróticas o intentaban dar una explicación a la génesis de las mismas.

En esta sección hemos hablado del libro Garden of Desires, de la escritora y periodista inglesa Emily Dubberly. Aquí hemos hablado también de Confesiones sin vergüenza, una obra en la que la sexóloga Valerie Tasso, autora de obras tan conocidas como Diario de una ninfómana, El otro lado del sexo o Antimanual de sexo, recoge los testimonios de 66 mujeres sobre sus propias fantasías eróticas preferidas. Tanto la obra de Dubberly como la de Tasso nos sirven para conocer un poco mejor el imaginario erótico de la mujer y para comprender que una fantasía erótica no es algo que necesariamente deseamos que suceda, sino algo que sirve, de alguna manera, para activar mecanismos de excitación que pueden servir para enriquecer o hacer más intensa una práctica sexual que no tiene por qué tener nada que ver con la fantasía erótica en cuestión.

En esta ocasión nos fijaremos en la obra la obra de la terapeuta sexual estadounidense Wendy Maltz (1950) Pensamientos privados: explorando el poder de las fantasías sexuales de las mujeres.

Wendy Maltz se ha dedicado a estudiar las fantasías sexuales femeninas y ha distinguido claramente entre las que son escritas (es decir, las que son meditadas) y las fantasías no escritas (es decir, aquéllas que son más fugaces y que se centran no tanto en argumentos con planteamiento, nudo y desenlace como en imágenes o sensaciones).

Fantasías femeninas escritas

Atendiendo a las fantasías eróticas femeninas escritas, Wendy Maltz considera que la mujer se suele presentar adoptando un papel que podría inscribirse en cualquiera de los seis roles siguientes:

  • Bella Doncella. En este caso, la mujer es objeto del deseo de otro.
  • Víctima. En este caso, la mujer es objeto de humillación o violencia.
  • Mujer Salvaje. Aquí, la mujer es la que toma la iniciativa sexual.
  • Mujer Dominadora. La mujer, aquí, lleva la voz cantante e impone su voluntad sobre los demás.
  • Voyeur. Aquí, la mujer, en su fantasía, se limita a contemplar cómo los demás se entregan al gozo sexual.
  • La Amada. En este rol podríamos englobar a aquellas mujeres que, en su fantasía erótica, adoptan un rol de igual a igual con su pareja. En este último tipo de fantasía erótica, el poder es compartido por los dos miembros de la pareja. Este tipo de fantasía sexual sería, muy probablemente, la fantasía erótica de encarnadura más romántica. Este tipo de fantasía erótica es una fantasía con muchos componentes femeninos. Según algunos estudios, la fantasía erótica en la mujer es mucho más sensitiva y sensorial que en el hombre. En las fantasías eróticas femeninas, lo emocional desempeña un rol mucho más importante. En el caso del hombre, la fantasía erótica se fundamenta en una focalización mucho más explícita y directa de lo sexual. En la fantasía erótica del hombre, por decirlo de algún modo, aparecen mucho más detalladas determinadas partes de la anatomía y lo plasmado es mucho más impersonal.

Fantasías eróticas no escritas

Por su parte, las fantasías eróticas no escritas, apunta Wendy Maltz en su obra, imitan de alguna manera el ciclo de la respuesta sexual. Estas fantasías, plasmadas en imágenes teóricamente abstractas (caballos galopando, flores creciendo, agua cayendo), imitan ese proceso que se inicia con la excitación y que, tras pasar por la fase de meseta y orgasmo, finaliza con lo que se conoce con el nombre de resolución, es decir, de vuelta a la normalidad anterior a la excitación.

Wendy Maltz ha acuñado una teoría para explicar el porqué de las fantasías eróticas. Para la autora estadounidense, nuestras fantasías eróticas reflejan, de manera más o menos directa, más o menos metafórica, los estímulos a los que estamos expuestos durante nuestro despertar sexual inicial. Así, si un niño experimenta su primera erección consciente viendo cómo una mujer se cepilla el pelo, ese niño tendrá una posibilidad mayor de convertir el cabello en una especie de fetiche o, cuanto menos, en un elemento capital dentro de sus fantasías eróticas.

Otros autores, como el Dr. Michael Bader, psicoterapeuta, psicoanalista y autor de Arousal: The Secret Logic of Sexual Fantasies apunta a que las fantasías eróticas son reflejo, más bien, de nuestras ansiedades. Una persona insegura de su atractivo físico tendrá tendencia a fantasear con atraer sexualmente a personas diversas y, especialmente, a personas que tengan que tengan que saltar algún tipo de límite moral o ético para, sobrepasados por la pasión y le deseo, gozar de ella. Una mujer de este tipo, por ejemplo, tendrá querencia a fantasear con relaciones sexuales con policías, grandes directivos o, incluso, sacerdotes.

Por el contrario, y según las teorías de Michael Bader, las personas poderosas acostumbran a fantasear con situaciones en las que hacen entrega de ese poder y se convierten en personas dominadas.