Genitales, autoestima y sexo

Seguramente se ha afirmado hasta la saciedad, pero nunca viene mal recordarlo: el órgano sexual más importante es el cerebro. Es en el cerebro, precisamente, donde se establecen la base de la autoestima y la autoestima es, qué duda cabe, uno de los factores que intervienen de una manera más decisiva a la hora de disfrutar o no del sexo.

Una persona con la autoestima baja no disfrutará de su sexualidad del mismo modo que una persona que, por el contrario, guarde una buena relación con su propia imagen. Pero nuestra imagen cambia con el paso de los años. El tiempo deja su huella en nuestro cuerpo. Una dieta incorrecta, la pérdida de cabello, el aumento de peso o los partos pueden hacer que no nos sintamos deseados y eso puede inhibirnos sexualmente. El éxito de la cirugía estética radica en la posibilidad de reformar aquella parte de nuestro organismo con la que nos sentimos más a disgusto. Las liposucciones, las rinoplastias, las dermolipectomías, la dermoabrasión o las reducciones o aumentos de pecho son, entre otras muchas, algunas de las correcciones corporales que, junto a las del mentón, las orejas o la papada, acostumbramos a buscar cuando picamos a la puerta de un cirujano plástico.

De un tiempo a esta parte hay un tipo de cirugía que está desarrollándose de manera importante y que, por su relación estrecha y directa con la sexualidad, creemos que merece nuestra atención. Hablamos de la cirugía íntima y, dentro de ella, de la que afecta a los genitales femeninos. Las labioplastias, vaginoplastias, perineoplastias e himenoplastias se han puesto, en mayor o menor medida, de moda.

La cirugía íntima femenina entendida como proceso para mejorar la estética o la funcionalidad de los órganos sexuales puede ser estética, reparadora o de rejuvenecimiento. Hay mujeres que la reclaman porque consideran que sus labios menores sobresalen en exceso. Otras, porque padecen un exceso de grosor en sus labios mayores. Otras, que seguramente ya ha pasado por la experiencia de un parto, desean recuperar la firmeza de los tejidos de la vagina o cerrar la musculatura del perineo. Algunas, debido sobre todo a problemas de índole cultural, desean reparar o reconstruir el himen. De éstas, seguramente, acabaremos hablando en algún otro post por las connotaciones de machismo y de manera de entender la sexualidad y la relación de pareja que le son intrínsecas.

Vamos a hablar ahora de las que fundamentalmente afectan a la estética y, también, a la funcionalidad de los órganos sexuales femeninos.

Labioplastia reductora

Los labios vaginales menores que sobresalen de los mayores suponen, para muchas mujeres, un grave problema de autoestima. Bien sea por motivos genéticos, bien por la práctica reiterada de algún deporte, bien como efecto secundario de algún tipo de medicación o de un embarazo o bien como resultado de algún microtraumatismo o de un piercing genital, los labios menores que sobresalen de los mayores pueden no sólo causar molestias durante las relaciones sexuales, sino que también pueden acabar adquiriendo un aspecto negruzco y agrietado que les den un aire envejecido y deforme que acabe provocando en la mujer que los posea un gran problema de autoestima.

En estos casos, la labioplastia reductora se plantea como una solución quirúrgica para reformar la apariencia de esos labios que afean una parte tan íntima de la mujer. Cirugía ambulatoria y anestesia local sirven para devolver a los labios menores una apariencia normal.

La labioplastia también se utiliza para reducir el exceso de grosor o de volumen de los labios mayores. Ese exceso de grasa puede causar molestias al realizar ciertas actividades y hacer que el vestir cierta ropa (¿quién no ha visto alguna vez un coño perfectamente marcado en unos pantalones?) pueda resultar incómodo para la mujer que los lleva. La labioplastia, en este caso, consistiría en eliminar parte de esa grasa reduciendo, así, el tamaño de los labios mayores.

Liposucción de pubis

Otra intervención quirúrgica orientada a la eliminación de grasa es la liposucción de pubis o monte de Venus. La acumulación de grasa en esa zona no suele desaparecer con una simple pérdida de peso y acostumbra a producir un desplazamiento anormal de la vagina hacia atrás haciéndole adquirir un aspecto y una posición anómalas.

El mejor método para corregir ese desplazamiento y proporcionar a esa zona genital un aspecto más juvenil es la lipoescultura. Una intervención que dura entre 30 y 60 minutos puede bastar para devolver a la mujer la autoestima necesaria para volver a disfrutar del sexo.

Vaginoplastia y perineoplastia

Como hemos indicado anteriormente, los embarazos y los partos vaginales suelen hacer estragos en los genitales femeninos. Los músculos que rodean a la vagina pierden firmeza y el suelo pélvico acostumbra a sufrir los efectos secundarios no sólo de los meses de embarazo y del peso reiterado del feto sobre el mismo, sino también del desgarro que puede sufrir la mujer en esa zona en el momento del parto o de la práctica de una epistetomía por parte del obstreta para ampliar el canal “blando” para abreviar el parto y apresurar la salida del bebé.

La laxitud del perineo tras el parto puede ser responsable de una pérdida de sensibilidad generalizada en la zona, acostumbra a causar incontinencia urinaria y puede ocasionar molestias o dolor en las relaciones sexuales. Cuando los ejercicios Kegel no bastan para reforzar esa musculatura, la perineoplastia (una cirugía para la que sólo es necesario el uso de anestesia local combinada con una ligera sedación) se plantea como una opción que permite recuperar la firmeza muscular de esa zona.

Para recuperar la firmeza muscular de los músculos que rodean la vagina, por su parte, es necesario recurrir a la vaginoplastia. Gracias a ésta, los tejidos que rodean a la vagina son estirados. Al hacerlo, esos músculos adquieren un aspecto más rejuvenecido y las paredes vaginales se hacen más estrechas garantizando así una mayor fricción durante el acto sexual. Eso sí: tras la vaginoplastia es preciso un reposo de unos siete días y una abstinencia de unos tres meses.

Finalmente, hay que destacar que la clitoroplastia es otra de las intervenciones quirúrgicas destinadas a corregir la apariencia de alguna de las partes de los genitales femeninos. Gracias a la clitoroplastia, el clítoris hipertrofiado adquiere o recupera una apariencia normal