El cerebro, órgano sexual

Ya conocemos los efectos que la estimulación adecuada y continuada del clítoris o el punto G pueden tener para la mujer. Ya sabemos que una mujer puede alcanzar el clímax sexual si esas zonas de su anatomía son estimuladas convenientemente. Conocemos el papel fundamental que el clítoris desempeña en el mecanismo del orgasmo femenino y sabemos que los labios vaginales e incluso el ano son zonas especialmente erógenas para la mujer. Todos esos puntos erógenos están ubicados en la zona genital femenina. Esa zona genital desempeña, lógicamente, un papel fundamental en el orgasmo de la mujer. Pero que ese papel sea fundamental no quiere decir que sea exclusivo. También los senos o los pezones, por ejemplo, son zonas especialmente sensibles y su estimulación puede resultar muy fructífera a la hora de perseguir y alcanzar el orgasmo femenino. En el proceso que conduce a éste, además, interviene un órgano que, pese a estar bastante alejado de la zona genital, es, seguramente, el principal órgano sexual tanto en el hombre como en la mujer: el cerebro.

Nuestra forma de vivir la sexualidad viene determinada de manera implacable por nuestro cerebro. Nuestro funcionamiento cerebral puede lastrar nuestra sexualidad o, por el contrario, puede convertirla en una actividad absolutamente enriquecedora y gozosa. Al igual que la conveniente estimulación del clítoris garantiza y facilita la llegada del orgasmo, la conveniente estimulación del cerebro servirá para obtener lo que se conoce como orgasmo mental o neuro-sexo.

¿Cómo se alcanza el orgasmo mental?

¿Qué pasos debemos seguir para alcanzar el orgasmo mental? En primer lugar, y como saben todos los amantes del sexo tántrico, para alcanzar orgasmos más intensos es fundamental controlar la respiración. Para perseguir el orgasmo mental es necesario respirar de una manera rápida y profunda, exhalando fuertemente el aire. Aguantar la respiración en los momentos finales de esta práctica es determinante para el éxito de la misma.

Una vez controlada la respiración, hay que procurar acompasarla al movimiento de las caderas. Éstas deben moverse, verticalmente, de manera suave, hacia arriba y hacia abajo.

Mientras se realizan estos movimientos y se controla la respiración tal y como se ha indicado, la mujer deberá hacer trabajar su imaginación. Absolutamente concentrada en lo que esté haciendo, la mujer debe fantasear sobre un encuentro o una práctica sexual que la excite de manera especial. Dar una ambientación especial al sitio en el que se va a llevar a cabo esta práctica y garantizar un tiempo de soledad absoluta es fundamental a la hora de garantizar el éxito de esta práctica erótica destinada a alcanzar el orgasmo mental.

El orgasmo mental será más fácilmente alcanzable si la mujer consigue visualizar su propia excitación. Esa imagen debe convertirse en una especie de mantra mental que permanezca incontaminado por otro tipo de imágenes que no jueguen a favor de la consecución del orgasmo.

La clave del éxito del neuro-sexo radica en la armonía afín que exista entre nuestra imaginación y nuestro cuerpo mediante una adecuada respiración. El hombre también puede experimentar la maravilla del orgasmo mental, pero son las mujeres quienes con mayor facilidad pueden alcanzarlo.

Las tesis de Barbara Carrellas

Estos ejercicios han sido propuestos por la coach sexual Barbara Carrellas. Autora del libro Ectasy Is Necessary: A Practical Guide, Barbara Carrellas destaca la importancia que esos movimientos de las caderas hacia arriba y hacia abajo tienen para conseguir el orgasmo mental. Después de todo, apunta Carrellas, la energía se crea y expande en el segundo chakra, que está ubicado en la zona del estómago. Carrellas pretende erradicar la idea de que el orgasmo es una experiencia exclusivamente ligada a lo genital. Por eso en esta práctica no tiene cabida ningún tipo de estimulación manual o de práctica masturbadora en la que participe algún tipo de juguete erótico.

Carrellas, residente en Nueva York, comenzó a desarrollar su idea sobre los orgasmos mentales en los años ochenta, en aquellos años en los que el SIDA hacía estragos en amplios estratos de la sociedad neoyorquina y en el que muchas las personas decidieron eludir la práctica sexual compartida por miedo a un contagio de VIH. Dar una opción de gozo de la propia sexualidad a todas esas personas fue el objetivo principal de Barbara Carrellas, que con el tiempo ha llegado a perfeccionar la técnica que empezó a enseñar en sus primeros talleres hasta el punto de convertirlos en una práctica aceptada por muchos sexólogos de todo el mundo y empleada con finalidades muy diversas. Una de esas finalidades, de carácter terapéutico, consiste en dar una opción de disfrute sexual a aquellas personas que, por una lesión medular, se han tenido que enfrentar al demonio de tener que renunciar a su sexualidad.

La visualización de una actividad sexual satisfactoria y el uso de las fantasías eróticas en pos del orgasmo mental es una de las técnicas terapéuticas que de un modo más generalizado se están empleando a la hora de tratar las disfunciones sexuales.

Más allá del éxito terapéutico de estas técnicas, la persecución del orgasmo mental nos permite sobre todo conectar nuestra mente y nuestro cuerpo, razonar sobre nuestra sexualidad, conocerla mejor y, finalmente, potenciar nuestras capacidades mentales para, gracias a ella, disfrutar mucho más de nuestras experiencias.