Quien más quien menos ha escuchado hablar alguna vez de la eyaculación precoz. De hecho, entre el 20 y el 30 % de los hombres la padecen o la han padecido alguna vez en sus vidas. Es una disfunción, pues, bastante corriente. Eso, entre otras cosas, ha provocado que quien más quien menos haya hecho en alguna ocasión algún chiste sobre esta disfunción sexual y que lo haya hecho, además, desde la desinformación más absoluta, sin saber cuáles pueden ser las causas de la eyaculación precoz y sin saber, lo que es más importante, cuáles son los tratamientos existentes contra la misma.

Esa desinformación sobre la eyaculación precoz, que se hace extensiva a muchos aspectos de la vida sexual, alcanza también a una disfunción sexual semejante a la eyaculación precoz pero que, en este caso, afecta única y exclusivamente a la mujer: el orgasmo precoz femenino.

Sí: hay mujeres que, al igual que le sucede a algunos hombres, también alcanzan el orgasmo antes de lo que desean. Proporcionalmente, es cierto, son menos las mujeres que padecen orgasmo precoz femenino que los hombres que padecen eyaculación precoz. Quizás por ello el orgasmo precoz femenino no aparece en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Salud Mental de EE.UU. (DSM) y en cambio sí aparece en él la eyaculación precoz. O, simplemente, quizás el DSM tiene una visión excesivamente “masculina” de lo que es la sexualidad humana.

Para compensar este “olvido” del DSM y congraciarnos con las asociaciones o entidades que se ocupan de estudiar la sexualidad humana fijaremos nuestra mirada en la International Society for Sexual Medicine. Esta sociedad médica sí cita el orgasmo femenino prematuro o precoz y lo hace citando a su vez uno de los pocos estudios que se han realizado sobre el tema y que fue publicado por la revista Sexologies en 2011.

El estudio citado por la International Society for Sexual Medicine y al que nos referimos aquí fue realizado en Portugal por la Universidad de Chicago. Para realizar su estudio sobre el orgasmo prematuro femenino, la mencionada universidad estadounidense dirigió un cuestionario específico a un grupo de 510 mujeres cuyas edades oscilaban entre los 18 y los 45 años. En dicho cuestionario, entre otras cosas, se preguntaba si la mujer que contestaba el cuestionario alcanzaba el orgasmo de manera prematura.

Los resultados de este estudio sobre el orgasmo precoz femenino fueron los siguientes: el 40% de las mujeres tenían orgasmos prematuros de vez en cuando; el 14% los tenía con frecuencia y el 3% los tenía siempre.

El orgasmo precoz femenino, al igual que la eyaculación precoz, puede acabar afectando severamente a la relación de pareja ya que lo más habitual es que la mujer que haya experimentado el orgasmo prematuro desee finalizar en ese punto la relación sexual que esté manteniendo, lo que, muy probablemente, dejará insatisfecha a su pareja y hará que la propia mujer viva el orgasmo con una más o menos marcada sensación de culpa, lo que, a la corta o a la larga, afectará gravemente a su autoestima sexual y, por tanto, a su vida sexual.

¿Cómo luchar contra el orgasmo precoz?

Al igual que sucede con la eyaculación precoz, el primer consejo que debe darse a la mujer que padezca orgasmo precoz femenino es el de estrechar la comunicación con su pareja, el de hablar con ella y, por supuesto, en dirigirse a su médico o con su sexólogo de cabecera. Seguramente éste le dirá, para empezar, que no hay que valorar los orgasmos por el tiempo que tardan en llegar. Y es que no hay un tiempo estandarizado ni adecuado para alcanzar el orgasmo. Por eso no hay que preocuparse, a priori, porque llegue antes o después. Más que el tiempo que tarda en llegar el orgasmo, el gran problema del orgasmo prematuro femenino es la sensación de insatisfacción que, de forma subjetiva, provoca en la mujer que lo padece.

En muchos casos, la mujer que experimenta el orgasmo prematuro es una mujer especialmente sensible a lo clitoriano. Cuando esto sucede, la mujer (y su pareja) debe aprender a dosificar la estimulación, a modularla para que, de ese modo, se retrase el momento del clímax. Un buen recurso puede ser, por ejemplo, el de olvidarse de la estimulación del clítoris durante un tiempo para estimular zonas de la vulva que estén algo alejadas de él. O también dedicarse, en los preliminares, a estimular otras partes del cuerpo que también pueden resultar muy erógenas (pezones, por ejemplo) y que, sin dejar de excitar a la mujer, no van a llevarla directamente al éxtasis.

Si todos estos pequeños trucos no sirvieran para luchar contra el orgasmo precoz femenino y para retardar la llegada del orgasmo, finalmente habría que recurrir a asesoramiento sexológico o a algún tipo de terapia sexual.