La importancia de la penetración
Sabemos que el sexo es algo más que penetración. Mucho más, sin duda. Sabemos que, en la relación sexual, los preliminares son importantes y que la estimulación de las diferentes zonas erógenas del cuerpo es el mejor camino para incrementar la excitación sexual y, con ello, para posibilitar el orgasmo y, al tiempo, conseguir que éste sea más intenso. No vamos a obviar aquí las delicias y placeres que encierran prácticas como el cunnilingus o la felación ni vamos a descubrir hasta qué punto la correcta estimulación de los pezones o, sobre todo, el clítoris, puede llevar a la mujer al orgasmo ni cómo la estimulación prostática puede llevar al hombre al éxtasis. Todo eso lo sabemos y sabemos que renunciar a todas esas prácticas sexuales para priorizar ante todo la opción más instintiva del sexo y, si se quiere, la más animal, es perder mil y una posibilidades de placer, es, de alguna manera, quedarse con una sola de las amplias posibilidades de gozo que nos ofrece el sexo cuando es practicado sin prisas y sin tabúes. Sabemos eso, pero, no nos engañemos: en toda relación sexual llega un momento en el que las felaciones, los cunnilingus, la estimulación del clítoris o la próstata y el uso o no de juguetes eróticos está de más porque el cuerpo, caprichoso y dictatorial, reclama que se realice la instintiva y, repetimos, casi animal, penetración.
Dicho de otro modo: en las relaciones sexuales más comunes, el hombre, tarde o temprano, acaba penetrando a la mujer. O debe acabar penetrándola. Todo hombre lo desea y toda la mujer, en mayor o menor medida, lo espera. Y ahí es donde, por decirlo de algún modo, un hombre debe dar el do de pecho. Un gran amante no sólo es el que sabe ejecutar a la perfección un magnífico cunnilingus. Tampoco el que conoce a la perfección cuáles son las zonas erógenas del cuerpo de la mujer y sabe cuáles son los recursos a su alcance para estimular dichas zonas correctamente. El gran amante es aquél que, sabiendo todo eso y sabiendo ejecutarlo, es hábil practicando el arte supremo del sexo: el de la penetración.
Formas de penetrar pueden haber muchas. Cada postura erótica, de hecho, determina hasta cierta medida una forma de penetración. Por eso hay posturas idóneas para parejas en las que el hombre tiene el pene pequeño y posturas para hombres con el pene grande. El amante ideal debe ser consciente de sus aptitudes y características físicas para, en base a ello, escoger una postura u otra para sentir más placer y para hacérselo sentir a su pareja.
Más allá de a la tesitura de escoger una determinada postura erótica para disfrutar de la relación sexual (algo que, lógicamente, debe escogerse en pareja y de manera consensuada), el amante debe enfrentarse a la de escoger una determinada forma de penetración. Al hablar de una determinada forma de penetración estamos hablando, principalmente, de dos conceptos: profundidad y ritmo. También, por supuesto, del grado de inclinación de la penetración. Según como sean y se combinen estos factores se provocarán unas sensaciones u otras. En este artículo de EroticaFactory queremos recomendarte una forma de penetración alabada durante siglos por los seguidores del sexo tántrico: la de alternar las penetraciones.
Las virtudes de las penetraciones alternas
¿De qué estamos hablando cuando hablamos de alternar las penetraciones durante el coito? De alternar las penetraciones superficiales con las penetraciones profundas. ¿Qué se consigue con ello? Principalmente, dos cosas: que la mujer experimente más placer y que el hombre dure más tiempo antes de alcanzar el propio orgasmo.
Con demasiada frecuencia se considera que la mujer siente más placer cuando es penetrada siguiendo un ritmo rápido y constante. Eso no es así. Por regla general (cuando se habla de sexo no hay que olvidar nunca que cada cuerpo es un mundo), la vagina es mucho más estimulada sexualmente durante la penetración cuando el hombre realiza movimientos inesperados, sutiles, profundos e intensos, movimientos no tanto previstos como novedosos, movimientos que, poco a poco, sin prisa alguna, van despertando las diferentes zonas de la vagina.
Para que el amante brille a gran altura durante la penetración es necesario que se dé una circunstancia: que la mujer haya alcanzado un alto nivel de excitación. Una vez la mujer se encuentre en ese punto de ebullición al que se llega tras unos buenos preliminares, el hombre podrá experimentar con las distintas profundidades al penetrar a la mujer y podrá alternar las penetraciones para, así, llevar a la mujer hasta el éxtasis. Para que eso sea así te recomendamos seguir los siguientes consejos:
- Antes de iniciar la penetración, sujeta el pene con tu mano, llévalo hasta el clítoris y frota éste con el glande. Esto servirá, por regla general, para que la mujer, previamente estimulada mediante caricias y oralmente, anhele la penetración.
- Inicia la penetración lentamente, entrando, únicamente, dos o tres centímetros dentro de la vagina. Tras ello, introduce el pene dentro de ella dos o tres centímetros más para, a continuación, retroceder hasta la entrada vaginal sin por ello salir de la vagina.
- Repite el paso anterior unas cuantas veces. ¿Cuántas? Todas las que sea necesaria. Tu propia pareja te pedirá que entres más profundamente dentro de ella. En esta fase, además, puedes jugar con los cambios de ritmos. Este tipo de penetración, combinada con una postura erótica que facilite la estimulación del punto G, puede resultar muy placentera para tu pareja.
Una vez hayas llegado a esta fase, podrás practicar una penetración más profunda. Tu pareja sentirá mucho placer cuando te sumerjas profundamente en ella hasta intentar alcanzar el cuello del útero.
Cuando te hayas sumergido así en la vagina de tu pareja, realiza movimientos cortos. Al hacerlo, te retirarás sólo unos centímetros de ese punto máximo de alcance al que, debido a tus características físicas, puedes llegar. En este sentido, la física y las matemáticas no mienten. Un pene de 16 cm de largo siempre llegará un poco más que uno de 14.
Este tipo de movimiento corto y profundo facilita al hombre el control de su eyaculación. Por el contrario, la penetración basada en un movimiento largo y profundo aumenta el nivel de excitación del hombre y, por tanto, acerca el momento de la eyaculación. Por su parte, todos los movimientos profundos, tanto los largos como los cortos, pueden ser muy estimulantes para la mujer ya que al realizar este tipo de movimientos se estimula la zona del fórnix anterior o zona AFE, una zona que, ubicada cerca del cuello del útero, podríamos considerar similar a la zona del punto G.
Una buena manera de controlar el nivel de excitación es penetrar de manera lenta y prolongada tanto en la penetración superficial como en la profunda. Cuando la excitación se vuelva demasiado intensa, deberás detener los movimientos de penetración durante unos segundos antes de llegar a ese punto de no retorno que hace que la eyaculación sea inevitable. Transcurridos esos segundos (llénalos de besos y caricias para que la excitación de tu pareja no decaiga en exceso), retoma los movimientos y procura, de nuevo, alternar las penetraciones.
Al ejecutar los movimientos de penetración profunda debes tener en cuenta que expulsas aire de la vagina y, al hacerlo, creas una especie de vacío que, con los movimientos superficiales, hacen que la vagina experimente mucho placer. Para mantener dicho vacío evita retirar por completo el pene de la vagina. Como mínimo, él deberá estar introducido dentro de ella un par de centímetros.
Esperamos que disfrutes mucho más de tus relaciones sexuales ejecutando esta técnica sexual de alternar penetraciones. Si dominas esta técnica de penetración ganarás muchos enteros como amante a los ojos de tu pareja.