El masaje: un regalo y un juego
No es difícil dejarse llevar por el encanto de esta fantasía erótica, sobre todo cuando tienes a tu pareja masajeándote dulcemente la espalda. ¿Qué mejor manera de decir “te amo” que regalar un masaje? El masaje erótico es algo que se hace para que la otra persona se sienta bien y relajada.
No te preocupes en absoluto si no tienes conocimientos como masajista. Una vez que coloques las manos sobre la piel de tu pareja, sabrás exactamente qué hacer con tus manos para realizar ese masaje. La intuición y el pensar en lo que te gustaría que te hicieran a ti te servirán de guías a la hora de realizar ese masaje erótico.
Si eres tú quien recibe el masaje, no te cortes a la hora de decir a tu pareja cómo debe hacerlo. Guíala cuando esté actuando. Dirígela. Tal vez te interese que el toque de sus manos sea más pausado, o más fuerte, o más suave, o que se dirija a un área determinada de tu cuerpo. “Más suave, por favor”; “en círculos, por favor”; “dirígete ahora a mis nalgas, please” pueden ser comentarios que conduzcan a un mejor masaje.
¿Dónde hacer el masaje?
Tu dormitorio puede convertirse en una excelente sala de masajes. Una luz tenue, unas velas perfumadas, una música relajante y suave… Todo ello puede ayudar a que un masaje erótico se convierta en un acontecimiento y en un acto perfecto de celebración de vuestra relación al acabar el día. No importa cómo os ganéis la vida. Sea como sea, siempre es agradable volver a casa, desconectar del trabajo tanto si es un trabajo físico como si lo es más de carácter mental, y entregarse al placer mutuo de la pareja y a la magia de las manos proporcionando bienestar al cuerpo de la persona amada. Para hacerlo, aseguraos de que tenéis a mano vuestro aceite de masaje y vuestro lubricante de confianza.
Teniendo eso a mano, ya podéis comenzar a escenificar la fantasía erótica de la masajista y el cliente. Para ello, es conveniente pensar en el tipo de ropa que se debe llevar puesta para dar verosimilitud a la escena representada.
Si es la mujer la que va a actuar de masajista, puedes ir vestida con un albornoz. El bikini y los pantalones cortos ajustados con blusas apretadas son ya, indicadores claros del tipo de sala de masaje a la que se ha acudido. Con ese uniforme, es imposible que el cliente no piense ya, a la vista de su masajista, en un final feliz para completar un maravilloso masaje erótico.
El juego de rol
Seguramente tú, observando su rostro al inicio de la representación, ya leerás en sus ojos el deseo de llegar a ese punto, pero debes atemperarlo cumpliendo con el ritual del juego. Para empezar a hacerlo, preséntate a tu cliente. Dile, por ejemplo, “hola, soy Suzy, y hoy seré tu masajista”. Él, en ese momento, ya debe ir vestido simplemente con una toalla que cubra sus genitales.
Tú, para recibirlo, extiende una toalla grande sobre la cama y dile que se acueste boca abajo y se ponga cómodo. Una vez acostado, dile que vas a verter sobre él un poco de aceite de masaje caliente o de aceite de bebé. Dile que cierre los ojos y se relaje. Vierte sobre su espalda el aceite. Ese aceite hará que tu masaje se convierta en una maravillosa excursión por su cuerpo.
Masajea lentamente sus hombros y ve bajando lentamente hacia abajo. Hazle comentarios sobre la tensión que encuentras en sus músculos y dile que vas a hacer que se relaje. No debes ser una terapeuta titulada para conseguirlo. Al igual que sucede con el sexo y con todas las cosas que tienen que ver con la sensualidad, debes dejar que la naturaleza y el instinto te guíen. Así, las cosas vendrán por sí solas. Fluirán.
Aprieta y frota con tus pulgares trazando círculos con ellos. Pregúntale si le gusta la presión que estás realizando con tus manos. No debes sentir vergüenza a la hora de acariciar. Deja que él te guíe y dirija. A él, seguramente, le gustará que sigas sus órdenes y ajustes tu técnica como masajista a sus gustos.
Tras masajear lentamente hombro y cuello, baja por la espalda, masajea después sus glúteos y desciende poco a poco hasta llegar a sus pies. Cuando estés realizando todos estos masajes, deja que tus pechos toquen su cuerpo. Que lo rocen. Tus tetas deben ser parte activa del masaje. Esas tetas, suavizadas por el aceite de masaje, colgando sobre él y rozando su cuerpo, le proporcionarán un gran placer.
Colócate a horcajadas sobre él mientras trabajas su cuerpo. Presta especial atención a esas partes de su cuerpo a las que suele prestarse poca atención. A los hombres les gusta que acaricien sus piernas y pantorrillas. También que se las alaben. Alaba sus piernas, su espalda, su culo. Haz que se sienta a gusto con su cuerpo y que cualquier complejo que pueda tener salte por los aires ante el poder de tus alabanzas.
El masaje erótico
Cuando creas que su espalda, muslos y glúteos han sido suficientemente trabajados, dile que se tumbe boca arriba. Lo deberá hacer cubriéndose con la toalla. Sería interesante para el juego que sus genitales aparecieran cubiertos. Cuando acaricies sus pectorales, deja que tus pechos se paseen cerca de su cara. Tus tetas bailando sobre sus mejillas o sus labios actuarán, seguramente, sobre esa parte de su cuerpo que cubre la toallita, despertándola (si es que no estaba despierta ya).
Es posible que, siguiendo las reglas de un juego de rol erótico que represente un salón de masaje más subido de tono, él te pregunte cuánto le costaría que te quitaras la parte superior de tu bikini. Dile, por ejemplo, que 20 euros. Él debe entregarte esa cantidad de dinero para que así, tú, puedas quitarte la prenda solicitada. Cuando vuelvas a masajearlo mientras paseas tus tetas por su cara, él estará autorizado a chuparlas o lamerlas. No tengas la menor duda de que su lengua saldrá de su boca intentando buscar el dulce manjar de tus pezones.
En ese momento, la toalla que cubre sus genitales habrá perdido toda su funcionalidad. El empuje de su polla la habrá apartado o, como mucho, la habrá hecho izarse para darle una apariencia de tienda de campaña. Ese pene, qué duda cabe, está pidiendo una acción que le relaje. Mastúrbalo. Una buena paja (lenta y pausada, con control de la eyaculación incluido) es una de las mejores maneras de finalizar este juego. La masturbación, después de todo, es un magnífico sistema de relajación.
Pero también puedes añadir otras variantes. La del sexo oral es, sin duda, una de ellas. La mamada del happy end es una felación cinco estrellas. También el sexo oral puede ser mutuo. Un sesenta y nueve puede ser una buena manera de finalizar este masaje. Lo puedes aderezar, además, provocándole al decirle algo así como “¿quieres que me quite los pantalones?”. Si él te contesta afirmativamente (¿puede contestarte de otro modo?), dile cuánto le puede costar eso. Lo pagará, seguramente. Cuando lo haya hecho, quítate los pantalones, colócate a horcajadas y al revés sobre él y, al mismo tiempo que te introduces su pene en la boca, pon tu coño sobre la suya. No perderá tiempo en lamerlo. Felación y cunnilingus al unísono será la traca final de una fantástica fantasía erótica hecha realidad. Cada uno sentirá entre sus piernas su propio estallido de placer y podrá sentir en la boca el estallido del otro.