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Cunnilingus: sexo oral para un intenso orgasmo femenino

El cunnilingus es una de las prácticas sexuales más placenteras para cualquier pareja, pues garantiza el orgasmo femenino en la mayoría de las mujeres. Según diversos estudios, a un gran porcentaje de mujeres, el sexo oral les produce un placer mayor que el de la penetración, por lo que prefieren esta práctica sexual en sus relaciones.

Duración de las relaciones sexuales: virtudes del sexo rápido

Es normal que el ritmo de vida actual te oblige a hacer malabarismos con la familia, el trabajo o los estudios, y te resulte muy complicado dedicar la atención necesaria a tu vida sexual. Diversas encuentas recientes, dirigidas por terapeutas sexuales, lo demuestran, y confirman que el sexo rápido nos gusta. La solución es que cambies el concepto de “follar”, que eligas la calidad a la cantidad, el sexo salvaje y frenético, sexo de alta velocidad.

Trucos para mejorar el cunnilingus

El cunnilingus es una práctica sexual muy valorada por las mujeres. No en vano, la estimulación oral de clítoris y vagina resulta muy placentera para la mujer. Resulta difícil que un cunnilingus no consiga estimular convenientemente a la mujer, pero hay cunnilingus y cunnilingus. En este artículo de EroticaFactory queremos darte una serie de consejos y proponerte una serie de trucos para mejorar tu cunnilingus.

Dos parejas muy bien avenidas (Fin)

Las manos de Edurne eran más ardientes que las de Marta. Yo las notaba como si fueran fuego mientras me masajeaban los cojones. Sabias manos, las de Edurne. Lo constaté al instante. Sabían acariciarme las pelotas mientras dejaban un dedo libre que, osado, avanzaba hacia los aledaños de aquella parte de mi cuerpo que sólo de vez en cuando la lengua de Marta había visitado y que sólo su dedo se había atrevido a profanar.

Dos parejas muy bien avenidas (7ª Parte)

Desabroché mis pantalones y me los quité. Fue la propia Marta, que se había incorporado, la que se encargó de bajarme los bóxer. Al bajármelos sentí el latigazo de mi polla, erecta, en mi vientre. La lengua de Marta empezó a juguetear con mis pelotas, a moverlas de lado a lado, a mordisquearlas suavemente mientras, con la punta de los dedos, jugueteaba con mi glande.

Dos parejas muy bien avenidas (5ª Parte)

El mundo vegetal también nos proporcionó grandes posibilidades de experimentación. Los calabacines se convirtieron en nuestros amigos; los pepinos supieron de la creciente humedad de nuestras almejas. Nos follamos la una a la otra sirviéndonos de los más sofisticados arneses que encontrábamos en el mercado. Yo me ponía a cuatro patas y Susana, desde atrás, me follaba como lo hubiera hecho el mejor de los machos; la mayor parte vaginalmente, en ocasiones por el culo.

Dos parejas muy bien avenidas (4ª Parte)

Me desnudé y me metí bajo el chorro de agua templada. No tardé en llevar la alcachofa a mi entrepierna. Me gustaba sentir cómo el agua masajeaba mi almeja mientras mis manos se encargaban de acariciar mis tetas. No sé cuándo se abrió la puerta del cuarto de baño pero sí escuché cómo la mampara de la ducha se abría. No me asusté. Sabía quién era.

Dos parejas muy bien avenidas (3ª Parte)

Yo, cuando me masturbo, casi siempre pienso en que me están comiendo el coño. Me gusta imaginar que una lengua lo recorre de abajo arriba, desde el culo hasta el clítoris. Me pone mogollón el imaginar que es la punta de una lengua, y no mis dedos, quien acaricia mi clítoris. Y me pone mucho más el pensar cómo esa boca que imaginariamente me está llevando hasta el séptimo cielo se está llenando con los jugos que manan de mi almeja.

Dos parejas muy bien avenidas (2ª Parte)

Lo primero que distinguí desde la puerta entreabierta del salón fue el culo desnudo y perfectamente reconocible de mi mujer. Lo hubiera distinguido entre un millar de culos. No en vano lo había lamido un sinfín de veces y había entrado en él otras tantas. Siempre me había gustado su acogedora estrechez, el modo de palpitar alrededor de mi polla cuando lo penetraba.

La confesión de la maestra (VI)

Lo que había sido inicial timidez se había transformado en una especie de torbellino que parecía querer sorberme hasta las entrañas. Notaba cómo la pasión se había desatado en él por la fuerza con la que se aferraba a mis muslos. Yo lo cogí por el pelo y lo obligué a no separa ni un momento su lengua de mi coño. Éste palpitaba como un corazón desbocado.

Sexo en la vejez

El fuego es el fuego y las brasas son las brasas, pero ambas cosas sirven para calentarse. ¿Qué queremos decir con eso? Que el sexo no tiene por qué desaparecer con la edad. Es más: se puede mantener una vida sexual activa más allá de la barrera de los 60, los 70 e incluso los 80 años. Los estudios y las encuestas lo demuestran. Sumar años no tiene por qué suponer la obligación de renunciar a los placeres del sexo.