Postura de “El pulpo”
Esto no es un nudo, aunque pueda parecerlo. Ésta es una fantástica postura erótica para que el contacto entre el hombre y la mujer en el momento del coito sea máximo. No es un pulpo lo que se enreda en el cuerpo, es el deseo en sí mismo quien se convierte en cuerpo de mujer y se enrosca al tuyo para sentirlo y para que lo sientas. Es mucha la superficie de piel que está en contacto y, por lo tanto, es mucha la temperatura que se puede alcanzar con esa fricción de vientre contra vientre y pecho contra pecho.
Aunque pueda parecer complicado llegar a esta postura erótica sólo hay que seguir una norma sencilla: dejarse rodar desde la postura del misionero manteniendo, eso sí, la penetración. Si al girar la polla sale de su cálido cobijo, costará un poquito más volver a la penetración, pero seguramente el deseo os concederá la habilidad suficiente para hacer que vuestros cuerpos vuelvan a encajar el uno en el otro.
Esta postura es una postura que garantiza mucha intimidad. El contacto visual hará que sea así, permitiendo que vuestros sentimientos pueden fluir de uno a otro a través de vuestra mirada.
Sensaciones de la postura para la mujer
La postura de “El pulpo” es, en manos de la mujer, un excelente instrumento para retrasar el orgasmo. Sólo hay que juguetear un poquito con el hombre, burlarse de sus ganas de penetrar hasta el fondo. Mueve hacia atrás tus caderas y, cuando el pene esté a punto de salir de la vagina, empuja controladamente para que vuelva a hundirse dentro de ella. Hazlo todo lenta y controladamente. Si aceleras el ritmo al realizar este movimiento es posible que notes dentro de ti la palpitación enfebrecida de la polla de tu pareja al correrse.
Esta postura permite a la mujer mucha libertad de movimiento. Las opciones de placer son sólo limitadas por la imaginación. Es la imaginación, concentrada en la cadera, la que puede proporcionar esos matices de placer. Haz que rote, muévela frenéticamente, haz pequeños movimientos hacia adelante y hacia atrás…
Esta postura, también, es una excelente postura para realizar el amor de forma reposada tras mantener otras que requieren más energía. Ésta, hasta permite quedarse dormidos, una vez finalizado el coito, en amorosa postura.
Sensaciones de la postura para el hombre
La postura de “El Pulpo” permite que las manos de la mujer tengan acceso al perineo del hombre, esa zona ultra-sensitiva y erógena entre el pene y el ano. Si la mujer presiona con sus dedos convenientemente en esa zona, la eyaculación del hombre se retrasará aunque la penetración, si se desea, puede ser profunda, con los cuerpos realmente pegados y fundidos.
Si el hombre tiene su rostro junto al pecho de la mujer, también puede morder sus pezones, volver a ser un niño que, protegido por su madre, se amamanta de sus pechos.