Eyes wide shut
No hay nada como eliminar uno de los sentidos para potenciar la sensibilidad de los demás. Esto es algo que deberías tener muy en cuenta cuanto notas que tu pareja y tú empezáis a tener un vida sexual rutinaria y aburrida. Quizás ya habéis probado otros trucos. Habéis vuelto a follar en el coche, como cuando erais adolescentes. Habéis jodido en los vestuarios de El Corte Inglés aprovechando las compras de rebajas. Has saboreado el mejor vino que has encontrado en el supermercado de la esquina en la copa maravillosa del ombligo de tu pareja, has visto cómo ese vino le corría cuerpo abajo, hacia el delta delicioso de su pubis, y has intentado recogerlo con la lengua cuando resbalaba por entre sus piernas, en el canal húmedo y lujurioso de su vagina.
Habéis ensayado más de una de las posturas del Kamasutra. Si algo os ha detenido en esa prueba constante de nuevas posturas eróticas ha sido, sin duda, tu falta de flexibilidad. Hasta has aprendido trucos tántricos para retardar la eyaculación. Ahora, de hecho, tu pareja siempre alcanza el orgasmo antes de que tú te corras.
Pero queréis más. Sois curiosos por naturaleza, os gusta el sexo y creéis que todos os suena ya un poco a conocido. Y ese más que buscáis lo habéis encontrado viendo una película de Stanley Kubrick. La película es Eyes wide shut y la protagonizan Tom Cruise y Nicole Kidman. Ahí descubrís el incentivo erótico que puede suponer el ser privado de la visión en una sesión de sexo. Ser acariciado con los ojos vendados. Ser lamido con los ojos vendados. La masturbación con los ojos vendados, pensáis, puede ser una gran experiencia.
El arte de vendar los ojos
La privación sensorial es, sin duda, un arte sublime y sofisticado. Para practicarlo, basta con un simple pañuelo. Con él podrás vendar los ojos de tu pareja. El potencial erótico de vuestro encuentro se incrementará. Si no deseas un pañuelo corriente y moliente, busca algo más glamuroso. Un pañuelo de seda, por ejemplo. O puedes recurrir a un sex shop. En él encontrarás vendas, máscaras, capuchas… También tapones para los oídos. Si con la privación de un sentido (pongamos la vista) la sensibilidad aumenta, imagina qué puede suceder con dicha sensibilidad, hasta qué punto se puede volver susceptible y alterable, si la privación sensorial se aplica, además, a otro sentido.
Imagínate con los ojos vendados y los oídos tapados, tumbado sobre una cama, a la espera de una caricia, de un roce, de un masaje, del lamido lento y aplicado de una lengua. Imagina que esa caricia es la boca de tu pareja cerrándose sobre tu prepucio. Imagina esa mamada. Imagina sus dedos acariciando tus testículos. Imagina sus labios mordisqueando tus pezones.
La privación sensorial convierte el masaje erótico en una deliciosa y excitante tortura. Ser alimentado con trocitos de fruta variada y jugosa mientras se está con los ojos vendados puede ser un placer de una intensa sensualidad y una antesala perfecta para un tiempo de sexo desenfrenado y gozoso.
La privación sensorial es idónea para prolongar los preliminares eróticos y para aumentar la excitación de la pareja. La incertidumbre de lo que va a suceder incrementa la excitación de la persona privada de algún sentido. Puede llegar un beso caliente. Puede llegar un beso frío. Puede llegar un pellizco. Puede llegar la mano cálida de la pareja recorriendo lentamente los labios vaginales. Puede llegar la lengua a recoger el flujo que la caricia manual ha hecho brotar de esa vagina húmeda y estremecida. Pueden llegar los dientes de tu pareja a mordisquear leve y cuidadosamente tus testículos. Puede llegar su dedo a acariciar, lubricado, el sensible espacio de tu ano.
La privación sensorial, esa disminución, te convierte en un ser impotente ante la caricia gélida de un cubito de hielo. También te puede permitir la realización de cualquier juego de rol erótico. La privación sensorial, de hecho, es una de las técnicas más habituales de las utilizadas en las prácticas BDSM. El nivel de incertidumbre y excitación que añade a la práctica sexual la convierten en una técnica insustituible de la escena sadomasoquista. Hay dominatrices especializadas en ir cortando todos los sentidos, uno tras otro, y en ir devolviéndolos lentamente.
Si sentís que vuestra vida sexual comienza a hacerse tediosa en exceso, introducid una simple venda a vuestros encuentros sexuales. La pasión volverá a renacer y los besos y las caricias adquirirán un nuevo sabor y una nueva intensidad.