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Sexo en la playa

Pocos lugares invitan tanto a la lujuria como la playa. Cuerpos bronceados, pieles que relucen bajo el sol, el sonido del mar acunando nuestros sentidos y, por supuesto, el sol. Pocas cosas como el sol a la hora de poner en funcionamiento nuestras endorfinas. Éstas se activan y, activadas, nos dejan a merced de nuestros deseos más íntimos. Y nuestros deseos acostumbran a ser muy traviesos. Tanto, que pueden empezar a girar sobre un objetivo único: el de hacer el amor con nuestra pareja ahí mismo, en la playa.

Zonas erógenas del hombre y la mujer

Son muchas las zonas del cuerpo que pueden ser despertadas sexualmente cuando son tocadas y acariciadas no importas si por una segunda persona o si por nosotros mismos. Esas zonas reciben el nombre de zonas erógenas. Hay una zona corporal, sin embargo, que es el órgano sexual más poderoso. ¿Sabes cuál es? El cerebro. En el cerebro residen nuestros deseos y anidan nuestras fantasías. Unos y otras son los afrodisíacos más importantes. Ellos y ellas determinan aquello que, sexualmente, más nos gusta.

Hacer el amor durante toda la noche

Hacer el amor durante toda la noche figura en un lugar destacado entre los sueños eróticos de todo amante. Ese sueño viene desde tiempos inmemoriales. Un ejemplo: los sabios taoístas recomiendan en sus textos períodos prolongados de hacer el amor para que ambos amantes tengan la oportunidad de experimentar oleadas de éxtasis antes de llegar al clímax. ¿Cómo se puede llegar a alcanzar ese sueño del sexo prolongado? Sin lugar a dudas, aprendiendo una serie de técnicas dilatorias que sirvan para posponer el momento del clímax.

Placer apretado

El misionero ha sido y es injustamente tratado. Se acusa a esta tradicional postura erótica de aburrida, de sosa, de resultar poco imaginativa. Muy probablemente, estas acusaciones brotan directamente de la boca de quien en verdad es poco imaginativo. Pequeñas variaciones pueden bastar para convertir el misionero en una postura mucho más intensa y excitante.

Tomar el control con inspiración oriental

Una famosa leyenda japonesa cuenta que un joven barquero fue secuestrado y hecho prisionero por una señora y sus tres doncellas. Encarcelado en las mazmorras de su castillo, la dama lo convirtió en su esclavo sexual y lo usó según su voluntad para atender todas sus necesidades eróticas. Esta leyenda puede convertirse en el punto de partida para un juego de rol excitante en el que el hombre se convierta en el esclavo sexual de su pareja.

¿Dónde te crees que vas?

La postura erótica que vamos a recomendarte supone una vuelta de tuerca, sugerentemente erótica, de la postura del misionero. Los fundamentos físicos de esta postura son los mismos que intervienen en la clásica e injustamente maltratada postura del misionero, pero se incorporan un par de factores que ayudan a hacer de ésta una postura especialmente ardiente y excitante.

Una chica de pueblo (V) – Relato erótico

Me reconcilié, así, con mi cuerpo. Me reconcilié con mi placer. Volví a sentir el gozo de aquel hormigueo de la sangre, de aquel bullir de la entrañas, de aquel fuego trepando piernas arriba que antecede al momento único e impagable en el que todo (el tiempo y su memoria, el espacio y sus rincones) se desdibuja para dejar que en su lugar impere la dictadura única del cuerpo y su placer.

Postura de la cuchara

La postura de la cuchara es una de las posturas más tradicionales. Hombre y mujer están recostados en la cama, de costado, con las rodillas dobladas, el pecho del hombre pegado a la espalda de la mujer. Ella abre las piernas ligeramente y sitúa el pene a la entrada de la vagina para facilitar la entrada desde atrás.

El beso negro

No importa el género ni la orientación sexual. El sexo oral anal causa placer, pero su práctica genera polémica. Los fanáticos del beso negro o rimming destacan la excitación derivada de él y cómo puede conducir, por sí solo, al orgasmo. Sus detractores, por su parte, esgrimen argumentos de falta de higiene para cargar contra una práctica que también recibe el nombre de beso polaco o beso de colibrí.

Formas de penetración erótica

Nadie puede ponerlo en duda: el sexo es movimiento. Según sea dicho movimiento, así serán las sensaciones derivadas del acto sexual. Más o menos pausados, más o menos impetuosos. Las sensaciones que experimenten los cuerpos de los amantes dependerán de esa pausa y de ese ímpetu que dichos amantes sepan dar a sus movimientos. También dependerá, claro, de la forma que se realice la penetración.

Tacones de aguja

Hay posturas eróticas que requieren de una cierta preparación antes de realizar la penetración. Estas posturas pueden parecer difíciles o aparatosas. Nada más lejos de la realidad. Una vez superada esa dificultad inicial, una vez conseguida esa pequeña dosis de coordinación necesaria para conseguir que la penetración tenga lugar, esas posturas se convierten en una fuente inagotable de placer.