Medicamentos y sexo
La vida sexual no es inmune a la influencia de los fármacos. Eso es algo que deberás tener en cuenta cuando te veas obligado a consumir algún tipo de fármaco bien sea por automedicación, bien por prescripción médica. Somníferos, antidepresivos, antiinflamatorios, relajantes musculares, neurolépticos, anti-ulcerosos, reguladores de la presión arterial o diuréticos, entre otros, pueden afectar a tu rendimiento sexual o a tu apetito erótico.
Cómo acariciar a tu pareja
No cabe duda de que la caricia es una de las más bellas expresiones de amor entre dos personas. La caricia bien realizada lleva en sus entretelas todo el cariño de una persona hacia otra. Por desgracia, en Occidente, por motivos culturales, hemos hecho que ciertos sentidos hayan perdido pie frente a otros. Habituados a movernos por estímulos visuales, hemos dejado en un cierto abandono a sentidos como el del tacto.
Fantasía del señorito y la criada
Todos hemos visto alguna imagen semejante en alguna película más o menos costumbrista. La escena tiene pocas variantes. Hay una criada de buen ver y un joven que, hijo de los dueños de la casa, está descubriendo la pulsión sexual. La criada apenas tiene tres años más que el señorito de la casa. El señorito, de momento, lo único que conoce del sexo es ese ardor dulce y cosquilleante que le sube piernas arriba cuando se masturba. Lo hace a menudo. Cómo no hacerlo cuando tiene que enfrentarse a diario con esa visión demoníaca y tentadora de los muslos de la criada.
Una chica de pueblo ( y VI) – Relato erótico
En mi respiración anidó una agitación confusa en la que convivían la excitación por lo contemplado y una mezcla indefinida de deseo y tabú que me estremecía hasta lo más hondo. Me sentí mojada y convulsa y decidí imitar a mi prima. Me quité las bragas, me abrí de piernas, puse cada una de ellas sobre uno de los reposabrazos del sillón de mimbre, cerré los ojos y, sin demora, llevé mis dedos hacia el territorio en aquel momento pantanoso de mi coño…
Sexo en la playa
Pocos lugares invitan tanto a la lujuria como la playa. Cuerpos bronceados, pieles que relucen bajo el sol, el sonido del mar acunando nuestros sentidos y, por supuesto, el sol. Pocas cosas como el sol a la hora de poner en funcionamiento nuestras endorfinas. Éstas se activan y, activadas, nos dejan a merced de nuestros deseos más íntimos. Y nuestros deseos acostumbran a ser muy traviesos. Tanto, que pueden empezar a girar sobre un objetivo único: el de hacer el amor con nuestra pareja ahí mismo, en la playa.
Zonas erógenas del hombre y la mujer
Son muchas las zonas del cuerpo que pueden ser despertadas sexualmente cuando son tocadas y acariciadas no importas si por una segunda persona o si por nosotros mismos. Esas zonas reciben el nombre de zonas erógenas. Hay una zona corporal, sin embargo, que es el órgano sexual más poderoso. ¿Sabes cuál es? El cerebro. En el cerebro residen nuestros deseos y anidan nuestras fantasías. Unos y otras son los afrodisíacos más importantes. Ellos y ellas determinan aquello que, sexualmente, más nos gusta.
Hacer el amor durante toda la noche
Hacer el amor durante toda la noche figura en un lugar destacado entre los sueños eróticos de todo amante. Ese sueño viene desde tiempos inmemoriales. Un ejemplo: los sabios taoístas recomiendan en sus textos períodos prolongados de hacer el amor para que ambos amantes tengan la oportunidad de experimentar oleadas de éxtasis antes de llegar al clímax. ¿Cómo se puede llegar a alcanzar ese sueño del sexo prolongado? Sin lugar a dudas, aprendiendo una serie de técnicas dilatorias que sirvan para posponer el momento del clímax.
Placer apretado
El misionero ha sido y es injustamente tratado. Se acusa a esta tradicional postura erótica de aburrida, de sosa, de resultar poco imaginativa. Muy probablemente, estas acusaciones brotan directamente de la boca de quien en verdad es poco imaginativo. Pequeñas variaciones pueden bastar para convertir el misionero en una postura mucho más intensa y excitante.
Tomar el control con inspiración oriental
Una famosa leyenda japonesa cuenta que un joven barquero fue secuestrado y hecho prisionero por una señora y sus tres doncellas. Encarcelado en las mazmorras de su castillo, la dama lo convirtió en su esclavo sexual y lo usó según su voluntad para atender todas sus necesidades eróticas. Esta leyenda puede convertirse en el punto de partida para un juego de rol excitante en el que el hombre se convierta en el esclavo sexual de su pareja.
¿Dónde te crees que vas?
La postura erótica que vamos a recomendarte supone una vuelta de tuerca, sugerentemente erótica, de la postura del misionero. Los fundamentos físicos de esta postura son los mismos que intervienen en la clásica e injustamente maltratada postura del misionero, pero se incorporan un par de factores que ayudan a hacer de ésta una postura especialmente ardiente y excitante.
Una chica de pueblo (V) – Relato erótico
Me reconcilié, así, con mi cuerpo. Me reconcilié con mi placer. Volví a sentir el gozo de aquel hormigueo de la sangre, de aquel bullir de la entrañas, de aquel fuego trepando piernas arriba que antecede al momento único e impagable en el que todo (el tiempo y su memoria, el espacio y sus rincones) se desdibuja para dejar que en su lugar impere la dictadura única del cuerpo y su placer.
