La fantasía inexplicable

Fantasear con ser violada. El sólo exponer este enunciado produce escalofríos de incomprensión. ¿Cómo puede ser posible que una mujer fantasee con un acto de violencia de tal magnitud sobre ella? Y, sin embargo, esto es más habitual de lo que podemos creer. Hay estudios dedicados a la fantasía de la violación y estos estudios hablan de un porcentaje de entre el 30 y el 60% de mujeres que, en alguna ocasión en su vida, han fantaseado con la posibilidad de ser obligadas por un hombre o grupo de hombres a realizar determinados actos sexuales contra su voluntad.

¿Hay algún tipo de desviación psicológica en la persona que posee esta fantasía erótica? No. En primer lugar hay que distinguir entre poseer una fantasía de la violación y desear ser efectivamente violada. No es lo mismo. La fantasía erótica se produce mediante mecanismos mentales diferentes a los del deseo. Uno y otra no son, pues, equiparables. Por otro lado, no hay que olvidar que los mecanismos de la imaginación erótica son sumamente complejos.

Mujeres reprimidas

Hay autores que han teorizado y especulado sobre las claves psicológicas que activan en la mente de una mujer la fantasía de la violación. Muchos de estos autores han hablado de un deseo oculto de redimirse por parte de aquellas mujeres que, por influencia cultural y sociológica, han sido educadas para concebir el sexo como algo sucio y no necesariamente natural. Para estas mujeres educadas en la represión del propio deseo y en el concepto negativo de lo sexual, reconocer el placer implícito en el sexo y en sus prácticas supone enfrentarse a tabús interiorizados a base de años de enseñanza. ¿Qué puede significar para una de estas mujeres una felación? ¿Qué concepto deben tener, por ejemplo, sobre el sexo anal? Cualquiera de esas prácticas puede parecer aberrantes para ellas y, sin embargo, inconscientemente, pueden desear realizarla. El deseo y la curiosidad sexual anidan dentro de cada uno de nosotros y la pátina cultural que quiera ponerse sobre ellos no puede borrarlos; sólo los oculta de una manera más o menos chapucera.

Una manera de imaginar la realización de dichas prácticas “prohibidas” es asociarlas a la fantasía de la violación. Al ser obligadas a realizar dichas prácticas bajo la violenta coacción de un violador o grupo de violadores, esas mujeres sobre las que la represión sexual ha sido una constante vital se exoneran de todo tipo de responsabilidad sobre la realización de dichas prácticas. Obligadas por un violador pueden soñar con lamer un pene, ser penetradas analmente, disfrutar de una escena de sexo en grupo, etc.

Mujeres liberadas

Ésta sería una de las explicaciones más comunes que tradicionalmente se ha asociado a la existencia de la fantasía de la violación. Otros psicólogos y psicólogas, sin embargo, rechazan esta explicación para defender otra que apunta en una dirección radicalmente distinta. Si la explicación anteriormente apuntada se fundamenta en la existencia de una represión interiorizada sobre el deseo sexual, otra más actual considera la fantasía de la violación una fantasía erótica propia de aquellas mujeres que, lejos de sentirse sexualmente reprimidas, han alcanzado un gran nivel de liberación sexual y que son dueñas conscientes y absolutas de su sexualidad. Estas mujeres liberadas y abiertas a las más diversas experiencias sexuales serían, merced a su propia liberalidad, las mujeres prototípicas a la hora de fantasear sexualmente con el tema de la violación. Es más: en algunos casos, en dichas fantasías eróticas estas mujeres no adoptan una posición pasiva, sino que toman la iniciativa para ser el elemento activo de la fantasía de la violación. Es decir: son ellas las violadoras; son ellas las que abusan sexualmente de un hombre que debe obedecer a unos caprichos sexuales, que, en dichas fantasías, se convierten en órdenes.

Hay otro factor psicológico que los expertos destacan como elemento explicativo de esta fantasía. Ese factor se fundamenta en el hecho de sentirse deseada. Que un hombre desee a una mujer hasta ese punto de no retorno en el que, ciego de deseo, la conquiste a la fuerza, puede funcionar en la imaginación de esa mujer como un lenitivo para su autoestima. Ella es muy deseada. Ella pone en funcionamiento los mecanismos del deseo en los hombres. Ella es bella y excitante. Por eso los hombres se acercan a ella con intenciones aviesas. Por eso los hombres la quieren rendir aunque para ello deban emplear la fuerza y convertir la coacción en un ariete de conquista.

Que los personajes masculinos propios de estas fantasías de la violación acostumbran a ser atractivos y deseables es algo bastante común. En la fantasía erótica de la violación no tienen cabida los hombres feos. Puestas a imaginar, las mujeres que experimentan la fantasía de la violación prefieren experimentarla (llámalas tontas) con un violador que se parezca más a Paul Newman o a Brad Pitt que a Benito Pocino (¿lo recuerdas haciendo de Mortadelo?) o a Eduardo Gómez, el Mentefría de la serie televisiva La que se avecina.

Convertir esta fantasía en un juego de rol erótico es siempre una opción en manos de la pareja para experimentar con un toma y daca de roles de sumisión y deseo que puede resultar muy excitante. Si alguna vez has tenido un tipo de fantasía erótica de este tipo intenta explicársela a tu pareja de la manera más suave posible. Esta fantasía, por la relación que guarda con un tipo de delito tan execrable como es el de la violación, no es fácilmente comprensible para todas las personas. Explícale algunas de las cosas que te hemos contado en este artículo sobre la fantasía de la violación o, en su caso, déjaselo leer. Una vez haya comprendido los mecanismos que activan esta fantasía erótica y los comprenda, estará abierto a poner en práctica contigo un juego de rol del que, seguramente, podréis extraer grandes dosis de placer. Y la obtención del placer, ya sabes, es nuestro objetivo principal.