Posturas sexuales
Si estás cansado del misionero, aquí te enseñaremos muchas posturas sexuales para que practicar sexo sea mucho más excitante. Una especie de Kamasutra moderno para que hacer el amor se convierta en una experiencia nueva cada día.
Tacones de aguja
Hay posturas eróticas que requieren de una cierta preparación antes de realizar la penetración. Estas posturas pueden parecer difíciles o aparatosas. Nada más lejos de la realidad. Una vez superada esa dificultad inicial, una vez conseguida esa pequeña dosis de coordinación necesaria para conseguir que la penetración tenga lugar, esas posturas se convierten en una fuente inagotable de placer.
La belleza sentada
Una de las grandes virtudes que la postura erótica de “La belleza sentada” ofrece a quienes la practican es su versatilidad. Esta postura sexual ofrece múltiples posibilidades de variación. Todas ellas girarán, sin embargo, en torno de un principio que irá repitiéndose en todas esas variaciones: la extraordinaria visión del cuerpo de la mujer que el hombre tendrá mientras la practica.
Cabalga, amazona
Hay posturas eróticas hechas especialmente para que la mujer domine y controle el ritmo del encuentro sexual. “Cabalga, amazona” es una de esas posturas. Aderezada con un poco de “hablar sucio”, esta postura puede proporcionar grandes momentos de placer tanto al hombre como a la mujer. La imaginación puede jugar un papel decisivo para aumentar aún más la temperatura de esta postura erótica.
El conductor de la furgoneta
Esta postura es una postura que, sirviendo para muchos momentos de las relaciones sexuales, es ideal para un polvo rápido. Cuando la pasión aprieta y las ganas de sexo lo devoran todo, lo mejor es buscar el modo más sencillo de satisfacer esas ansias y de quitarse el calentón de encima. Nada mejor que esta postura para ello. No requiere esfuerzos y ofrece una posibilidad de penetración profunda y placentera para ambos.
El ángulo recto
¿Has llegado a casa con ganas de sexo y energías suficientes como para arriesgar un poquito en la postura erótica e ir un poquitín más allá del misionero pero sin llegar a la exigencia física que te reclaman “la torta volteada” o “el espectador privilegiado”, dos de las posturas que ya hemos visto? ¿Tiene también tu pareja ganas de experimentar? Decidíos entonces a probar qué tal sienta a vuestros cuerpos “el ángulo recto”. Quizás esta postura erótica sea un poco exigente físicamente para ella, pero el esfuerzo le será recompensado con creces.
La torta volteada
La postura de “La torta volteada” no está hecha para cualquiera. Aquí se necesita un chico fuerte y una chica que reúna, a un tiempo, flexibilidad y fuerza. Desde luego, no es una postura creada para todos aquellos que sufran del corazón ni hayan dedicado un tiempo prudencial en labrarse la musculatura en el gimnasio.
El espectador privilegiado
Es posible que pienses que no hay demasiadas diferencias entre esta postura erótica y la del misionero, pero podemos asegurarte que la postura de “El espectador privilegiado” proporciona unos resultados más calientes.
El tigre en cuclillas
Esta postura de sexo se podría resumir como “El tigre en cuclillas”. Tumbada de espaldas, con las piernas abiertas y llevadas hasta su pecho, la mujer ofrece sus genitales al hombre para que éste la penetre y elija tanto el grado de penetración como el ritmo y profundidad de la misma.
El papel de regalo
La postura de “El papel de regalo” es tan hermosa como efectiva. En esta postura, el hombre está cómodamente sentado en la posición del loto, con las piernas cruzadas. La mujer, entonces, se sienta sobre su regazo, lo envuelve con sus piernas alrededor de la cintura y engancha sus tobillos en la espalda del hombre, sobre su zona lumbar.
V.O. Max
Hay posturas eróticas que hacen que el ritmo cardíaco se dispare de inmediato. Ésta es una de ellas. El hombre y la mujer, pegados, el uno junto al otro, de costado, frotándose… ¿Cómo evitar que las pulsaciones se disparen? Parece difícil.
El pulpo
Esto no es un nudo, aunque pueda parecerlo. Ésta es una fantástica postura erótica para que el contacto entre el hombre y la mujer en el momento del coito sea máximo. No es un pulpo lo que se enreda en el cuerpo, es el deseo en sí mismo quien se convierte en cuerpo de mujer y se enrosca al tuyo para sentirlo y para que lo sientas.