El Pijoaparte, personaje inmortal de la novela Últimas tardes con Teresa, una de las más famosas del escritor barcelonés y Premio Cervantes Juan Marsé, pudo, en cierto modo, convertir en realidad la que sin duda ha sido la fantasía de muchos hombres: la de tener relaciones sexuales con una chica de clase alta. O, lo que viene a ser lo mismo: la de llevarse a la cama a una chica de la alta sociedad.

El Pijoaparte, protagonista principal de la citada novela, es un joven y marginado ladrón de motos residente en El Carmelo, un barrio obrero de la Ciudad Condal, y las circunstancias de la vida hacen que conozca a Teresa, una bella muchacha rubia, estudiante universitaria, hija de la alta burguesía catalana y residente en San Gervasio, barrio barcelonés de clase alta. El cómo se desarrolla la relación entre el “charnego” marginado y la burguesita catalana forma parte de la historia de la literatura española. Zambullirse en esa novela es algo que recomendamos encarecidamente a todos los amantes de la lectura. Por eso, y porque no es el propósito de esta web el realizar comentarios literarios ni desvelar la trama de novela alguna, no vamos a entrar en más detalles sobre esa relación interclasista que se establece entre Teresa y Pijoaparte.

Y es que lo que nos interesa aquí, en este espacio destinado a comentar asuntos que tengan que ver con la sexualidad, con su práctica y con las fantasías que los seres humanos construimos alrededor de ella, es resaltar cómo los sueños del Pijoaparte, esas fantasías de acceder a la exclusividad erótica de una chica de clase alta, son más comunes de lo que nos podemos imaginar.
En la imaginación de muchos hombres, hacérselo con una chica de clase alta es algo así como un acto de conquista social, un modo de vengarse de las miserias económicas que se hayan tenido que padecer en la vida, un modo, quizás, de superar el acomplejamiento social. Hacérselo con una chica de clase alta es, para algunos hombres, algo así como reivindicar la memoria del abuelo jornalero, un acto casi anarquista, la plasmación carnal de la lucha de clases.

Pero conocer a una chica de clase alta no es fácil. Intimar con ella, menos aún. Por eso (y porque estamos hablando de fantasías y no de la realidad) lo más recomendable a la hora de intentar convertir en realidad la fantasía de acostarse con una chica de clase alta es recurrir a la simulación. Si ya lo hicimos con la fantasía del ladrón, con la de la violación, con la del policía y la delincuente o con la del profesor y la alumna, ¿por qué no vamos a hacerlo con ésta? Total: el objetivo de toda fantasía erótica convertida en juego de rol es, al fin y al cabo, introducir un elemento lúdico en la relación, darle un aire nuevo a las relaciones sexuales, desempolvar la imaginación y romper la rutina. En definitiva: insuflar energías renovadas a la pareja para que los miembros de la misma no se cansen de serlo.

El juego de rol

Representar la fantasía de irse a la cama con una chica de clase alta implica invertir algo (bueno, quizá un poco más de algo) de dinero en adquirir ropa de calidad. Y es que la chica de clase alta no viste de cualquier manera ni compra ropa de cualquier marca. Es más: de buenas a primeras, es la ropa de la chica de clase alta la que revela la extracción social de la misma. Para vestir a la chica de clase alta y para que dé esa apariencia de serlo que va a dar verosimilitud a nuestro juego ésta tiene que vestirse con un conjunto elegante de falda y blusa o, por qué no, con un traje de chaqueta. Respecto al calzado, éste debe ser de color negro, marrón o azul marino. Con una combinación semejante, la chica con la que vamos a intentar representar la fantasía de hacérselo con una chica de clase alta (o, tal y como se decía hace unos años, con una niña bien) podrá aparentarlo tranquilamente.

Para completar esa imagen hay que pensar en que la ropa interior debe estar acorde con el estilo y el glamour que se pretende plasmar. Así, la ropa interior de la chica de clase alta debe estar compuesta por prendas de lencería elegantes y fabricadas con tejidos como la seda o, en su defecto, el raso. La chica de clase alta, además, debe llevar medias y, por supuesto, ligas. El toque sexy de estas prendas es innegable y no recurrir a ellas es un error cuando se quiere ambientar la fantasía de mantener relaciones sexuales con una chica de clase alta. Eso sí: para que sean verdaderamente sexys, las medias deben llevar costura y esa costura, si se quiere aparentar que se es una chica de clase alta de verdad, debe mantenerse verdaderamente rectas en la pantorrilla. Después de todo, y si la fantasía surte efecto, ya habrá tiempo de torcer esa costura cuando la pasión se apodere de todo y los practicantes de este juego de rol se abandonen a ella con sus cinco sentidos.

Una mujer vestida así necesita a su lado un hombre que no desentone. Así, el hombre que quiera escenificar la conversión en realidad de la fantasía de hacérselo con una chica de clase alta deberá, también, vestir de manera elegante. Un buen traje nunca está de más (total: siempre se podrá aprovechar para algún evento tipo bodas y demás), aunque siempre se pueden utilizar tejanos y una imagen un poco más de sport siempre, claro, que la ropa que se lleve, incluidos, por supuesto, los tejanos, sea eso que se da en llamar “estilosa”. Y es que hay tejanos y tejanos del mismo modo que hay camisas y camisas. El hombre que quiera escenificar la fantasía de acostarse con una chica bien deberá, pues, cuidar al máximo su aspecto a la hora de ejecutar el juego de roles.

Una vez escogida la ropa, hay que pensar en qué lugar empezar a escenificar la fantasía. En EroticaFactory pensamos que un buen lugar para escenificar la fantasía de hacérselo con una señorita de clase alta es el bar de un hotel. Si el hotel es, como mínimo, de cuatro estrellas, mejor que mejor. La chica, en ese bar, sola, está tomando algo. Acercarse a ella, romper el hielo y sentarse en la misma mesa forma parte de este juego de roles, del mismo modo que forma parte de él el compartir una copa de vino o un vermut. Compartir ese momento de conversación educada y, sin embargo, ambiguamente picante, en uno de estos bares es la mejor manera de caldear el ambiente y de preparar el momento de, ¿por qué no?, subir a una habitación del mismo hotel para, una vez allí, convertir en realidad la fantasía de follar con una chica de clase alta.

Es en ese instante capital de subir a la habitación de un hotel para gozar de la fantasía de acostarse con una chica de clase bien cuando debe cumplirse un mandamiento capital. Ese mandamiento se basa en el hecho de que para que resulte efectiva, excitante y morbosa la representación de esta fantasía erótica es necesario que se dé una dualidad dentro del personaje de la chica de clase alta. La chica de clase alta debe ser elegante y de apariencia fría pero después, en la intimidad, cuando esa ropa elegante con la que la chica va vestida vaya quedando a los pies de la cama de ese cuarto de hotel chic y no precisamente barato y lo que se imponga sobre todas las cosas sea la desnudez de los cuerpos, la chica de clase alta debe revelarse como una auténtica loba, una mujer apasionada y ardiente que gima y grite en la cama como si de una actriz porno en una escena de clímax se tratara.

Y es que, reconozcámoslo, con lo que verdaderamente fantasea el hombre que sueña con hacérselo con una chica de clase alta es con comprobar hasta qué punto esa chica es, tal y como dice la expresión popular, “una dama en la calle y una guarra en la cama”. ¿Este tipo de pensamiento resulta un tanto patriarcal y machista? Seguramente sí, pero, como cantaba aquél, “la vida es así, no la he inventado yo”. Y, créenos, este pensamiento que describimos en este artículo es el pensamiento que anida en muchos hombres que tienen la fantasía de hacérselo con una chica de clase alta. ¿Verdad que sabes de qué te hablamos?

Dicho esto, solo nos queda apuntar que las variaciones de este juego de rol pueden ser muchas. Seguro que a ti se te ha ocurrido alguna.